“Tengo 46 años y nunca me había tocado ver algo así, que se robaran urnas completas (...) Mucha gente de la estructura del partido o representantes generales, abogados y hasta quienes manejaban las redes sociales fueron privados de la libertad, en lo que en Sinaloa se conocen como levantones”, relata en entrevista con EL UNIVERSAL Mario Zamora Gastélum, senador priista y excandidato a la gubernatura por los partidos PRI, PAN y PRD.
De vuelta en su escaño en la Cámara Alta, el exabanderado de la alianza Va por Sinaloa revela que la elección en su tierra natal se vio empañada por hechos violentos, a cargo de grupos delictivos que habrían buscado beneficiar a la coalción Morena-PAS.
El oriundo de Ahome cuenta que las amedrentaciones a lo largo del proceso electoral lo hicieron analizar abandonar la contienda: “Llegué a considerar hablar con nuestros compañeros de la alianza, para decirles que igual y nos bajábamos todos”.
¿Qué ocurrió en la jornada electoral de Sinaloa? ¿La violencia empañó los comicios?
—El resultado es conocido por todos, pero puedo decir que nosotros hicimos una campaña alegre, franca y derecha. Sin embargo, hay que hablar de lo que está documentado: fue una jornada electoral complicada y violenta.
El domingo 6 de junio por la noche, yo reconocí el PREP, que no favorecía mi candidatura, pero pedía con toda humildad que liberaran a nuestra gente; en ese momento teníamos contabilizadas veintitantas personas privadas de su libertad. Ya habían logrado su propósito, que era ganar; gracias a Dios los soltaron.
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En un análisis entre los tres partidos de la alianza, ¿hay un número exacto de personas agredidas en la jornada?
—Una nota periodística registraba 44 denuncias; no conozco en particular todas ellas, pero fue algo muy evidente. Nuestra candidata a alcaldesa en Badiraguato, Lupita Iribe, sale ese día y dice: “Me bajo de la contienda, quédense con la alcaldía, pero regrésenme a mi hermano, lo acaban de levantar”. Otra situación se dio en Concordia, con el candidato del PRD. La lista es larga.
No te puedo yo contabilizar, pero son muchísimas. La gente que fue amenazada, que fue amedrentada, la gente que fue privada de su libertad... pues son muchos, centenares.
¿A raíz de estas situaciones se buscan revertir los resultados de la elección?
—No quiero decir que de no haber pasado eso [los hechos violentos] el resultado hubiera sido distinto. He competido en varias elecciones, en unas he ganado, y en otras, perdido, y siempre que he perdido lo he reconocido sin ningún empacho, pero no podemos dejar pasar lo que sabemos que ocurrió en toda Sinaloa.
Fue una situación sui géneris. La gente lo sabe, no quiero demeritar los votos que genuinamente entregaron los ciudadanos a la otra coalición, o a la nuestra; al contrario, agradezco a quienes con toda libertad fueron a emitir su voto; sin embargo, sí existió una situación muy particular. Hoy, la intención de comentarlo es evitar que vuelva a pasar.
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¿Han identificado que algún grupo delictivo específico haya operado a favor de un partido o candidato?
—No tendría los elementos para poder decir que un grupo en particular está detrás de las agresiones, eso le va a competer a las instancias correspondientes.
¿Pero que sí es cierto y creo que es lo relevante?, que los sinaloenses nunca hemos vivido algo así. Por eso, ahora que he regresado al Senado estamos trabajando, y ahora que el Presidente ha dicho que le interesa una reforma electoral, estamos poniendo manos a la obra para que, cada vez más, el ciudadano pueda ir con plena libertad a votar por quien quiera.
Por ejemplo, pongo sobre la mesa y vamos a proponer una iniciativa sobre el tema del voto electrónico; que sea totalmente seguro, a lo mejor desde tu casa, desde donde nadie pueda ejercer presión sobre ti.
¿Lo que sí es claro es que las agresiones beneficiaron a un partido en específico?
—Está más que claro que esta violencia favoreció a un partido. No hay que ser matemático, pero la mayoría de las encuestas auguraba una elección cerrada, a lo mucho 10 puntos de diferencia, pero aquí llama la atención que fue la gubernatura, 17 de 18 municipios y 23 de 24 distritos electorales locales, los siete distritos federales. Es decir, nadie anticipaba una situación así, un arrase pleno y total.
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No quisiera entrar en polémica. Desde el Senado y desde donde esté, siempre haré todo lo que esté en mis manos para ayudar a que a Sinaloa le vaya bien. Le deseo al gobierno de Rubén Rocha que lo haga bien.
Además de esta denuncia pública, ¿ qué se planea hacer en el plano legal?
—Hubo muchas amenazas, fue increíble lo que pasó. Perdón que use este ejemplo, pero muchas veces cuando una mujer es violentada en su hogar nunca lo dice, es muy fácil para las autoridades decirles “ve y denuncia”, pero para ellas es difícil hacerlo. Esto también es complicado.
Yo me he reunido con muchas de estas personas que fueron privadas de su libertad y cuando les digo: “¿Estás dispuesto a poner una denuncia”, de inmediato me dicen: “No, Mario. No me atrevería a hacerlo”. Justamente así funciona el miedo.
¿Los partidos de la alianza han recibido algún comentario de los morenistas deslindándose de esta violencia?
—No. Curiosamente leía unos comentarios que hizo el delegado de Morena allá, el senador Américo Villarreal, donde decía, palabras más, palabras menos, que yo no reconocía el triunfo de quien me había ganado dos veces.
Para nada. Es todo lo contrario; no tengo ningún empacho en reconocer a ninguna autoridad y menos a quien haya ganado una elección. Ese no es el tema y ellos lo saben. El tema no está ahí.
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¿Qué pasó durante la campaña, Mario Zamora fue agredido directamente?
—Tengo que reconocer, así como lo dije, que durante la campaña mi familia y yo pudimos recorrer todo el estado de sur a norte, de la costa a la sierra, con plena libertad. Sin embargo, tengo que admitir que, por las situaciones que veía y escuchaba, sin que las viviera yo personalmente, llegué a considerar dejar la candidatura, e incluso hablar con el resto de nuestros compañeros y decirles que igual y nos bajábamos todos.
Yo creo que ninguna posición, por más honrosa que sea, está por encima de la vida de un sinaloense.