Las dos elegidas como aspirantes de los principales partidos políticos a lograr la presidencia de México en las elecciones de junio de 2024 exhiben propuestas claramente opuestas en algunos aspectos.
Se trata por un lado de la hasta hace poco jefa de gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien será la candidata del bloque oficialista de Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde; y es considerada favorita del actual presidente a sucederla.
Por otro, la senadora Xóchitl Gálvez, hasta hace poco prácticamente una desconocida que logró contra todo pronóstico el apoyo de los partidos que conforman la coalición Frente Amplio por México –formada por los partidos tradicionales PAN, PRI y PRD– tras cinco años de una oposición casi inexistente y fragmentada.
En lo que sí coinciden ambas es que cualquiera de las dos puede alcanzar un hito sin precedentes para el país.
“Esta competencia es histórica porque nunca ha habido una presidenta mujer en México", dice la analista política Palmira Tapia.
"Y ya desde ese hecho tan simbólico, podríamos esperar una forma diferente de gobernar basada en que el ser mujer sí hace una diferencia en cuanto a prioridades para el país", agrega.
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“Ambas tuvieron que enfrentar y derrotar un sistema hecho por y para hombres. Que dos mujeres se hayan abierto camino en este deporte de contacto tan rudo como es la política mexicana tiene un gran mérito que hay que valorar”, coincide el experto en comunicación política Luis Antonio Espino.
Aún puede haber novedades respecto a la carrera electoral de cara al año que viene. Tras conocerse la designación de Sheinbaum este miércoles, el excanciller Marcelo Ebrard pidió como su principal competidor que se repita la encuesta realizada para su elección ante supuestas irregularidades detectadas por su equipo.
“El resultado es definitivo. Ninguna eventualidad pudo incidir de manera definitiva en el resultado final”, subrayó Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional de Morena, al presentar los apoyos obtenidos por cada aspirante entre los que destacó la ausencia del propio Ebrard.
También hay que permanecer atentos a lo que decida Movimiento Ciudadano, una formación que gobierna en dos de los estados con las economías más fuertes del país.
Aunque varios de sus dirigentes apostaron públicamente por acudir a las elecciones junto al Frente Amplio por México, el coordinador del partido aseguró que competirán en solitario con un candidato que será anunciado en diciembre.
Claudia Sheinbaum nació hace 61 años en Ciudad de México. Tiene un perfil técnico como licenciada en Física y con una maestría y doctorado en Ingeniería.
Para Espino, “resulta una paradoja que la aspirante a suceder a un líder social de masas como es López Obrador sea una tecnócrata, que es justamente lo que el populismo rechaza”.
Su primer cargo en la política llegó precisamente de la mano del actual presidente mexicano, cuando él era jefe de gobierno de la capital por el PRD y ella se desempeñó como secretaria de Medio Ambiente desde el año 2000.
Desde entonces se convirtió en una de sus más estrechas aliadas y lo acompañó en cada uno de sus intentos por llegar a la presidencia del país. Sheinbaum fue parte activa de la conformación de Morena en 2014, y solo un año después se convirtió en jefa de la delegación Tlalpan en la capital del país como representante de dicho partido.
En 2018 marcó un hito al ser la primera mujer elegida como jefa de gobierno de Ciudad de México. Uno de sus puntos fuertes en este cargo fue, precisamente, su conocimiento técnico que supo aplicar en políticas públicas, programas sociales y educativos.
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Sin embargo, una de las mayores polémicas que enfrentó fue probablemente las acusaciones por falta de mantenimiento del metro después de que un tramo de la línea 12 se desplomara en 2021 y causara la muerte de 26 personas.
En junio, Sheinbaum abandonó este puesto para centrarse en su aspiración presidencial.
Ser considerada como la favorita de López Obrador es una de sus principales ventajas entre los votantes más fieles de Morena, pero también le valió críticas de quienes la acusan de no tener identidad propia ni cuestionar jamás ningún resultado del actual gobierno mexicano.
“Uno de sus lemas, ‘Continuidad con sello propio’, es una frase totalmente contradictoria” que solo trataba de romper esa impresión sobre ella, opina Espino en conversación con BBC Mundo.
Los responsables de su campaña intentaron contrarrestar su imagen seria y algo lejana de la población con más apariciones en redes sociales, donde se la ha visto sonriente haciendo TikToks o tocando la guitarra.
Xóchitl Gálvez nació hace 60 años en un pequeño pueblo del estado de Hidalgo. Siempre ha subrayado sus orígenes indígenas y humildes —contó que vendía gelatinas mientras estudiaba secundaria—, los cuales han sido cuestionados por opositores y algunos viejos conocidos.
Ingeniera de formación, creó varias empresas en el sector por los que recibió varios reconocimientos, así como una fundación que apoya a comunidades indígenas con altas tasas de desnutrición y escasos recursos económicos.
Ingresó a la política en 2003 de la mano del expresidente panista Vicente Fox y fue nombrada directora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Intentó ser gobernadora de su Hidalgo natal en 2010, pero quedó en segundo lugar al frente de la coalición PAN-PRD.
Cinco años después sí logró ser elegida jefa de la delegación Miguel Hidalgo en Ciudad de México, y desde 2018 es senadora por el PAN.
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Pese a su currículum, su nombre era casi desconocido para la gran mayoría de mexicanos hasta hace apenas dos meses. En junio, logró la atención mediática cuando intentó intervenir —sin éxito— en la conferencia mañanera del presidente López Obrador, quien la había acusado de querer suprimir programas sociales. Ella lo negó rotundamente.
Desde entonces su popularidad creció como la espuma hasta destacar en el bloque opositor con un discurso mucho menos conservador que la mayoría de quienes fueron sus competidores internos.
A Gálvez se le ha visto desde andando en bicicleta hasta dirigiéndose a sus seguidores con un tono fresco lleno de desparpajo con el que ha querido transmitir una mayor autenticidad.
“Diría que tiene una capacidad ‘todo terreno’ para comunicar. Sabe prepararse en los aspectos técnicos cuando tiene que hablar de un tema serio. Pero cuando hay que comunicar con la gente, sin ser superficial, se vuelve simpática y alegre, diciendo las cosas como las siente y con un lenguaje que conecta con la gente”, reflexiona el consultor Espino.
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Esta estrategia de mostrar un perfil mucho menos tradicional que el de otras personalidades del PAN-PRI-PRD fue evidente cuando, en la celebración de su nombramiento oficial la semana pasada, Gálvez apareció acompañada de personas tan diversas como una madre buscadora, una mujer emprendedora y un representante de comunidades indígenas.
Analistas creen que ese discurso más amplio e incluyente responde al simple hecho de que el ‘votante duro’ de su coalición política va a apoyarla de cualquier modo, a fin de que haya un cambio de gobierno. Pero eso no le bastaría para ganar, por lo que debe dirigir sus esfuerzos para atraer también a las personas indecisas o a las desencantadas con el sexenio de López Obrador.
Tapia opina que “lo curioso con Gálvez es que está compitiendo con una propuesta muy similar a la que dio éxito a López Obrador de abogar por los pobres, políticas sociales, contra la corrupción… aunque algo más endulzada, para que sea también aceptada por esos sectores económicos que reprueban las políticas del presidente”.
Sin embargo, “sí podríamos prever el regreso de algunas políticas más acordes al modelo neoliberal que se han intentado en el país. Todavía no estoy tan segura de hasta dónde ella querrá dar revés a la forma en que se ha venido gobernando México”, agrega la politóloga en entrevista con BBC Mundo.
Lo cierto es que aún es pronto para conocer qué diferenciará en concreto a las propuestas electorales de cada una de ellas. Pero, atendiendo a su perfil hasta ahora, expertos ya identifican desafíos que tendrán que enfrentar para poder destacar respecto a su competidora.
“El reto de Sheinbaum es sin duda conectar, porque no es una persona que sea cercana ni tenga carisma. Y, sobre todo, comunicar cuál es el sello que ella le pondría a su gobierno para no ser vista solo como una extensión de López Obrador o alguien que está siendo controlada por él”, opina Espino.
Frente a los retos de cercanía y autonomía de la exjefa de gobierno de Ciudad de México, Gálvez tendrá que trabajar por lograr su diferenciación de otros nombres de la oposición y una mayor unidad entre grupos diversos.
“Su reto es llegarle a un público que rechaza visceralmente a los partidos de oposición y convencerles de que es diferente. Y por otro lado, debe seguir trabajando para aglutinar y resultarle atractiva a grupos muy diversos de la sociedad que a veces están hasta enfrentados entre sí: empresariado, pueblos indígenas, mujeres, personas de perfil tradicional, jóvenes progresistas…”, añade el experto.
También hay gran expectativa por ver cuáles serán sus posturas respecto a las políticas de género en un país donde hay diez feminicidios al día y donde las últimas iniciativas no lograron erradicar la violencia contra las mujeres que desangra a México.
“Aunque Sheinbaum –que es la que hemos visto hasta hace poco en un puesto de gobierno– no abandera una política abiertamente feminista, sí ha habido avances importantes en la capital y, más allá de discursos, es lo importante”, afirma Tapia.
“En este sentido, la competencia entre dos mujeres por la presidencia supone un mensaje muy poderoso, sobre todo para las nuevas generaciones. De eso no hay duda”, concluye.
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