Texcaltitlán, Méx.— Bajo vigilancia de la Guardia Nacional, la Secretaría de la Defensa (Sedena) y elementos de la policía estatal votarán los habitantes de Texcapilla el 2 de junio para elegir presidente o presidenta municipal.
El temor a represalias tras el enfrentamiento con integrantes de La Familia Michoacana el 8 de diciembre de 2023 y que dejó 11 delincuentes y tres civiles muertos, es latente.
El ambiente se percibe frío, pese a las temperaturas en esta región sureña de la entidad que llegan a los 29 o 30 grados. En las calles de la comunidad apenas se ven algunos vecinos caminando, priva la imagen de un pueblo fantasma que no logra recuperar la paz.
Al ver a un extraño, los pobladores corren a casa, no saludan. Se observan entre ellos, han desarrollado una especie de código para callar ante las preguntas.
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La certeza sobre que saldrán a votar existe, susurra una mujer que sale corriendo de la tienda tomada de la mano de su hija, mientras que la dependiente dice: “Un voto sale muy caro, es muy caro para los ciudadanos, por eso sí vamos a salir a votar, lo haremos para asegurar que la gobernadora [Delfina Gómez] va a cumplir con la construcción de una base militar en el campo de futbol y un cuartel para la policía estatal. Ya pasaron cinco meses desde su compromiso y no hemos visto que lleguen a construir”.
Esta vez, afirma, los vecinos saldrán a votar en libertad, sin precisar a qué se refiere. Aunque desconocen quiénes son los candidatos, quieren asegurar que de ganar el partido del que emanó la gobernadora, se materilice la vigilancia permanente en esta localidad.
“Es para nosotros lo primero que debemos pensar, aquí se vive con miedo, no se sale, no hay transporte público, no hay taxis ni camiones. Aquí estamos, no vamos a Toluca, no viajamos a Metepec, no hablamos con nadie y no queremos vivir esperando que se cumpla la amenaza de acabar con todos en el pueblo por haber enfrentado a la maña”, expresa la mujer.
Cerca del mediodía en inmediaciones de la escuela telesecundaria de Texcapilla, un grupo de brigadistas de Morena entregan folletos a unos vecinos, les intentan explicar quién es su candidata, pero los escuchan brevemente.
En el municipio hay bardas y pendones con los nombres de los aspirantes: Briseida Hernández Jaimes, de Sigamos Haciendo Historia; Jesús Mercado Escobar, de la coalición Fuerza y Corazón por Edomex, y de Agustín Vilchis Cruz, abanderado de Movimiento Ciudadano.
Aunque en Texcapilla lo que importa no es quién gobierne, pues la chica de la tienda opina que a este lugar nunca llega el presidente municipal en turno.
Al actual alcalde, Javier Lujano Huerta, del PRD, lo vieron alguna vez por enero del año pasado, llevó despensas que comprometió distribuir cada mes y nunca más supieron de él, de la policía municipal o de algún regidor, ni síndico.
Aun así, la gente está determinada a votar.
Los pobladores poco interactúan con los extraños, incluso a los elementos de seguridad, quienes ya son como de casa, los mantienen a distancia, les piden que revisen autos o camionetas foráneas, pero nunca les han dado sus nombres, ni tomado confianza, porque en el sitio todavía existe miedo.
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Los soldados cuentan con una especie de trinchera hechiza, son troncos cubriendo al elemento que recibe los datos de los visitantes, pregunta por las placas del vehículo, cuestiona la razón de la vista, informa a los superiores que salen de una vivienda.
“Aquí la zona sigue caliente, está muy caliente todo. La gente no habla y ven aquí a pocos elementos, pero estamos distribuídos, el lugar lo conocen bien aquellos [los criminales], pero nosotros cambiamos la estrategia”, revela el elemento de la Sedena.
A unos metros está el retén de policías estatales, también piden datos, toman fotografías y aseguran que “nadie va a querer hablar con ustedes. Yo digo que sí van a votar porque estamos aquí vigilando, pero todavía hay miedo”.
La razón del temor es que apenas 15 días atrás recibieron mensajes por parte de presuntos criminales asegurando que en cualquier momento de distracción por parte de la autoridad van entrar a Texcapilla, habrá represalias para quienes participaron en aquel enfrentamiento donde murió el líder de la célula de extorsión, Rigoberto de la Sancha Santillán, El Payaso.
“Aquí a la única que vimos fue a la gobernadora, pero su gente ha venido obligada, vinieron seguido, luego ya no han vuelto. El de seguridad y otros no regresaron, pero si queremos que siga aquí la vigilancia, hay que salir y votar”, opinó la joven entrevistada.
Pueblo sin gobierno
Llegar a Texcaltitlán es sencillo desde Toluca, luego de atravesar Zinacantepec el paso simula tranquilidad, porque adentrados en el sur comienzan a avistarse al pie de la carretera algunos retenes de la Sedena, la Guardia Nacional y otros de la Secretaría de Seguridad estatal, son varios puntos de vigilancia; incluso así, al llegar al centro, parece un pueblo sin habitantes. Sobre las calles no hay gente caminando, el parque y kiosco frente a la iglesia albergan varios negocios de nieves, sin consumidores, pero con mucho ánimo las vendedoras hacen chistes y platican entre ellas.
Sin embargo, al entrar al ayuntamiento la presencia de decenas de rostros de desaparecidos destaca en una especie de periódico mural de corcho, al centro de las escaleras entre el primer y segundo piso. En la comandancia no está el titular de seguridad municipal y tampoco hay regidores; el poco personal administrativo son secretarias, la mayoría da información contraria entre cada oficina, “no hay nadie porque habrá Cabildo”, “no está el regidor porque los Cabildos son los lunes y hoy es miércoles”, “el presidente ya viene”.
Con alguna suerte un par de familias encontraron en las oficinas personal que les informó sobre programas de apoyo y becas, pero se van desilusionados, dicen que pocas veces van las autoridades al palacio. “Es un pueblo donde no se ve quién gobierna”, dicen.
En el acceso principal destacan también algunos letreros del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) invitando a votar el 2 de junio, están pegados en un ventanal que cubre una oficina vacía.