Solo cuando Jacob nació, ocho semanas antes de lo previsto, sus padres pudieron notar que le faltaba la mayor parte del brazo izquierdo.
El niño ya tiene cinco años, pero por los últimos tiempos, una de las tareas de sus padres, Gemma Turner y Chris Scrimshaw, ambos británicos, fue crear una campaña para poder financiar los 21 mil dólares que les costaba hacerle una prótasis funcional a su medida.
La campaña, según los padres, fue difícil por tener que pedir dinero para ayudar a su hijo, pero la respuesta de la gente les dejó boquiabiertos: al punto de que incluso un donante anónimo les envió 8 mil dólares y les contó que tenía una enfermedad terminal y que no le iba a alcanzar el tiempo para terminar de hacer las cosas que quería en la vida.
Pero recaudar el dinero fue solo el primer paso.
Y es que el sistema de salud de Reino Unido y la mayoría de las compañías consideran que una prótesis de este tipo no es una opción cuando la extremidad termina por encima del codo.
Pero los padres no se dieron por vencidos y contactaron con una compañía que diseñó un brazo para Jacob.
La familia quería un codo que se pudiera colocar en diferentes posiciones, un mecanismo de agarre y una mano modular que se pueda cambiar por otras herramientas.
Finalmente, el resultado fue una prótesis grande, verde y con temas de superhéroes.
"Era lo que Jacob quería, incluso tener una mano más grande, por lo que el tema es perfecto", cuenta Ben Ryan, creador de la prótesis.
El menor ahora juega con su prótesis y, según sus padres, uno de los momentos más emotivos fue cuando pudo abrazar por primera vez a su hermano menor.
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