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Con la exactitud de una ecuación, cada vez que hay un atentado terrorista en un país occidental la derecha antimusulmana y antiinmigrante, se fortalece.
La pieza que faltaba para que la campaña electoral en Estados Unidos estuviera más polarizada, llegó el fin de semana pasado con las explosiones —algunos le llaman ya atentados—, en Nueva Jersey y Manhattan. El lunes 18 fue detenido de forma violenta uno de los presuntos implicados, Ahmad Khan Rahami, un joven de 28 años de origen afgano y nacionalizado en Estados Unidos.
El candidato Donald Trump activó el mecanismo que tiene ya muy ensayado, la retórica del miedo. Hizo exactamente lo que quisiera cualquier terrorista, atemorizar, decir que las cosas se van a poner “peor”, que la violencia “es un desastre”.
Su mensaje es el siguiente: “Nuestro país ha sido débil. Estamos dejando que la gente entre, a miles y decenas de miles. He estado diciendo que tenemos que detenerlo ya” (EL UNIVERSAL, 20/09/2016).
El veneno se esparce con el aire y de forma inmediata se activan los resortes de una memoria que regresa al 11 de septiembre, como si se cumplieran un presagio.
Clinton respondió al republicano, como ha sido durante toda la campaña. Trump provoca, miente, exagera, rompe el molde y luego Clinton responde, desmiente y coloca su agenda en la ruta política. Pero ya no le alcanza, la elección está en un empate técnico.
Con estas explosiones se ha actualizado el factor del terrorismo en la campaña electoral rumbo al 8 de noviembre.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, declaró: “Tenemos todos los motivos para creer que sí fue un acto de terror” (EL UNIVERSAL, 20/09/2016).
En esta campaña de alto contraste cualquier atentado modifica el clima político porque el fenómeno del terrorismo reduce los márgenes políticos y los matices.
Los acontecimientos del 17 de septiembre ubican el nivel de los candidatos. Mientras Trump acusa a Clinton de ser responsable de los atentados por su debilidad como fue secretaria de Estado, la demócrata responde: “Sabemos que los terroristas, incluido el EI, han entendido gran parte de la retórica que hemos oído de Donald Trump, porque lo que quieren es hacer de esta guerra una guerra contra el islam más que una guerra contra los yihadistas, los terroristas violentos”, (El País 20/09/2016). Por eso Clinton dice que van en contra de los terroristas, pero no en contra de una religión.
Al revisar algunas encuestas sobre la campaña, hay una que muestra de qué forma los acontecimientos del pasado 17 de septiembre pueden influir.
Los votantes de Trump son pesimistas sobre el presente y el futuro, son los perdedores del país actual; en cambio los votantes de Clinton son optimistas y consideran que han ganado con la situación actual. El Pew Reserch Center publicó una encuesta, el 18 de agosto pasado, en la que se pueden destacar cuáles son los principales problemas para las bases de cada candidato. Para los votantes por Trump los tres principales problemas son: la inmigración, el terrorismo y el crimen; para los votantes por Clinton son: el cambio climático, la desigualdad y el racismo.
Trump seguirá cultivando a sus votantes y radicalizará su postura en contra del islam y Clinton responderá desde una política de continuidad. Mientras que el republicano quiere cerrar fronteras y lanzar bombas, la demócrata mantendrá las fronteras abiertas y perseguirá a los terroristas. Si Trump logra convencer a los votantes indecisos e independientes, cualquier atentado significaría más votos para su causa…
Investigador del CIESAS
@AzizNassif