Toluca, Méx.— Acceder hasta las comunidades más alejadas, en medio del bosque y en la franja más vigilada por grupos del crimen organizado, es una de las vicisitudes que deben sortear los maestros del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) que llegan a la zona sur de la entidad mexiquense para impartir clases a hijos del personal de los circos en municipios como Tejupilco, Amatepec, Texcaltitlán y Luvianos, pero también a niños de las comunidades aledañas.
Berenice Olmos, coordinadora territorial del Conafe, reconoció en entrevista con EL UNIVERSAL que llegar a las comunidades mencionadas es complicado y ha sido un reto difícil de la propia institución que por más de 54 años ha trabajado de esta manera, pues la región sureña es considerada como de riesgo.
La premisa de llegar hasta donde se instalan los circos, como es Valle de Chalco y Chalco, en la Zona Metropolitana, así como en los límites de Michoacán, el Estado de México y Guerrero, es para evitar que las familias deban separarse por motivo de su actividad, pues identificaron que muchos de los niños no estudian a cambio de acompañar a sus padres a rodar en el circo o se quedan con algún familiar en sus lugares de origen para continuar con su educación, dejándolos en el abandono o vulnerables.
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Dijo que son maestros voluntarios quienes hacen servicio social y a cambio reciben una contribución de 4 mil 200 pesos mensuales, lo que ha complicado la permanencia de los docentes, pues al iniciar el programa federal Jóvenes Construyendo el Futuro, que tiene un pago por 7 mil 500 pesos, hubo una importante deserción en el programa de voluntarios de Conafe, ya que el salario es superior en el otro esquema federal y las condiciones no son adversas.
Otro objetivo del programa es que los niños no se queden analfabetas, mientras deben acompañar a sus padres en la ruta de los circos o sean abandonados con algún familiar durante el tiempo del ciclo escolar.
De los 395 alumnos de preescolar a secundaria que atiende el Conafe en circos, 50 viven en el Estado de México y la mayoría en la zona sur de esta entidad.
Berenice Olmos explicó que este programa tiene como objetivo “llegar a donde nadie más tiene acceso, ni siquiera los maestros rurales del gobierno, ya sean estatales o federalizados, ahí es donde llega un maestro de Conafe. Atendemos a la población circense, migrante, de manera específica a mí me toca atender los circos en todo el país”.
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Subrayó que el impacto del programa educativo en los circos es tan importante que niños de la propia comunidad, aunque no sean hijos o trabajadores de los circos, pueden acudir y en el caso de los municipios de la zona calificada como tierra caliente, colindante con Michoacán y Guerrero, por ejemplo, Luvianos o Tejupilco, llegan niños de otras comunidades que hacen hasta cinco horas en automóvil y que llegan al lugar para tomar las clases.
“Los maestros a veces van sembrado más maestros en el camino, los papás buscan la manera de acercar a los hijos a estas actividades y son acuerdos que van generando los muchachos cuando inicia un nuevo ciclo escolar, asumen una dinámica que suena complicada, pero con la intención de que los niños sigan sus estudios”, puntualizó.
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La coordinadora detalló que además del territorio mexiquense, es la Ciudad de México en donde han enfocado el trabajo de los maestros que prestan sus servicios para este programa, pero en este caso está, sobre todo, destinado a menores migrantes y niños de zonas como Tepito, en la zona comercial la población Triqui, en la alcaldía Cuauhtémoc, entre otros puntos donde identifican que los niños no reciben la atención debida, especialmente por las condiciones laborales de sus padres.
Berenice Olmos añadió que hace un ciclo escolar, Conafe atendía a menores de un circo en Texas, a distancia por la pandemia, pero en este ciclo comenzaron la implementación de estrategias a distancia y también llegan a un circo en Colombia.