Nadie en su familia es político ni le interesó militar en un partido, sólo a él. A sus 39 años, Ricardo Anaya Cortés aspira a ser Presidente, anhelo que construyó y vio posible cuando asumió la dirigencia del PAN.

De niño soñaba con ser astronauta, veterinario o doctor; quizá esa aspiración de tripular naves espaciales colocó en el panista el chip para protagonizar una meteórica carrera.

El Cerillo, como también se le conoce desde su adolescencia por el color de su cabello, es maestro en Derecho Fiscal por la Universidad del Valle de México y doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM, de donde egresó con una mención honorífica.

Pero también es un ave de tempestades. En su carrera política ha sembrado lealtades, pero también ha sido tachado de “traidor” y de no cumplir su palabra, como lo acusó en su momento su antecesor en la dirigencia del blanquiazul, Gustavo Madero.

Gusta de comer enchiladas, sobre todo las queretanas. Se dice autodidacta. Le gusta cantar y bailar, aunque no sea muy virtuoso. No toca ningún instrumento musical de manera profesional, pero tiene la noción de tres o cuatro de ellos; su favorito: el piano. La música lo relaja.

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