Tepotzotlán, Méx.— Pocos quieren sembrar magueyes y, por ende, la ha disminuido en el Pueblo Mágico de Tepotzotlán, en el Estado de México, donde la mayoría de productores oscilan entre los 50 y hasta los 80 años de edad buscando preservar la tradición mexicana y la bebida de los dioses.

“La preocupación es que los productores son poseedores de tierra y tienen familia, pero esa familia, los hijos, no quieren seguir. Ya no les gusta, mejor se dedican a meterse a una empresa o fábrica”, dijo Rogelio en medio de su magueyera en la que produce entre seis y 10 litros de pulque diariamente.

No hay un censo oficial de cuántos magueyeros existen en Tepotzotlán. Y como parte de una estrategia para incentivar tanto a los y a la población en general, existe una ruta turística en la que participan al menos 10 personas que se dedican a sembrar plantas de maguey y posteriormente extraer el agua miel o producir el pulque.

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Al día, Rogelio produce en su magueyera entre ocho y 10 litros de pulque, raspando cinco agaves. Foto: de Hugo Salvador
Al día, Rogelio produce en su magueyera entre ocho y 10 litros de pulque, raspando cinco agaves. Foto: de Hugo Salvador

La preocupación radica no sólo en observar cómo ha cambiado el paisaje de algunas parcelas, en las que anteriormente se podía ver que los terrenos eran cercados por las plantas verdes con espinas, en las que la alusión a grabar el nombre en una penca emocionaba a los enamorados.

Ahora son muy pocos los que siembran y, además, la producción del pulque se ha reducido, incluso al autoconsumo y no a la venta, puntualizó Alonso Estrada, organizador de rutas turísticas en el municipio mexiquense.

Hay magueyeras en el centro de Tepotzotlán, en medio de las naves de logística que han ido creciendo y ganando terreno poco a poco; en Santiago Cuautlalpan y en los pueblos altos como Cañada de Cisneros, Magú, Los Dolores y San Miguel Cañada los pocos agricultores que quedan cuidan de manera meticulosa cada planta a fin de poder verla crecer, llegando a esperar más de siete años para que alcancen una altura superior a los cinco metros.

“Nadie lo quiere sembrar, nadie quiere trabajar el agave. Todos queremos tomar pulque, pero muy poca gente está apostando. Son importantes no sólo porque se siembre, sino porque además son espacios de absorción de agua; aquí abajo pasan ríos, literalmente, que nos surten a los pozos de toda la parte que no suministra el Sistema Cutzamala.

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Sembrar magueyes es importante porque son absorbentes de recursos hídricos y parte de la cultura del pueblo. Foto: de Hugo Salvador
Sembrar magueyes es importante porque son absorbentes de recursos hídricos y parte de la cultura del pueblo. Foto: de Hugo Salvador

“Por eso es importante, porque son absorbentes de recursos hídricos y son parte de la cultura del pueblo”, declaró Estrada.

Don Rogelio Reyes explicó en entrevista con EL UNIVERSAL que lleva apenas cinco años en este oficio, que ha pasado en su familia de generación en generación y el cual decidió adoptar después de jubilarse, encontrando no sólo una forma de pasar el tiempo, sino una actividad que le llena, aunque reconoció que no es nada sencillo porque aparte de la mano y la sapiencia que se necesita, cuando llueve se ha encontrado con la dificultad de que se junta el agua de lluvia con el aguamiel y eso ya no sirve.

En la magueyera de Rogelio, ubicada en el pueblo de Santiago Cuautlalpan, producen diario de ocho a 10 litros de pulque, raspando cinco magueyes desde las siete u ocho de la mañana y por la tarde, a las cinco o seis, vuelve a raspar para extraer más líquido. Todo esto en un terreno de casi una hectárea, en el que caben más de mil plantas productoras de esta bebida.

Al maguey no sólo se le puede sacar el pulque, sino que también hay fibra, gusano blanco, chinicuil y más productos y todo se aprovecha.

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“Viene el señor de la barbacoa a comprar pencas para el horno o viene el señor de las vacas y junta el centro y lo hace un silo y eso es forraje, entonces el animal que se alimenta de ese silo le da una alta proteína. Antes decían que al maguey le hacía falta un grado para ser carne y ahora es que a la carne le hacen falta cinco grados para ser pulque por la gran cantidad de proteína que tiene la misma planta”, sostuvo Alonso Estrada.

“Vemos reducida la tierra que está disponible para la siembra y la gente que se va a dedicar al cultivo. Aquí la intención es un proyecto de tener nuestra escuela de tlachiqueros porque estamos perdiendo la sapiencia. Son pocos los que ya tienen la mano para cultivarlos. La idea es que tengamos una formación de tlachiqueros en el destino, para que tengamos más producción de maguey y de pulque”, comentó Estrada.

Para ese proyecto ya hay dos personas interesadas y son mujeres, aun cuando no es un oficio en el que comúnmente se interesen. Sin embargo, existe el ejemplo en Hidalgo, donde hay tlachiqueras y son las que se encargan de mantener viva la tradición y mantener familias.

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