Hay destinos que debes visitar alguna vez en la vida por su belleza e importancia histórica y este es uno que debes anotar en tu agenda para cuando se pueda volver a viajar. Ese es el caso de Santiago de Compostela, en Galicia, España.
Antes de la llegada de la pandemia alrededor de 300 mil personas la visitaban al año por motivos religiosos, ya que el Camino de Santiago es una de las peregrinaciones más importantes por razones espirituales. Pero también atrae a otros viajeros que buscan aprender y disfrutar con pausas su cultura, comida y paisajes con extensas áreas verdes y al aire libre.
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Esta ciudad fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1985 y “Ciudad Europea de la Cultura” en el 2000. Al transitar por sus calles, callejones, parques y rincones escucharás conversaciones en gallego y notarás que hay un ambiente que tiene interés en la multiculturalidad y la innovación, sin perder las raíces.
El Camino de Santiago de Compostela lleva más de doce siglos vigente y se inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 1993. Integra varios itinerarios en más de mil 500 kilómetros a través del norte de la Península Ibérica, por diferentes puntos en España, Francia y Portugal, por lo que también es una forma de hermanar a estos países vecinos.
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Qué ver en Santiago de Compostela
La Catedral de Santiago data de 1211 y es una de las obras más importantes del arte románico europeo. Se construyó para recibir a los fieles católicos que llegaban de todo el continente para rendir culto a los restos del apóstol Santiago, que habitan en su interior. El Pórtico de la Gloria es muy valorado para los amantes del arte universal y fue obra del maestro Mateo donde se aprecia la visión del Apocalipsis, en una construcción tallada sobre granito. Arte, historia y espiritualidad se unen en sus recovecos y las excavaciones de su subsuelo y su necrópolis romana y la visita a las cubiertas son visitas necesarias, aunque no seas creyente.
Una actividad recomendada ante esta realidad es subir a las cubiertas de la Catedral, pues funciona como un mirador desde donde podrás ver el Casco histórico y las partes más nuevas de la ciudad, así como de los alrededores de Santiago, desde el Monte Pedroso hasta el de O Gozo. Ahí arriba verás la Cruz dos Farrapos, en la que los peregrinos medievales quemaban sus ropas viejas del camino, en una especie de ritual purificador.
Un paseo ideal para dedicarte a ver la vida cotidiana de Santiago de Compostela es dar una caminata por el Paseo de la Alameda, la Carballeira de Santa Susana y el Paseo de la Herradura, a través del cual transitarás veredas verdes. Desde ahí tendrás una vista privilegiada de la fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago. Y si eres amante de la arquitectura contemporánea dirígete al Centro Galego de Arte Contemporánea, el Parque de San Domingos de Bonaval, el Centro Sociocultural da Trisca, el Multiusos Fontes do Sar, y la Escola de Altos Estudos Musicais y Auditorio de Galicia.
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La gastronomía de Santiago de Compostela
La cultura alimentaria de Galicia es uno de los grandes motivos para adentrarse en ella y Santiago de Compostela aloja diferentes imperdibles como el Mercado de Abastos; eso sí, siguiendo las medidas restrictivas y sanitarias que los tiempos demandan y respetando lo que las autoridades dicten.
En él los campesinos de los alrededores ofrecen lo que ellos mismos cultivan y elaboran. Una de las bondadades de esta región son sus pescados y mariscos frescos, podrás aprender más que su alacena marina se compone de berberechos, bogavantes, percebes, vieiras, zamburiñas, mejillones, pulpo y camarones de la ría.
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Algunos platillos que debes probar son la empanada gallega; el lacón con grelos, cerdo con esta verdura típica gallega que se usa también en sus cocidos; el pulpo a feira (un negocio que habla de su identidad son las pulperías); las vieiras a la gallega (esta concha es icono en iglesias o monumentos de la ruta de peregrinaje), la tarta de Santiago, un postre que trascendió fronteras; los pimientos del Padrón, una variedad originaria del cultivo agrícola del convento de San Francisco de Herbón; y las filloas, una especie de crepa local.
Entre los restaurantes que te recomiendo están A Horta d'Obradoiro (Rúa das Hortas 16), en el cual los chefs Kike Piñeiro y Eloy Cancela sirven cocina sencilla con sabores auténticos, en una profunda relación con los alimentos frescos y de temporada. En su jardín y de la mano de su excelente servicio comerás rico y te desconectarás por unas horas. Si tienen croques o berberechos, al vapor con algas locales a la mesa le darás un bocado al mar gallego.
Otro sugerido es el Enxebre del Hostal de los Reyes Católicos en la plaza del Obradoiro, donde además de disfrutar de gastronomía tradicional podrás estar en un recinto histórico de estilo gótico plateresco, que fue mandado construir en 1501 por Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. Ahí encontrarás en el menú desde zamburiñas asadas, que son unas conchas similares a las vieiras, pero más pequeñas, hasta unas Lascas de lacón a feira y un postre con queso de Arzúa y de tetilla con membrillo.
Foto: A Horta d'Obradoiro
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La zona vinícola
Galicia es cuna de la Denominación de Origen Rías Baixas, que cuenta con cinco zonas: Valle del Salnés, Ribera del Ulla, Soutomaior, Condado del Tea y Rosal. Si andas en Santiago de Compostela y otras ciudades turísticas como Pontevedra no pierdas la oportunidad de probar los vinos (o hasta ir a alguna de sus bodegas para dar un recorrido enófilo en sus viñedos, con previa cita).
Aunque existe una profunda tradición vitivinícola que se ha heredado generación tras generación, es a partir de 1988, con la constitución de su Consejo Regulador, cuando este sector adquiere un peso fundamental en la economía gallega.
Foto: Paco & Lola
Algunas recomendaciones son Martín Códax, Paco & Lola o Bodegas As Laxas. Adegas Valmiñor y Ébano también es de gran calidad con vinos como el Serra da Estrella, un 100% albariño, y el L100, un vino 100% loureira (que es una vid menos célebre).
Quinta Couselo es otra bodega rodeada por pinos mansos de 380 y 250 años con albariños totalmente fieles a su tipicidad: frescos, minerales y cítricos, donde también se elaboran licores artesanales como el orujo o el licor de cilantro. Finalmente, Adegas Valmiñor es otro proyecto excepcional, con vinos de vides como albariño, castañal, sousón, brancellao y caíño tinto.
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