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Chalco, Méx.—Carlos García carga un cilindro de gas de 20 kilos, pero lo hace caminando sobre las pestilentes aguas residuales que mantienen en la zozobra a miles de habitantes de varias colonias de Chalco desde hace 19 días y lo sube a una de las lanchas que se han convertido en el único medio de transporte para los damnificados de las inundaciones más severas en la historia de esa zona del municipio en el siglo 21.
Carlos y su compañero Alvaro Jiménez, son operadores de grúas en la metrópoli, pero dejaron esa actividad unos días para ir a esa localidad mexiquense y ayudar a los habitantes de la colonia Jacalones 2 a trasladarlos de un lado a otro en una de las lanchas de la Cruz Roja por las calles inundadas de aguas negras.
Su labor no es nada fácil porque a parte del peso que llevan en la barcaza, deben darle la dirección adecuada para que no choquen contra las paredes de las viviendas, postes y vehículos que están atrapados en las calles y no pongan en riesgo a los habitantes que viajen con ellos.
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“Se hace lo de un mes en el gym aquí. [Lo más difícil] es cuando la gente se desespera, quieren ayuda, es lo más pesado”, contó Carlos, quien va en el lado izquierdo de la lancha y en el otro extremo va Álvaro, los dos atentos a no meterse a una coladera abierta mientras jalan la embarcación de la benemérita institución.
Los trayectos que realizan tardan de 15 a 20 minutos, en promedio, pero cuando reparten comida a las familias que no han abandonado su casa, les lleva de 40 minutos a una hora. También entregan medicinas y llevan a los doctores o enfermeras a aplicarle vacunas a los niños o personas de la tercera edad que no pueden acudir a los módulos que se instalaron en las colonias que resultaron con mayores afectaciones.
Por el buen humor que les caracteriza los dos voluntarios hacen reír a los vecinos mientras se suben a la lancha porque quieren que se les olvide un poco la tragedia que viven en estos días.
Lo más doloroso que han visto en esa labor que llevan a cabo es transportar a personas en sillas de ruedas que tienen que acudir a citas médicas o para salir de sus casas anegadas. También les duele ver a los animales, principalmente, perros que deambulan por las calles inundadas de Jacalones y Culturas de México.
En una jornada realizan hasta más de 30 viajes que los dejan exhaustos, pero lo hacen con gusto porque se han dado cuenta que la gente de esas comunidades requiere el apoyo de toda la población.
“Gracias” es la palabra más gratificante que escuchan y que los impulsa para llevar a cabo esa labor altruista.