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Nacido en 1991 en la antigua ciudadela magiar donde 600 años atrás los reyes medievales Juan I de Bohemia , Carlos I de Hungría y Casimiro III de Polonia realizaron el Congreso de Visegrado para acordar la creación de nuevas rutas comerciales a otros mercados, el Grupo de Visegrado representa ahora un bastión del nacionalismo en la Unión Europea .
Mientras que el primer ministro de Hungría , Viktor Orbán , se ha mantenido al frente de la oposición del grupo a la estrategia migratoria de la Unión Europea , al rechazar sus cuotas durante la crisis de los refugiados de 2015 , los desacuerdos ideológicos con Bruselas en torno a la soberanía y el estado de derecho son compartidos en mayor o menor grado por sus aliados en Polonia , la República Checa y Eslovaquia .
Las raíces del enfoque conservador de los Cuatro de Visegrado o V4 hacia la integración europea , las leyes comunitarias y la independencia del poder judicial se encuentran en la historia, ya que sus estados miembros han sido objeto de invasiones e intervención extranjera, atrapados entre poderosos vecinos como Alemania y Rusia .
De acuerdo con su información oficial, “el V4 no fue creado como alternativa a los esfuerzos de integración de toda Europa, ni trata de competir con las estructuras centro europeas existentes. Sus actividades de ninguna forma están encaminadas al aislamiento o el debilitamiento de vínculos con otros países”.
Por el contrario, enfatiza, “el Grupo busca alentar una óptima cooperación con todos los países , en particular con sus vecinos, al ser su último interés el desarrollo democrático de todas las partes de Europa. A fin de preservar y promover la cohesión cultural , la cooperación dentro del Grupo de Visegrado aumentará la impartición de valores en el campo de la cultura , la educación , la ciencia y el intercambio de informacion”.
Deuda histórica
Durante el fin de la Guerra Fría y de la Unión Soviética , el rápido ingreso de los países de Europa central a la Unión Europea fue considerado un desenlace lógico , debido a la lucha contra el comunismo efectuada por sus dirigentes— Vaclav Havel y Lech Walesa , por ejemplo—, una sensación de deuda histórica en las naciones europeas occidentales y los objetivos geopolíticos de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte ( OTAN ).
Hoy, muchos diplomáticos en Bruselas se preguntan tras bambalinas si ésa fue la decisión correcta—el Grupo de Visegrado se unió a la Unión Europea en 2004 junto a otros siete miembros del antiguo bloque oriental , Chipre , Malta y Eslovenia —, sin el tiempo necesario para permitir a esos países el desarrollo de instituciones democráticas sólidas y una economía de mercado funcional.
Aún peor, aseguran, las políticas del V4 i nspiran a otros en Europa.
No hay duda de que su mezcla de nacionalismo , tradicionalismo y cristianismo resulta atractiva para el líder italiano populista y antiglobalización Matteo Salvini .
Por su lado, el presidente del nuevo partido derechista español Vox , Santiago Abascal , aplaudió la imposición de un impuesto de 25% a los organismos no gubernamentales “que promueven la inmigración ilegal” en Hungría y prometió emular la medida, “cuando el gobierno de España dependa de nuestros votos”.
Editado por Sofía Danis
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