Tlalmanalco, Méx.— Los ancestros de Josefina, María Judith y Gabriel fueron muy afortunados. A sus tatarabuelos, bisabuelos y abuelos les llegaba un gran caudal de que aprovechaban para su consumo y hasta para sus tierras de cultivo, pero eso ya cambió.

Desde hace unos años el líquido que reciben Josefina, María Judith, Gabriel y miles de habitantes del suroriente del Estado de México disminuyó de manera considerable.

En tiempos que no hay lluvias sí disminuye el agua, hace 10 años teníamos agua todo el día, hay veces que hasta dos semanas no hemos tenido en tiempo que no hay lluvias y en tiempo de lluvias sí hay agua diario y luego al fontanero se le cae mucho el agua, se desaprovecha, seguido se le desparrama la caja, ahí se ve, nada más sufrimos en temporada de secas”, contó Gabriel, habitante de San Miguel Tlalmimilolpan, una comunidad de Tlalmanalco que se encuentra cerca del volcán.

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Los escurrimientos de la montaña llegan a los sistemas hidráulicos, pero en una cantidad menor a la de años anteriores, dice edil. Foto: Diego Montesinos
Los escurrimientos de la montaña llegan a los sistemas hidráulicos, pero en una cantidad menor a la de años anteriores, dice edil. Foto: Diego Montesinos

“Ya no es mucho lo que hay, pero sí, a veces cae poca, a veces no cae, a veces tantita, a veces cae con tierra, entonces no se ocupa para nada, nada más para los baños y la ropa, porque es lo único para lo que se puede ocupar, para tomar no, es muy malo”, narró María Judith, otra habitante de la región.

“Ahorita no, pero en tiempo de secas falta bastante (el agua). Ya aminoró, porque ya todo de por allá es gente nueva y pues la ocupa. Nomás para los quehaceres y para lavar, para bañarse, para el baño por ejemplo, más que nada por todos esos animalitos que andan ahí.

“Es de los deshielos, pero sí viene muy sucia, yo creo que viene golpeándose, llega sucia y hay veces que ni para lavar”, comentó Josefina, otra de las vecinas.

De acuerdo con habitantes de la región de los volcanes, el agua de los deshielos llega muy sucia, por lo que solo la utilizan para actividades domésticas y no para su consumo. Foto: Diego Montesinos
De acuerdo con habitantes de la región de los volcanes, el agua de los deshielos llega muy sucia, por lo que solo la utilizan para actividades domésticas y no para su consumo. Foto: Diego Montesinos

Hay una razón que explica esa problemática. De los 11 glaciares que existían en el volcán Iztaccíhuatl ahora sólo quedan dos que podrían desaparecer en cualquier momento debido al cambio climático, vaticina Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“En el inventario glacial de 1958 se reportaban 11 masas de hielo, hoy en día solamente persisten dos que son sumamente vulnerables, porque el día menos pensado van a desaparecer y muy rápido, porque están en condiciones en las que no deberían de existir”, explicó.

El más reciente glaciar que se extinguió fue el de Ayoloco en 2019. Los dos que aún permanecen en el cuerpo del volcán “en la panza y el pecho”, pero “son cuerpos realmente pequeños y no solamente estamos hablando de pequeños en términos de área, también en términos del espesor, cada vez hay menos espesor que en las décadas anteriores”, comentó el investigador.

“Una vez que desaparecen estas masas de hielo no existe la posibilidad de que estos se regeneren, a menos que se reviertan las causas que ocasionaron su desaparición, es decir, si bajara la temperatura nuevamente podríamos tener precipitación sólida que permanezca en la montaña a lo largo de todo un año, por varios años, para poder regenerar un glaciar, como esta situación no es la que existe en realidad lo que estamos observando es la desaparición de todas las masas de hielo del Iztaccíhuatl”, explicó.

El geofísico de la UNAM dijo que en realidad las masas de hielo de la mujer dormida, como también se le llama al volcán, ya deberían estar extintas por completo desde hace varios años, debido a la actividad del ser humano, pero están resguardadas dentro de una serie de oquedades.

Los glaciares en el siglo 20 no fue ron grandes extensiones de hielo, desde 1958 que se hizo el primer inventario glacial no se rebasaban los tres kilómetros cuadrados.

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El hielo glacial actual en todo México no llega ni siquiera a medio kilómetro cuadrado.

Los glaciares mexicanos han sido siempre muy vulnerables, porque la temperatura promedio anual en la región central ha aumentado a mayores altitudes. Una prueba es que hace varios años no había moscas a más de 4 mil metros de altura y ahora sí las hay, al igual que vegetales y especies de fauna que ocupan espacios a esas alturas.

“Al desaparecer cuerpos de hielo, como el glaciar de Ayoloco, tenemos que ver hacia atrás que en las décadas anteriores cuando existía el glaciar durante la época de secas, el glaciar se fundía y soltaba su agua e irrigaba la ladera occidental de la montaña y el agua llegaba a Amecameca y al occidente del Estado de México, hoy en día esas aguas ya no existen”.

Consecuencias sociales

Rebeca López Reyes, directora del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa Centli, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), advirtió que por la falta de agua de deshielo podrían incrementarse los conflictos sociales entre los residentes de las comunidades que dependen de los escurrimientos provenientes del Iztaccíhuatl.

“El cambio climático que está influyendo en este tema de la desaparición de los glaciares, obviamente minimizan los escurrimientos, hay menos y están totalmente en el abandono, pues sí se ve afectada la población rural”, mencionó.

Hace más de 30 años la investigadora Rebeca López hizo un aforo del agua de deshielo en la zona de Dos aguas, ubicada en la parte alta de Tlalmanalco por donde llegan los escurrimientos de La volcana, como le llaman los lugareños al Izta y registró 340 litros de agua por segundo en periodo de estiaje, 30 años después calcula que son 80 litros de agua por segundo, menos de 200%.

“Hay menor caudal, cada vez es menos y se incrementa el desabasto con el tema del aumento de la población y de la demanda, entonces hay una menor disponibilidad y mayor demanda, eso provoca conflictos sociales, en el caso de Amecameca, por ejemplo, hay colonias que tienen una severa escasez en el periodo de estiaje, aunado al tema de los deshielos que son flujos permanentes que son utilizados por los sistemas de agua potable, entonces los sistemas no están operando de la mejor manera, son caducos, de baja capacidad de almacenamiento y eso complica aún más”.

La alcaldesa de Amecameca, Ive-tte Topete, reconoció que la población del municipio ya sufre por la escasez del agua de deshielo. Los escurrimientos de la montaña llegan a sus sistemas hidráulicos, el Morelos y Ramos Millán, pero en una cantidad menor a la de años anteriores.

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“Estamos casi casi viviendo de las lluvias, porque las lluvias son las que hacen que haya humedad en la tierra y así podemos tener un poco de escurrimiento. Otra parte de Ameca vive de la extracción del pozo y otra vive de lo que se bombea de los tlachiques de Tenango del Aire, estamos teniendo muy poco deshielo del volcán, realmente siempre estamos esperando la lluvia, porque dependemos de la lluvia para tener agua prácticamente”, explicó.

“La verdad estamos muy preocupados (...) estamos extrayendo agua de pozo y eso es preocupante porque ahorita que no hay sequía, que hay lluvias, estamos viviendo del pozo y su caudal no es suficiente para las necesidades de la población”.

Por la desaparición de los glaciares las nevadas ya no son duraderas en las cimas del Iztaccíhuatl y del Popocatépetl, porque en un día o máximo dos desaparecen, lo que impide el aprovechamiento de los escurrimientos. En esta temporada otoñal, en la que la temperatura ha descendido no hay reporte de caída de nieve, por lo que los volcanes no tienen casi hielo en sus partes altas.

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