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El debut de Ricardo Anaya Cortés como precandidato de PAN a la Presidencia fue en soledad. Apenas un puñado de personas acudió a la plaza donde abrió su precampaña con una conferencia de prensa.

A un lado una señora de edad avanzada lo escucha y de vez en cuando aplaude. Al fondo un perro retoza ante el sol.

El calendario dice que faltan más de 100 días para la elección presidencial. Anaya Cortés ha definido su objetivo, “ser el próximo Presidente de la República”.

Dejó atrás su camisa blanca, saco azul y zapatos negros boleados. La indumentaria de presidente panista se quedó en su clóset y cambió el atuendo para recorrer su estado.

Debuta como aspirante presidencial. Botas café, de las llamadas todoterreno, un pantalón de lona azul y una chamarra de pluma de ganso para mitigar el frío.

El panista visita cinco municipios y tiene 10 eventos. Anaya quiere visitar el mayor número de localidades. Visita empresarios, busca ciudadanos, dialoga con diputados y con militantes del PAN, PRD y MC. Lo mismo se reune con comunidades indígenas que asiste a una posada en donde hasta porra le componen: “¡Un hombre que no nos falla, presidente... presidente, se llama Ricardo Anaya!”.

En su agenda le preparan un saludo a miembros de la Caravana Migrante que vienen de Estados Unidos a visitar a sus familiares.

Es el primer día y Ricardo Anaya Cortés se mira ya en la candidatura del Frente Ciudadano por México.

Anaya identifica a sus rivales a vencer en esta precampaña que apenas comienza. Sigue su camino y deja atrás un evento triste, en solitario.

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