Como lo demuestran los incendios que arrasan los bosques pluviales del Amazonas y la Cuenca del Congo , el mundo vive en una era de rápida destrucción ambiental y cambio climático con efecto negativo a largo plazo para la supervivencia de la humanidad y de la civilización tal como hoy la conocemos.

Recientemente, la posibilidad de una nueva recesión debido a la guerra comercial entre Estados Unidos y China , así como el resurgimiento del fascismo y del racismo , se han sumado a la lista de problemas que van de las tensiones geopolíticas y el nacionalismo a la pobreza , los conflictos en Medio Oriente , la migración y el Brexit , que contribuyen a la generalización de pronósticos pesimistas y la sensación de que cualquier cosa que podamos hacer será demasiado pequeña y demasiado tarde.

Sin embargo, no podemos argumentar que el mundo no fue advertido con respecto al cambio climático , en especial desde la emblemática Conferencia COP 1 en Berlín de 1995 y la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 2012 ; lo que probablemente no quisimos comprender es el hecho de que la globalización capitalista , considerada la etapa superior del neoliberalismo , entrañaba la destrucción del planeta y la anulación de los derechos humanos.

Así se explicaría porque al menos desde 1977 , grandes empresas petroleras como Exxon y Shell se coludieron para ocultar el resultado de sus propias evaluaciones sobre el dióxido de carbono liberado por los combustibles fósiles .

En 1988 , un estudio de Shell previó un aumento de un metro del nivel del mar y destacó que el calentamiento global también llevaría a la desintegración del Casquete Glaciar de la Antártida Occidental y un incremento del nivel del mar decinco a seis metros ”, suficiente para inundar a países enteros de baja altitud.

No obstante, el petróleo todavía es el combustible más utilizado ; en 1987, el 81% del consumo mundial de energía provino del crudo, gas natural y carbón. Treinta años más tarde, se mantiene en 81% pese al crecimiento de las fuentes eólica y solar, según la Agencia Internacional de Energía .

Peor aún, países como Arabia Saudita , Brasil , Irak y Rusia han incrementado su producción, al tiempo que México construye una nueva refinería en lugar de promover fuentes de energía limpias. De hecho, el mercado petrolero ya está saturado y Estados Unidos —el mayor productor gracias al fracking y otras tecnologías—se prepara a inundarlo con más crudo.

Agosto marcará el inicio del Cactus II , un oleoducto capaz de transportar 670,000 barriles diarios entre la Cuenca Pérmica y Corpus Christi , Texas , para su salida al mercado global. Dicho oleoducto y otro llamado Epic son apenas el comienzo, pues les seguirán más justo cuando la oferta adicional puede ayudar a hundir los precios, en particular si las guerras comerciales siguen reprimiendo la demanda.

No es una casualidad que en este marco ocurriera la muerte de David Koch , uno de los dos famosos hermanos multimillonarios Koch , con una fortuna personal de USD $60 mil millones .

Al frente de , David y su hermano Charles emplearon el poder de la multinacional involucrada en los sectores del petróleo, química, minerales, finanzas, comercio de materias primas e inversión para patrocinar una vasta red política conservadora , que incluyó la candidatura de Donald Trump , concentrada en negar el cambio climático .

Bienvenidos a Kochland

El periodista de negocios Christopher Leonard detalla en su oportuno libro ( Simon & Schuster , 2019 ), como las mentes maestras detrás de la aparición del Tea Party y la radicalización del Partido Republicano movilizaron al Instituto Cato y otros centros académicos contra la posibilidad de que Estados Unidos respaldara cualquier tratado en la materia; incluso invirtieron más en el negacionismo del cambio climático entre 1997 y 2017 que ExxonMobil , con lo que lograron establecerlo como un dogma conservador.

Entonces, no debe sorprender que Trump desmantele las regulaciones ambientales en Estados Unidos y que se haya retirado del Acuerdo de París , mientras su gobierno orgullosamente resalta que no apoyó el fondo de USD $20 millones —apenas migajas—para ayudar a Brasil a combatir el gran incendio del Amazonas durante la cumbre del G-7 esta semana.

Trump, quien habría ordenado abrir el Bosque Nacional de Tongass en Alaska de 6.7 millones de hectáreasel mayor bosque pluvial templado virgen del planeta —a la tala y otros planes de desarrollo empresarial, puede ser visto junto a los hermanos Koch como el vaso comunicante del capitalismo con la tragedia del Amazonas.

De acuerdo con , Wilson Lima , gobernador del estado de Amazonas en el noroeste de Brasil , empezó a trabajar en junio con , una firma de cabildeo en Washington, para promover las inversiones privadas en la región.

La minería , el agronegocio y la “ industria química del gas ” son descritas como “ oportunidades ” para las compañías de Estados Unidos y entre los “ desafíos ” de sus negocios potenciales se cuenta “ asegurar la conservación forestal ”.

Lima

es miembro del derechista Partido Social Cristiano ( PSC ), afiliado a la Asamblea de Dios , una iglesia pentecostal de rápido crecimiento en Brasil , donde los intereses estadounidenses han recurrido al protestantismo como punta de lanza desde los años 60. El ex presidente Fernando Collor de Mello y el presidente Jair Bolsonaro , quien se ha referido a sí mismo como el “ Capitán Motosierra ”, fueron integrantes del PSC .

Por su lado, Jerry Pierce , fundador de Interamerica Group , escribió en la página de su empresa que Brasil bajo la presidencia de Trump se convertiría en “ líder mundial en industrias como el agronegocio, minería, banca y aviación ”. En comentarios recientes, declaró que “ el presidente Trump allanó el camino para la victoria de Bolsonaro ”.

La codicia transnacional apuntalada por el Banco Mundial y sus esquemas de privatización han puesto la mira en otro tesoro natural al sur del Amazonas , el Acuífero Guaraní , la mayor reserva de agua dulce sin contaminar del mundo ( 1.2 millones de kilómetros cuadrados ) compartida por Brasil , Paraguay , Argentina y Uruguay .

La relación entre Washington y Asunción se fortaleció con el dictador paraguayo Alfredo Stroessner ( 1954 - 1989 ), cuando la nación sin acceso al mar, menos desarrollada que las otras tres mencionadas con derechos subterráneos en el Acuífero Guaraní , participó en las violaciones a los derechos humanos de la Operación Cóndor , dirigida por la CIA contra la insurgencia regional .

Los vínculos bilaterales estratégicos también fueron evidentes en la destitución del presidente Fernando Lugo de Paraguay en 2012 , luego de que el ex obispo católico progresista rechazara los excesos de firmas multinacionales como Nestlé , Monsanto , Cargill y Río Tinto , al prometer un manejo de los recursos naturales en beneficio de todos.

La administración Bush acusó a Lugo de aliarse con Hugo Chávez , presidente de Venezuela ; sin embargo, la justificación de la presencia militar de Estados Unidos en la base aérea de Mariscal Estigarribia en Paraguay , construida en los años 80 y capaz de albergar 16,000 tropas—cerca de la reserva de gas natural de Bolivia , la segunda más grande de América Latina —, ha sido la “existencia” de “ redes terroristas ” en la triple frontera entre Paraguay , Argentina y Brasil .

Ciudad del Este, la capital de facto de la triple frontera en Paraguay, está en el centro de una industria establecida y bien conocida de contrabando, falsificación y piratería intelectual; pero Estados Unidos e Israel , arbitrariamente, declararon a sus más de 20,000 habitantes de origen libanés y sirio culpables de respaldar a la milicia chiíta libanesa Hezbolá , también acusada por el atentado de 1994 contra la AMIA en Buenos Aires .

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