El apunte

A un año del sismo, siguen sin local comercial

A un año del sismo, siguen sin local comercial
28/09/2018 |09:03
Redacción El Universal
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Desde hace un año, la vida y ritmo de trabajo en el negocio “Piñatas Mena Bambolinos” cambió cuando cerraron el local por los daños que sufrió durante el sismo del 19 de septiembre.

Por: Cristina Hernández

Hugo Mena se dedica a la elaboración de piñatas. Durante 12 años su establecimiento fue característico por su colorido, al exhibir varias figuras infantiles en el Circuito Interior. Desde el 20 de septiembre de 2017 hasta ahora no han conseguido un lugar para hacer y vender sus productos.

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A un año del sismo, siguen sin local comercial

Hugo recuerda que la tarde del 19-S entró con su esposa al local, vieron las piñatas tiradas y llenas de polvo. Se dieron cuenta de que había grietas y daños significativos, además el personal de Protección Civil no los dejaba acercarse debido al riesgo de que el edificio colapsara.

La familia Mena estuvo meses en la incertidumbre hasta que después de mucho insistir, las autoridades y el dueño del edificio les notificaron la demolición del inmueble que estaba en el número 288 de la esquina de Melchor Ocampo y Río Tiber, pero no precisaron si habría una reconstrucción.

A un año del sismo, siguen sin local comercial

A un año del sismo, el dueño del edificio no se ha puesto en contacto con ellos ni les avisó qué pasaría. Hugo se dio cuenta que habían tirado el lugar hasta que pasó por ahí, “al parecer van a hacerlo estacionamiento”, comenta.

La familia rentaba en la planta, ahí fabricaban y exhibían las piñatas. Todos sus ingresos provenían de este negocio. Desde el 20 de septiembre del año pasado se han dedicado a buscar un local nuevo para seguir trabajando, pero aún no encuentran el adecuado.

A un año del sismo, siguen sin local comercial

Por esta razón ahora ocupan como taller y almacén la parte alta de la casa donde viven los padres de Hugo. La mayoría de los cuartos también están ocupados por piñatas en proceso de secado o próximas a su fecha de entrega.

Según cuenta Hugo, aún tiene más de treinta piñatas del año pasado que no han logrado vender debido a que ya no puede exhibirlas. Por eso, los fines de semana él regresa a un local del Circuito Interior, también propiedad de su padre, para hacer la entrega de algunas figuras que le hacen sobre pedido.

A un año del sismo, siguen sin local comercial

“Tratamos de sacar semanalmente la producción para que no se nos junte ni se maltrate. Batallamos en la cuestión del secado porque no hay espacio suficiente y como ahorita es tiempo de lluvias la producción es más lenta porque no podemos guardarla en otro lugar que no sea aquí”, asegura Hugo.

En la tienda tenían más espacio, podían hacerlas, almacenarlas o terminar lo que hiciera falta. Después del sismo ocuparon un departamento que les prestaron cerca de Azcapotzalco para guardar las piñatas del local.

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“Ha sido un proceso muy difícil en el cual te ves en desventaja para seguir laborando. Las autoridades me ofrecieron un crédito que no tomé porque no tenía un ingreso seguro y no me quise aventurar a tomar un dinero que no sé si voy a poder pagarlo o no. Ese fue el único acercamiento que tuvimos”, dice.

Hugo recuerda que su bisabuelo, Julio Mena, inició el negocio que ahora ya es familiar porque les enseñó a sus hijos y nietos cómo elaborar las piñatas tradicionales. Ademá fue el primero en exhibirlas cuando las ponía a secar afuera de su casa que estaba sobre el Circuito Interior. Ahora los sobrinos e hijos de Hugo también saben y conocen el negocio aunque casi no participan en él.

"La tradición de las piñatas fue pasando de generación en generación, cada quien aportaba ideas", porque al inicio se hacían con carrizo y papel periódico, después con ollas de barro para formar las estrellas de las tradicionales.

Con los años vieron que tenían poca variedad y se dieron cuenta de que podían hacer todo tipo de figuras, también imitar las caricaturas de moda y así atraer la atención de los niños. Ahora la mayoría son de periódico, cartón y se pintan a mano, por lo que todo el trabajo es artesanal.

Incluso, cuando se viralizó el caso de Ricardo Ibarra “el niño concha”, a quien le organizaron una fiesta infantil de conchas en Veracruz, la empresa Bimbo contactó a Hugo Mena para pedirle una piñata en forma de concha y llevársela al pequeño.

Este fue un pretexto para darle promoción a las piñatas Mena, pero Hugo reconoce que hay temporadas muy bajas debido a que la producción ha decaído por el poco espacio y tiempo que tienen de hacer entregas. Además, la exhibición de las figuras en el Circuito era la forma en la cual ellos se daban a conocer y ahora solo recurren a su página de Facebook y las recomendaciones de sus antiguos clientes.

Hasta ahora no han encontrado nada a un precio que sea accesible para ellos, requieren un espacio más grande pero que no sea tan caro. Además asegura que no sabe cuánto tiempo va a llevar recuperarse de esta situación, “le estamos echando muchas ganas para salir de esta situación que es triste y desgastante, queremos que a finales de este año ya podamos estar más estables”.