TLALNEPANTLA, Méx.- Con los ojos hinchados por las lágrimas y cubriéndose el rostro Aritzi, las dos mujeres llamadas Ana Karen y Cecilia escucharon en la burbuja de seguridad de la sala 10 de los juzgados de control de Barrientos la determinación de la juez de vincularlas a proceso a ellas y a Eduardo y Carlos, por el homicidio del empresario Iñigo Arenas Saiz, quien murió dentro del bar Black Royce.
La preocupación de las jóvenes al quedar vinculadas a proceso y por ende recluidas en el penal de Barrientos, además de perder su libertad son sus hijos, pues prácticamente todas son madres de familia que trabajaban para mantener a sus pequeños, señalaron familiares y especialmente las abuelas que asistieron a la audiencia.
A sus 24 años, una de las detenidas tiene una bebé que está por cumplir un año y una niña de 7 años, que ahora quedarán bajo el cuidado de su abuela, quien también tiene que trabajar para sobrevivir.
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El argumento de la juez y del Ministerio Público, fue que cada uno de los seis empleados del bar Black Royce cumplió un papel específico para retener y seguir dando de beber al cliente el que manifestó en varias ocasiones que se quería ir porque tenía mucho sueño, sin embargo para que se le bajara la embriaguez, una de ellas puso un polvo verde en el vaso con agua de Iñigo, “que es una droga que utilizan para bajar la borrachera”, señaló en su declaración Ricardo, gerente del bar quien de detenido pasó a ser testigo.
En la audiencia de vinculación a proceso que se prolongó por 16 horas, la juez describió la forma en que ellas ofrecieron su compañía a Iñigo dos de ellas con vestidos de color negro, otra en rojo y una más en lencería blanca, quienes de forma inicial consumieron “4 rondas de caballitos de tequila”, en la mesa del Black Royce.
Sin embargo al pasar a una sala VIP, el servicio implicaba que por cada una de las mujeres de compañía, el cliente tenía que pagar una botella, por ello la cajera del lugar le aplicó el cobro de 40 mil pesos, en la tarjeta bancaria de Iñigo Arenas, por el consumo de cuatro botellas de champaña Moet Chandon y Pata Negra.
El papel de las cuatro mujeres, relató la juez, atender y mantener alerta al cliente con el que bebieron, le bailaron y estuvieron en un salón VIP a oscuras, hasta que una de ellas encendió una luz y se percató que tenía los dedos y los labios morados, por lo que dieron aviso al jefe de meseros y jes del bar.
Las cuatro jóvenes en el inicio de la audiencia salieron optimistas y saludaron con señas a sus madres, hermanos y padres que asistieron a la sala 10 de los juzgados de Barrientos, hasta donde se escuchaban los gritos de sus compañeras que se manifestaban en la calle diciéndoles “¡No están solas!”, “¡Justicia!” y ¡Libertad”.
No obstante, su ánimo decayó cuando después de las 10 de la noche escucharon los argumentos de la jueza, que se prolongaron por tres horas, para vincularlas a proceso, momento en el que rompieron en llanto y sus peinados de chongo alto con los que iniciaron para ese entonces también estaban deshechos, al enterarse que permanecerán en prisión por varios meses mientras dura el proceso penal, en el que se determinará si son o no culpables del homicidio del empresario de 41 años.
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