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Una de las marcas que se llevará este gobierno a la memoria histórica será la tragedia de Ayotzinapa. Hace tres semanas se cumplió el segundo aniversario de la desaparición de los 43 normalistas y seguimos sin saber qué pasó y cómo sucedió. En el mes de abril se estrenó un documental, Mirar Morir, el ejército en la noche de Iguala, el cual ha circulado por el país y ahora se puede ver en Netflix. Ahora acaba de aparecer uno de los estudios más detallados de este caso, el libro de Carlos Alonso Reynoso y Jorge Alonso, Ayotzinapa: la incansable lucha por la verdad, la justicia y la vida, editado por la Universidad de Guadalajara. Este trabajo está estructurado en varias partes: tiene un primero capítulo que sintetiza los hechos; luego viene un capítulo sobre el grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); sigue el análisis sobre la estrategia estatal en contra del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y, en tercer lugar, hay una revisión de varios estudios que se han escrito sobre el tema.
Cada vez resulta más evidente que la famosa “verdad histórica”, con la que el gobierno de Peña Nieto quiso cerrar el caso, se ha caído a pedazos. Tanto los informes del GIEI, como el documental y el libro de Alonso y Alonso, muestran lo absurdo de la tesis oficial y develan los hilos de complicidad y protección sobre los responsables. La versión oficial no resulta creíble: reduce, falsifica y caricaturiza los hechos. La credibilidad la tienen los informes independientes.
Gracias al GIEI se cuenta con una de las investigaciones más completas y exhaustivas sobre desaparición forzada en México. Se desmonta la falsedad de la “verdad histórica”, y se demuestra que todas las fuerzas del orden supieron qué pasó esa noche mediante el mecanismo de comunicación C4; es un hecho que se ha protegido al ejército. Ayotzinapa no es una excepción, sino forma parte del contexto histórico de Guerrero: pobreza, narcotráfico, represión, guerrilla y lucha social. La tragedia de los 43 se maquilló, se quiso ubicar como un problema de la autoridad municipal y se han pretendido borrar los vínculos con los otros niveles de gobierno y con todas las fuerzas del orden asentadas en la región.
La tragedia de Ayotzinapa representa una confluencia de algunos de los problemas más importantes del país. La parte más sensible es el involucramiento de la autoridad con el crimen organizado, situación que se agrava por una suerte de pacto de complicidad para blindar a las fuerzas federales y presentar todo el escenario como un problema local. Se hacen cortes y fronteras entre lo local y lo nacional. El tratamiento sobre el caso de los 43 estudiantes muestra la lejanía que existe entre la demanda de justicia y el maquillaje oficial y burocrático para salir del paso por la presión social. Detrás de acuerdos oscuros del poder se teje una red de impunidad. Sin la intervención del sistema interamericano de derechos humanos, el país seguiría sin saber qué pasó esa noche trágica del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Guerrero.
Así como sucedió con el movimiento del 68, la guerra sucia de los años 70 y los miles de casos de desapariciones forzadas que permanecen como en una caja negra, Ayotzinapa puede ser otro expediente de impunidad. Sin embargo, ahora hay cambios importantes, como el espacio internacional en el que México está inserto. Ya no se puede jugar a ser un actor en las ligas internacionales, pertenecer al G20 y, al mismo tiempo, tener investigaciones oficiales como la que hizo la PGR con Murillo Karam a la cabeza. Los costos de esa operación de encubrimiento le han resultado muy costosos al gobierno de Peña Nieto. Uno de los componentes del malestar social que domina el escenario mexicano es la falta de una investigación profesional sobre la desaparición de los 43 estudiantes, que debería haber llevado a saber exactamente qué pasó, por qué y quiénes son todos los responsables.
La tragedia de Ayotzinapa ha conmovido dentro y fuera de México; seguirá como un movimiento de padres de familia que buscan a sus 43 hijos que desaparecieron hace más de dos años. Esta es la historia que narra el libro de Alonso y Alonso…
Investigador del CIESAS
@AzizNassif