Iván Duque Márquez,

presidente de Colombia

, asumió su cargo el martes al inaugurar un nuevo capítulo en la nación sudamericana con consecuencias potenciales para el proceso de paz , la crisis en la vecina Venezuela y la estabilidad regional .

Como el jefe de Estado más joven en la historia reciente de Colombia , el conservador Duque enfrenta enormes desafíos.

Durante su campaña, a menudo criticada por una presunta falta de sustancia y visión de largo plazo, el nuevo mandatario de 42 años prometió en forma consistente reformar unilateralmente el histórico acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ( FARC ), remover del Congreso a sus líderes—que ganaron diez asientos en las elecciones del 27 de mayo —y amenazó con terminar las pláticas con la segunda guerrilla del país, el Ejército de Liberación Nacional ( ELN ).

Su postura respecto al proceso de paz resulta crucial para entender la política colombiana, ya que Duque es un protegido del ex presidente Álvaro Uribe ( 2002-2010 ), quien logró diezmar a los rebeldes izquierdistas en el campo de batalla con respaldo contrainsurgente de Estados Unido s mediante el Plan Colombia , si bien su gobierno fue acusado de violaciones masivas a los derechos humanos.

Juan Manuel Santos

, ex ministro de Defensa y sucesor de Uribe en el Palacio de Nariño, aprovechó la oportunidad de finalizar el conflicto armado más prolongado de América Latina negociando con las FARC pese a la dura oposición de Uribe, hoy considerado el jefe de las facciones derechistas, los latifundistas y empresarios coaligados en torno a su partido Centro Democrático ( CD ).

Uribe y el entonces senador Duque promovieron el “ no ” en el referéndum para ratificar el acuerdo de paz del 2 de octubre de 2016 , al argumentar que era demasiado benigno con los rebeldes y en el estrecho resultado, 50.2% de los ciudadanos votaron contra el convenio, forzando la reapertura de las negociaciones.

Más tarde, el Congreso ratificó una versión revisada del acuerdo los días 29 y 30 de noviembre de 2016 y Santos fue recompensado con el Premio Nobel de la Paz .

Muchos elementos del acuerdo de paz están consagrados en la Constitución y su reforma, sobre todo en cuanto a las áreas claves de la verdad histórica y justicia para las víctimas , necesitarán más que una simple mayoría en las dos cámaras del Congreso.

Duque requeriría establecer una coalición con los partidos Conservador y Liberal , que ejercieron un virtual duopolio en el poder durante la mayor parte del siglo XX .

Primera prueba

El nuevo mandatario enfrentará su primera prueba seria el 3 de septiembre , ya que se espera que Uribe comparezca ante la Suprema Corte por las denuncias de que manipuló con sus aliados a testigos que acusaron a su familia de formar unidades paramilitares , los temidos escuadrones de la muerte responsables de asesinar a miles de campesinos y activistas sindicales en Antioquia y otras provincias.

Duque, quien ha llamado a Uribe presidente eterno ”, le expresó su apoyo al tiempo que el CD lanzó una campaña de desprestigio contra los jueces a cargo de la investigación.

Más de 60 legisladores están en prisión por sus vínculos con los “ paracos ” y narcotraficantes .

A su vez, la Corte Penal Internacional podría abrir investigaciones criminales contra 23 generales y seis coroneles , así como solicitar a Bogotá su extradición .

En el campo económico, Colombia evitó una recesión tras el fin del auge de las materias primas en 2014, pero Santos fue obligado a imponer medidas de austeridad que limitaron el gasto en educación pública, salud, infraestructura y empleo.

La diversificación de la economía y el desarrollo del sector servicios se ha visto frenada por una c reciente dependencia de las exportaciones petroleras .

La relación con Venezuela es otra pregunta abierta. Mientras que la autoridad de aviación civil prohibió la entrada de drones a la Plaza Bolívar de Bogotá , donde Duque asumió como el 60 presidente del país después del ataque aéreo del sábado contra su colega Nicolás Maduro en Caracas , existe poco interés por una posición belicosa que pueda agravar la crisis humanitaria venezolana.

Más de un millón de personas se han dirigido a Colombia , donde el gobierno saliente promulgó la semana pasada un decreto que garantiza residencia y permisos laborales a 440,000 migrantes indocumentados venezolanos.

El martes, Brasil reabrió su frontera en el estado de Roraima a los venezolanos, horas después de que un tribunal ordenara cerrarla en medio de una ola que ha dejado casi 60,000 personas solicitando estatuto de refugiados o de residencia en el país desde 2015.

Contrario a las expectativas creadas por el acuerdo de paz, la producción de coca está en aumento y Estados Unidos sigue siendo el principal mercado para la cocaína colombiana exportada vía México y las naciones vecinas de América Central.

Pese a los programas de cultivos alternativos subsidiados con fondos públicos —el auge del aceite de palma fue explotado por los paramilitares, desplazando comunidades indígenas y agrícolas enteras—el narcotráfico aún es muy lucrativo para el crimen organizado internacional aliado al ELN y el grupo neoparamilitar Clan del Golfo .

Estas y otras bandas delictivas también operan en la frontera venezolana, donde las fuerzas armadas han destruido pistas clandestinas y derribado aviones de los carteles mexicanos.

La compleja situación interna y mundial pondrá a prueba la capacidad política del inexperto Duque.

Por ahora, los cargos más importantes del gabinete fueron asignados a los uribistas , dispuestos a restablecer la estrategia de línea dura de su maestro.

Tarde o temprano, sin embargo, Duque encontrará como Santos la oportunidad para romper con el pasado, si quiere dejar su propia huella en la historia de Colombia.

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