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Tuxtla Gutiérrez, Chis.— En febrero de 2023, cinco hombres del Cártel de Sinaloa fueron detenidos por miembros de Maíz, grupo paramilitar al servicio del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), a la altura del puente Bacantum, en Mazapa de Madero, a tan sólo siete kilómetros de Motozintla, quienes después de ser interrogados murieron degollados con machetes.
“Motozintla tiene dueño”, proclama uno de los sicarios al momento que tira una cabeza al suelo en un video, mientras otros amenazan a sus adversarios del Cártel de Sinaloa: “¡Malparidos!”, “Hijos de la ver..!”, dicen.
La ejecución de los cinco hombres abrió un nuevo frente de guerra en la Sierra ese febrero de 2023, porque hasta ese momento la lucha entre las dos organizaciones criminales se libraba en Frontera Comalapa, municipio bajo control de Maíz y el Cártel Jalisco.
Viajar entre Motozintla a Frontera Comalapa era una actividad de alto riesgo para los jóvenes, que podían ser ligados con cualquiera de las organizaciones criminales y perder la vida.
En ese momento, la actividad comercial de Motozintla empezó a decaer. El transporte público dejó de circular entre ambas localidades porque los choferes eran acusados de servir a una u otra organización. Cuatro meses antes, en octubre de 2022, Motozintla vivía en una relativa paz, dice Javier Roblero, un hombre de 44 años que viajaba en transporte público entre ambas comunidades por la madrugada, para hacer trámites en la Secretaría de Relaciones Exteriores en Tuxtla a fin de emigrar a Canadá.
Aunque ya se hablaba de desaparecidos en 2022, a principios de 2023 las organizaciones se pertrecharon en la Sierra por la disputa de Motozintla, de unos 71 mil habitantes, y más de 400 comunidades que van desde los límites con Guatemala, hasta la costa y las montañas.
De pronto se escucharon enfrentamientos armados sobre la carretera federal número 201, que cruza la Sierra y los municipios de Frontera Comalapa y Motozintla.
Fueron incendiados camiones, tráileres y vehículos del transporte público que corrían entre ambos poblados. El recuerdo de los cinco degollados y los constantes choques entre los cárteles atemorizó a los habitantes que a partir de las 22:00 horas se encerraban en sus hogares. “Nadie salía después de esa hora”, dice Roblero.
“Nunca habíamos vivido todo esto”, dice el hombre, que aún recuerda que hace 10 años Motozintla sufrió una ola de secuestros hasta que los miembros de la banda fueron detenidos, pero ahora “nadie hace nada” por detener la violencia.
El temor de los habitantes era que Maíz y el CJNG tomaran la cabecera municipal.