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La Ciudad de México está repleta de leyendas urbanas sobre seres paranormales. Incluso su propio transporte público no se salva de ser el blanco de los amantes del terror.
Entre las múltiples historias que se cuentan y replican en Internet, los teatros no se quedan atrás. Con su apantallante arquitectura y extensa trayectoria, estos recintos culturales esconden leyendas de fantasmas.
Si estás buscando relatos capaces de erizarte la piel, llegaste al lugar indicado. A continuación te contaremos historias de algunos de esos teatros embrujados en CDMX.
Teatro Fru Fru
Uno de los recintos culturales más citados cuando se habla de actividad paranormal es el Teatro Fru Fru. Ubicado en el número 24 de la calle de Donceles, en el Centros Histórico de CDMX, este espacio tiene un legado de más de un siglo.
Se inauguró el 1 de enero de 1899 como Teatro Renacimiento. Tras cambiar de nombre y suspender sus operaciones en varias ocasiones, la actriz y cantante Irma Serrano lo adquirió y remodeló en 1973, y lo rebautizó como se le conoce actualmente.
Durante su esplendor, el inmueble fue el blanco de múltiples polémicas por sus puestas en escena que incluían desnudos y temáticas sexuales. Posteriormente, se estableció el Teatro de Medianoche enfocado al público adulto.
El teatro fue rentado a terceros en varias ocasiones y fue, incluso, el escenario de artistas como las Víctimas del Doctor Cerebro, Natalia Lafourcade o The Dresden Dolls y hasta hizo cameos en películas como "Cantinflas" (2014) y "James Bond: Spectre" (2014).
El edificio cesó sus operaciones durante mucho tiempo. Después fue recuperado por Irma Serrano en 2017. Reabrió sus puertas en marzo de 2023 para rendir homenaje a su difunta dueña. Ahora, se renta para funciones de artes escénicas, recorridos culturales, catas de vino, conferencias, locaciones para cine, conciertos privados...
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La fachada del edificio es víctima del paso del tiempo, pero en su interior resguarda una arquitectura típica del porfiriato. Con balcones, asientos y un escenario formado por herrería dorada con algunos detalles de terciopelo rojo.
Debido a su extensa y controversial trayectoria, el teatro Fru Fru es el escenario de varias leyendas paranormales. Una de las más comentadas es la supuesta aparición de “El Catrín”, que suele visitar y aparecerse en el recinto. No se sabe mucho sobre él, pero se dice que tiene un porte elegante y lleva consigo un bastón y un bombín.
Teatro de la Ciudad Esperanza Iris
Si planeas emprender una expedición a estos teatros embrujados, no necesitas viajar demasiado para la siguiente parada. Un vecino del Fru Fru, el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, ubicado en el número 36 de la calle de Donceles, en el Centro Histórico, es otro escenario cuyas historias pueden acelerar tu corazón.
Este recinto cultural se construyó sobre los cimientos del Teatro Xicoténcatl. Se inauguró el 25 de mayo de 1918 por la actriz y cantante Esperanza Iris. Desde sus primeros días, destacó por su arquitectura de estilo italiano que intentó imitar La Scala de Milán. Los arquitectos Federico Mariscal e Ignacio Capetillo Servín estuvieron a cargo de la obra.
El teatro fue considerado uno de los más destacados del país. Fue el escenario de famosos artistas tanto nacionales como internacionales, entre los que sobresalen el cantante de ópera italiano Enrico Caruso y Titta Ruffo, así como la bailarina rusa Ana Pavlova.
Después de varios cierres y restauraciones intermitentes, el gobierno del entonces Distrito Federal adquirió la propiedad en 1976 y lo rebautizó como Teatro de la Ciudad. Sin embargo, durante las celebraciones de su 90 aniversario, en 2008, cambió su nombre a Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”. Actualmente, continúa en funciones con presentaciones de danza, teatro y espectáculos interdisciplinarios.
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El ente paranormal que obliga a este recinto a permanecer en este listado es el famoso “niño de la diadema”. La leyenda cuenta que el personal técnico evita a toda costa utilizar este tipo de aparato para comunicarse. Pues, al hacerlo, han confesado escuchar los sonidos del rebote de una pelota y del infante invitándolos a jugar con él. En el peor de los escenarios, el pequeño puede llamarte por tu nombre.
También se cuentan de presencias en los baños en los pasillos y en uno de los palcos, en donde supuestamente se aparece una figura femina. Muchos aseguran que es de la mismísima Esperanza Iris.
Teatro Enrique Lizalde
Un poco más alejado del Centro Histórico, al sur de la ciudad, se encuentra otro inmueble que, según se cuenta, también está embrujado. Entre la cerrada Eleuterio Méndez 11 y la esquina de Héroes del 47, en Coyoacán, el Teatro Enrique Lizalde es parte de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem).
Se inauguró el 23 de octubre de 1963. Actualmente, funciona como escenario para obras de teatro y otro tipo de actividades como conferencias, eventos escolares y corporativos. Destaca por su arquitectura estilo italiano y por ser el hogar del poeta y periodista mexicano José Juan Tablada.
El recinto, más pequeño que los anteriores, tiene varias leyendas sobre apariciones de entes sobrenaturales. La primera es la de un anciano que se ha dejado ver únicamente en aquellas obras que se ganaron su atención.
Palacio de Bellas Artes
Para conmemorar el centenario de la Independencia de México, el presidente Porfirio Díaz mandó traer a artistas europeos para desarrollar un plan de embellecimiento de la Ciudad de México . Al arquitecto italiano Adamo Boari , le correspondió el diseño y la construcción del Teatro Nacional, aunque, en febrero de 1934 fue inaugurado con el nombre de Palacio de Bellas Artes.
Su construcción tardó 30 años. El edificio es una mezcla de art nouveau y art decó. Su fachada blanca está decorada con mármol de Carrara, esculturas y bajorrelieves.
Uno de sus grandes tesoros es el gran telón de cristal, proyecto elaborado por la prestigiada casa Louis C. Tiffany , en Nueva York, desde donde fue transportado en barco. Llegó a su destino en 1912.
En este enorme telón se plasmó el paisaje que podía contemplarse desde el Palacio Nacional a principios del siglo XX: un cielo transparente con los volcanes Popocatéptl e Iztaccíhuatl de fondo. La obra está compuesta por casi un millón de piezas de cristal de dos centímetros cuadrados cada una.
En nuestro majestuoso teatro que es un orgullo nacional, también habita un fantasma, según cuentan los trabajadores, bailarines, músicos y hasta directores de orquesta. Lo llaman el fantasma del palco 33: un violinista que toca su instrumento después de las 12:00 de la noche, cuando todo está en silencio. Cuentan que se escuchan melodías un tanto lúgubres.
Se cree que se trata del espíritu de un director de orquesta que subía hasta ese balcón a escuchar a sus músicos, como cualquier otro espectador, para detectar los errores de estos.
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