Hace unos meses expliqué en este espacio por qué el PRI aceptó legislar el Sistema Nacional Anticorrupción (“El priñanietismo y la farsa del SNA”, 24/04/17). Dije entonces que “fue orillado a hacerlo por el enojo social”, pero que “los priistas legislaron y operan con una ingeniosa estratagema para que no germine el SNA”. Me referí a las dos tretas usadas para fingir que se apoyaba el combate a la corrupción: “aprobar enmiendas constitucionales de avanzada con miras a restringir o de plano revertir sus alcances con las leyes secundarias” y “manipular las instituciones mediante la cuota mayoritaria del PRI en órganos colegiados y el nombramiento de funcionarios a modo a la cabeza de estructuras piramidales”. En ambos casos el Senado fue y es clave. Y es que la mayoría de los senadores se han convertido en “una cofradía dúctil para el Ejecutivo Federal”, como demuestran sus acciones para sabotear el funcionamiento del SNA.
Pues bien, la cámara alta ha echado a andar una tercera treta para que los corruptos no sean castigados. Se trata de una ofensiva para socavar al Comité de Participación Ciudadana (CPC), pieza central en el espíritu del SNA pero marginal en la letra de la ley. Lo que el verde presidente del Senado y sus jefes priistas intentan hacer es desacreditar a las organizaciones y las personas de la sociedad civil que colaboraron en la elaboración del SNA y, de ese modo, debilitar más a la presidenta del CPC, Jacqueline Peschard, quien de jure preside todo el Sistema. Es decir, a la partidocracia no le basta con tener a su favor el diseño institucional sino que quiere además anular el margen de maniobra de la representante ciudadana ante la opinión pública. Ese es el propósito del ataque.
Veamos. Peschard, quien carece de oficina y demás recursos para hacer su trabajo, tiene uno de siete votos en el Comité Coordinador. Sus limitaciones legales se pusieron de manifiesto cuando propuso al Comité que el SNA investigara el affaire Pegasus y su propuesta fue desechada por aplastante mayoría: todos los demás miembros del Comité que estuvieron presentes -la secretaria de la Función Pública, el presidente del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, el presidente del INAI, el representante del Consejo de la Judicatura y el titular de la Auditoría Superior de la Federación- votaron en contra y desecharon su propuesta. Pero los senadores del PRIERDE (el PRI más el Verde) y sus aliados quieren asegurarse de que el CPC no solo pierda las votaciones sino también los litigios en los medios, por aquello de las malditas dudas. De ahí que se hayan lanzado a deslegitimar el proceso de selección del CPC y a desautorizar a sus integrantes.
En suma, la estratagema para volver inoperante al SNA se ha reforzado con esta andanada contra el CPC. Por si acaso la legislación alambicada del Sistema no abriera la posibilidad de generar un corto circuito, por si no fuera suficiente el procedimiento tramposo para decidir la titularidad de la Fiscalía General -que permite la designación de un guardaespaldas del priñanietismo-, ahora hay una llave más para someter al SNA. Esta nueva marrullería es más riesgosa, porque se antoja imposible que los desprestigiados logren desprestigiar a los prestigiados, pero el Senado y el gobierno federal arrojarán todo el lodo que puedan porque están en juego intereses muy poderosos. Vuelvo a citar mi artículo: “Si se atacara a fondo la corrupción en México, muchos políticos del PRI-gobierno acabarían en la cárcel sin necesidad de que la justicia de otro país los persiguiera”. Por eso magnificarán todo error del CPC, y en su afán de ablandarlo recurrirán a cualquier cosa: infundios, acosos del SAT y, ahora que ha quedado claro que sus espías son impunes, más espionaje.
Yo creo que las organizaciones de la sociedad civil no solo resistirán sino que saldrán fortalecidas, y que la sociedad mexicana se dará cuenta de lo que está ocurriendo. Las trapacerías para designar funcionarios a modo y el control mediático del priñanietismo es grande -no en balde ha restaurado gran parte del autoritarismo del México del siglo pasado- pero la indignación social es aún mayor. Por cierto, deploro los golpes contra el CPC y espero que cesen ya. Confío, finalmente, en que los académicos y activistas que participaron con bastante responsabilidad y quizá con demasiada confianza en la mayoría senatorial durante en la construcción del SNA seguirán alzando la voz contra el régimen, y en que la presión de la ciudadanía impedirá que sigan siendo agraviados. Lo demás es cuestión de tiempo: quiero pensar que las elecciones de 2018 pondrán a cada quien en su lugar.
@abasave