San José.— Con una distancia de 49 años, 11 meses y un día, anteayer como el más nuevo socio de un club de 19 países americanos con apenas 29 presidentas y primeras ministras desde que María Estela Martínez viuda de Perón asumió el 1 de julio de 1974 como primera presidenta en Argentina y en América.

Ante la victoria de Claudia Sheinbaum, y en un historial de machismo y patriarcado, México entró al círculo: Argentina, Bolivia, Haití, Nicaragua, Ecuador, Guyana, Panamá, Chile, Costa Rica, Brasil, Trinidad y Tobago, Perú, Barbados, Dominica y Honduras, con presidentas y primeras ministras en ocho naciones.

Sheinbaum Pardo será la decimonovena presidenta en América y fue antecedida por las siguientes, de facto o constitucionales:

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María Estela Martínez y Cristina Fernández en Argentina; Lidia Gueiler y Jeanine Áñez en Bolivia; Ertha Pascal-Trouillot en Haití; Violeta Barrios en Nicaragua; Rosalía Arteaga en Ecuador; Janet Rosenberg Jagan en Guyana; Mireya Moscoso en Panamá; Michelle Bachelet en Chile; Laura Chinchilla en Costa Rica; Dilma Rousseff en Brasil; Paula Mae-Weekes y Christine Kangaloo en Trinidad y Tobago; Dina Boluarte en Perú; Sandra Mason en Barbados; Xiomara Castro en Honduras, y Sylvanie Burton en Dominica.

“En México, tan grande y que significa mucho en el concierto de naciones, esto es altamente simbólico”, afirmó la ecuatoriana Arteaga.

“No podemos decir que se ha desterrado el machismo ni de la política ni de la vida de la mayoría de nuestros países. Esa es una realidad dolorosa, pero este simbolismo de más mujeres en cargos de elección popular es alentador”, dijo Arteaga a EL UNIVERSAL.

“Una mujer llegará a la Presidencia de México a 70 años de que la mujer [mexicana] conquistó el voto. Esto no es casualidad”, alegó, por su lado, la costarricense Laura Chinchilla (2010-2014).

“México está, a nivel mundial, a la vanguardia del avance en participación política de las mujeres. Aprobó tempranamente leyes de cuotas y paridad de participación femenina, con un gran compromiso y apoyo de las instituciones electorales. Hace seis años, México conformó un Congreso paritario en las dos cámaras”, relató Chinchilla a este diario.

“Todo es producto de la lucha de las mexicanas y los hombres que creyeron en esa lucha. ¿Están superados los prejuicios contra las mujeres? No. Vendrá una etapa difícil [para Sheinbaum]. Los prejuicios prevalecen y son difíciles de desterrar de un día para otro”, anticipó.

Al respecto, la panameña Moscoso (1999-2004) recordó a este periódico que “se pensaba que una mujer no podía gobernar un país. Demostramos que las mujeres sí podemos. La mujer está tan preparada como cualquier hombre.

“En México dijeron: ‘Ya hemos probado mucho tiempo con hombres. ¿Por qué no una mujer, si la mujer está tan preparada como el hombre?’. México se ha sentido muy orgulloso de votar por su primera presidenta. Y el hombre ha comprendido que tiene que ayudarla a gobernar”.

Para la abogada costarricense Alejandra Mora, secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de Estados Americanos (OEA), “es histórico para México tener una mujer presidenta y estar a la altura del siglo XXI. En la zona sólo Honduras y Perú tienen presidenta, y Barbados con primera ministra”.

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Sheinbaum “tiene el reto de evidenciar y denunciar el doble rasero para juzgar a las mujeres en el ejercicio de la política, romper estos estereotipos que asocian el poder como cosa de hombres”, describió Mora a este diario.

“Y si bien la presidenta representa a todas las personas, tiene una responsabilidad histórica por las deudas existentes a favor de las mujeres en derechos y oportunidades, por lo que debe hacer un gran trabajo para garantizar el derecho a una vida libre de violencia de las mujeres”, añadió.

“Un paso importantísimo que México tenga presidenta. En un país históricamente machista, es posible que las mujeres lleguen a posición de máximo poder”, subrayó a este periódico, por su parte, la abogada venezolana Tamara Taraciuk, directora del Programa sobre Estado de Derecho del (no estatal) Diálogo Interamericano, de Washington.

“La gran pregunta es: ¿cómo gobernará? Sus desafíos son inmensos. Que sea mujer no significa que avance con una agenda de género. Hay enormes deudas pendientes en México en esta materia y la próxima presidenta será clave para avanzar con esta agenda. No está asegurado que lo haga por ser mujer”, advirtió.

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