Tijuana, B.C.— “A mí otra señora que venía de Guerrero me dijo que en el albergue en el que estaba conoció a un muchacho que le estaba ofreciendo cruzarla al otro lado, creo le cobraba 900 dólares. Me preguntó que si me interesaba, le dijera y me contactaba. Yo ya no le seguí esa plática porque no me voy a arriesgar con mis dos hijas a cruzar con coyote, más si vengo huyendo de mi pueblo”.
Lo anterior afirma Elena, nombre ficticio de una michoacana desplazada, como miles de mexicanos, porque huyó de su comunidad después de que asesinaron a su esposo y la amenazaron, por lo que ahora se encuentra en un albergue semivacío de esta ciudad fronteriza en compañía de sus dos niñas y de otras 10 mujeres con sus hijos que huyeron por situaciones similares de estados como Guanajuato, Guerrero, Jalisco y Michoacán, principalmente.
“Los albergues están casi vacíos como consecuencia del crimen organizado, de los cárteles, que están enganchando migrantes, a desplazados, ofreciendo cruzarlos por 900 o mil dólares, porque la gente se desespera en los trámites de asilo, que en ocasiones tardan varios meses”, dijo a EL UNIVERSAL Albert Rivera, director del albergue Ágape.
Este lugar, por los rumbos de la carretera hacia Playas de Tijuana, tiene capacidad para 700 migrantes y hasta hace algunos meses estuvo lleno. Sin embargo, actualmente sólo una veintena de personas, sobre todo mexicanas desplazadas por la violencia y una familia hondureña, son los huéspedes del refugio, donde varios niños juegan al baloncesto y los más pequeños corren por los pasillos vacíos.
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Ana, nombre ficticio, oriunda de un poblado cercano a Salvatierra, Guanajuato, también con dos hijas, una adolescente que la abraza con tristeza y una pequeña que juega con una muñeca y pide dulces a los visitantes, tiene temor de hablar de su tragedia que la trajo huyendo a Tijuana, y en donde aún no tiene fecha para obtener cita para su posible asilo en Estados Unidos.
A ella también, cuando sale a la calle a comprar, se le han acercado jóvenes a ofrecerle “el servicio” para cruzar a Estados Unidos.
“Ya es algo común. Hay toda una mafia que está operando con coyotes o polleros, algunas veces incluso en el interior de los albergues, en otras, están al acecho en los alrededores. Es un negocio millonario, porque los cárteles ya están controlando los pasos que existen para cruzar a Estados Unidos y desafortunadamente la Guardia Nacional no actúa”, comenta el también pastor Albert Rivera.
Explicó que la tardanza en la aplicación CBP One, creada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos para que los migrantes puedan realizar directamente gestiones de asilo desde sus celulares, está provocando esta nueva modalidad de crimen, de coyotes coludidos con los cárteles que controlan los pasos a través del muro fronterizo.
“Ellos, los coyotes y cárteles, tienen una lista y cuando Estados Unidos abre eventualmente las cortinas para dejar pasar en determinadas fechas a cierto número de migrantes, unas 200 o 300 personas, el crimen es el que decide a quién deja pasar, obviamente, por medio de este cobro de 900 dólares. Son zonas ya controladas por los cárteles desde Tijuana hasta Mexicali”, aseguró.
Expuso que en los últimos cinco meses cruzaron irregularmente, sólo por Tijuana, 182 mil migrantes, según cifras de Estados Unidos, lo cual se traduce en ganancias de 163 millones 800 mil dólares: “Negocio redondo y millonario para el tráfico de migrantes, que es una cifra muy baja, porque son sólo los que detectó o deportó Estados Unidos y sólo en esta zona fronteriza”.
“Están tan organizados que saben cuándo van abrir las puertas o por cual zona pueden brincar el muro con más facilidad. La Guardia Nacional y el Ejército ahí andan, pero no hacen nada, hay mucho dinero de por medio como para intervenir”, añade Rivera.
El pastor, quien se encuentra bajo el mecanismo de protección federal para periodistas y activistas de derechos humanos, dijo que con la Ley SB4 en Texas, los migrantes y desplazados optan por intentar cruzar a Estados Unidos por Nuevo México, Arizona y California, lo que incrementará el flujo por Tijuana y las ganancias para los grupos delictivos. EL UNIVERSAL realizó un recorrido por varios albergues de Tijuana, donde se concentraban en sus alrededores cientos de migrantes y desplazados, pero en prácticamente todos el panorama era el mismo: semivacíos adentro.