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SAGUENAY-LAC-SAINT-JEAN, Canadá .— Sentado en la orilla de un riachuelo, dejando que su gran cuerpo rechoncho se refleje sobre el espejo de agua cristalina, un oso grizzly persigue con la mirada a una manada de renos que corre con frenesí al otro lado del camino. No sé qué observar: la tropa de majestuosas cornamentas escapando hacia el bosque boreal o la masa de pelos crespos que está a escasos metros de mí. Sin duda, la tercera especie de oso más grande del planeta conquista mi atención.
Un safari fotográfico a bordo de un camión, con apenas 10 pasajeros, es lo que me ha traído al área más salvaje del zoológico de la ciudad de Saint-Félicien , ubicada en la región canadiense de Saguenay-Lac-Saint-Jean , al norte de la provincia de Quebec .
Más que un zoológico, estoy conociendo un refugio natural donde viven en plena libertad —y completamente visibles— mil especies de animales boreales de todo el mundo, como caribúes, lobos, osos, linces y alces que han sido rescatados de la orfandad o por la depredación de su hábitat:bosques fríos donde la temperatura promedio es de
3 °C bajo cero.
(Foto: Viridiana Ramírez / El Universal)
En 45 minutos, tengo la fortuna de ver hembras de oso negro con sus crías jugueteando y hasta un enfrentamiento entre bisontes para refrendar su dominio sobre la manada.
Por supuesto, descender del vehículo o intentar tocar a las especies que se acercan a la ventanilla está estrictamente prohibido.
Antes de concluir el safari, la guía nos interna a una zona acondicionada para acampar dentro del refugio natural. ¡Sí!, de marzo a mediados de octubre, se permite dormir en el área donde los caribúes (o renos) son más visibles, ya que hay un lago al que se acercan para beber agua.
Eso no es todo: también hay caminatas nocturnas con espectáculo de video mapping sobre los árboles y a la luz de la luna llena.
Durmiendo en un pueblo fantasma
Son las cinco de la tarde. Las puertas del zoológico están por cerrar. Quisiera acampar, pero la temporada terminó una semana atrás. Sin embargo, muy cerca hay un sitio para descansar casi al pie de una imponente cascada: la Villa Histórica de Val-Jalbert . Para llegar, hay que manejar cerca de media hora con rumbo a la comuna de Chambord .
Solo en auto es como realmente se disfruta la belleza de la región quebequense de Saguenay-Lac-Saint-Jean , porque todas sus pequeñas ciudades de arquitectura afrancesada y bahías se sitúan alrededor del único fiordo navegable de Norteamérica, el Saguenay , y del lago cristalino Saint Jean .
Juntos crean paisajes extraídos de algún cuento de hadas o al menos casi inexistentes para los que venimos de una gigantesca metrópoli: montañas tapizadas de pinos espigados, cielos despejados, campos de cultivo de moras, arándanos y fresas, pequeños hotelitos de madera al pie de la carretera y uno de los aires más puros del planeta acariciándote la cara.
Llego a Val-Jalbert cuando el sol está por ocultarse. La calzada que conduce a la recepción de la villa está desierta. Afuera de ésta hay un antiguo tranvía estacionado. El chofer me invita a subir para ir a ver una cascada iluminada. El silbido del viento no impide que, a lo lejos, escuche la furia del agua desplomándose.
Pero antes, me registro y llevo mi maleta a la habitación. La magia se vuelve a hacer presente al descubrir que dormiré en la recreación de una de las casas que existieron cuando Val-Jalbert vivió sus años de esplendor durante la fundación de la compañía de pulpa de papel Ouiatchouan, en 1901.
De ese pasado de bonanza sobreviven 40 edificios, como la escuela de monjas, el almacén general y los restos de una hidroeléctrica que permanecieron ocultos en el bosque por más de 20 años, después de que los pobladores se vieran obligados a migrar a otras tierras, tras detenerse por completo las actividades de la compañía que solo producía pulpa y no papel.
(Foto: Viridiana Ramírez / El Universal)
El poder de la naturaleza devoró, casi en su totalidad, la arquitectura de las edificaciones; pudrió la madera y las colapsó. En la actualidad, la villa conserva esas ruinas como un museo al aire libre que produce la sensación de estar explorando un pueblo fantasma.
Aunque la villa abrió en 1960 para ser visitada por turistas, fue hace ocho años que comenzó el servicio de hospedaje y, con éste, todo un amplio menú de actividades, como el recorrido en tranvía para ir a las cataratas de Ouiatchouan , dentro de la misma propiedad.
La cortina de agua se aprecia desde una plataforma de cristal. De noche, varios reflectores de colores iluminan sus 72 metros de altura para comprobar que es más mayor que las cataratas del Niágara , las cuales alcanzan los 52 metros de altura. Para apreciarla mejor, subo a la góndola que me lleva al punto más alto de la cascada. Desde ahí, hay una red de senderos y plataformas de observación que permiten tener una vista panorámica del lago Saint Jean.
El recorrido se complementa con un espectáculo multimedia dentro de la antigua fábrica de pulpa. Hologramas de obreros y pobladores se despliegan sobre tuberías y maquinaria.
Bicicleta en la playa
A la mañana siguiente —después de un desayuno de yogur orgánico de vainilla, dos trozos generosos de queso brie, pan tostado y un puñito de fresas—, abandonó la villa histórica para continuar mi viaje hacia el municipio de Saint-Henri-de-Taillon , un territorio casi cubierto por el Parque Nacional Pointe Taillon .
En el trayecto, descubro que es una zona donde abundan las microcervecerías , como Microbrasserie du Lac Saint-Jean . La escala es obligatoria para saborear sus más de 15 variedades de cerveza, entre ellas, las que reposan en viejas barricas de vino tinto.
También, sobre la carretera, son comunes las tienditas de queso fresco en grano , que se obtiene de las partes sólidas de la leche cuajada. La manera típica de comerlo en todo Quebec es sobre el poutine , platillo preparado con papas fritas y bañado en salsa de carne. Sin embargo, aquí se vende en bolsitas para llevar e ir comiendo como botana.
Llego al Parque Nacional Pointe Taillon . La bicicleta está lista para recorrer sus 45 kilómetros de pista que bordean playones de arena rojiza y negra, producto de los minerales que arrastró el río Péribonka hace siete mil años.
En la ribera hay kayaks para navegarlo. Yo prefiero explorar los senderos que sirven de protección a marmotas , alces, además de un sinfín de plantas carnívoras.
El parque cuenta con una zona de acampado. Puede hacerse en tiendas de campaña tradicionales o en chalets ecológicos que se arman y desarman de primavera a otoño.
El fiordo a vista de pájaro
Antes del atardecer, salgo del parque con rumbo a la ciudad de Saguenay , a dos horas de distancia. Es la más cercana al fiordo y se divide en tres municipios: La Baie, Jonquiere y Chicoutimi ; en este último paso una noche.
Son muchas las actividades que se organizan para conocer el fiordo de Saguenay , que se levanta sobre la unión de los ríos Saguenay (de agua dulce) y San Lorenzo (de agua salada), convirtiéndolo en el hogar temporal (de marzo a junio) de ballenas azules, jorobadas y belugas .
Las excursiones en catamarán son las preferidas. Aunque también hay paseos en kayak o zodiacs (lanchas rápidas) e, incluso, sobrevuelos en hidroaviones. Yo elijo ir a las alturas.
El puerto de despegue está en el municipio de La Baie. En menos de 15 minutos llego y estoy lista para abordar. Solo ocho pasajeros vamos en el primer tour de la mañana.
No es temporada de ballenas, pero es otoño. El paseo está enfocado en mostrar el cambio de color de las hojas de los árboles. También nos lleva a los monolitos redondos del archipiélago de Mingan , al este de Quebec .
El vuelo panorámico incluye una explicación de la formación del fiordo.
Ahora sé que tiene una longitud de 120 kilómetros y que la parte que sobresale del mar es solo la “boca”, el resto está sumergido y tiene forma de “U”. Este fiordo es considerado uno de los más antiguos del planeta al emerger durante la Era del Hielo. Fue el primer Parque Nacional de todo Quebec . En el municipio de La Baie hay un museo dedicado a él con un acuario que exhibe las especies que se pueden encontrar en sus aguas, como estrellas negras de mar.
GUÍA DEL VIAJERO
Quién te lleva.
El aeropuerto más cercano es Bagotville , a 45 minutos de la ciudad de Saguenay . Air Canada ofrece vuelos redondos desde la CDMX , a partir de 370 dólares canadienses (cinco mil 735 pesos mexicanos, aproximadamente). El itinerario de vuelo incluye dos escalas, una en Toronto y otra en Montreal . Recuerda que, para vuelos a Canadá y Estados Unidos , debes pagar 25 dólares por maleta documentada, tanto de ida como de vuelta. www.aircanada.com
Dónde dormir.
Villa Val-Jalbert. Habitaciones desde 289 CAD por noche. Incluye recorrido guiado y góndola hacia las cataratas. El servicio de hospedaje solo está disponible de mayo a octubre. www.valjalbert.com
Actividades.
Safari fotográfico en el zoológico de Saint-Félicien: 17.83 CAD. zoosauvage.org
Renta de bicicleta en el Parque Nacional Pointe Taillon: 14.25 CAD por hora. www.sepaq.com
Excursión en crucero (seis horas): desde 60 CAD. La nevegación se suspende a finales de octubre, ya que los lagos se congelan. www.navettesdufjord.com
Tipo de cambio
. Un dólar canadiense equivale a 15.50 pesos mexicanos, aproximadamente.
Más información. www.saguenaylacsaintjean.ca
Tip.
En Canadá , la mayoría de los hoteles pide un depósito “en garantía” para posibles gastos extras. De tu tarjeta de crédito puede bloquear entre 120 y 250 dólares canadienses. Tómalo en cuenta si tienes contemplado dormir en diferentes hoteles. En algunos, puedes dejar un depósito en efectivo de 100 dólares.