La mezcla del paisaje —entre árido, exuberante, llano y montañoso —, así como la altura, las nutridas tierras, el agua pura del deshielo de los Andes y los diversos microclimas, dieron origen en el siglo XVI a la elaboración de los vinos argentinos que, con el paso del tiempo y gracias al binomio calidad-precio, han logrado consolidarse en el mercado, manteniendo a la fecha el quinto lugar de producción mundial, según recientes datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino .
La región alberga, al pie de la Cordillera de los Andes, provincias de gran tradición vitivinícola y particulares costumbres, un mosaico de escenarios y terroirs que dan vida a variedades de blancos como el Torrontés —único en producción fuera de Europa—, y de tintos, destacando el Malbec, por pronunciarse como una varietal más oscura y afrutada de la Côt noir francesa introducida al país a mediados del S. XIX.
La ruta del vino en Argentina , pensada para quienes buscan descubrir rincones del mundo al tiempo de paladear un buen vino, ofrece múltiples recorridos que incorporan para el descanso o la aventura servicios de hospedaje, spas, restaurantes y visitas a prestigiadas bodegas. En estas, ya sea como experto o amateur, se disfrutan degustaciones únicas, enmarcadas por un espacio rodeado de naturaleza y lleno de historia y cultura que abre todos los sentidos.
Catamarca, Argentina. (Foto: iStock)
Al noroeste: Salta, cuna del afamado Torrontés de América; Catamarca, rodeada de misticismo y reminiscencias incaicas; y La Rioja, con vinos premiados y reconocidos internacionalmente, son productoras de blancos y jóvenes, principalmente, y un destino en conjunto que integra los viñedos más altos, una cocina heredada de la cultura aborigen y espectaculares paisajes que embellecen sus bodegas tradicionales y artesanales.
(Foto: iStock)
Al centro: Córdoba, de larga tradición e interesantes propuestas de vino artesanal o boutique, a las que se suman su atractivo natural y oferta deportiva; y, muy cerca, Colonia Caroya , productora de vinos regionales y agradable atmósfera mediterránea, legado de la migración italiana.
Al centro-oeste: Mendoza y San Juan cobran importancia como primero y segundo lugar respectivamente, por su vast a producción vinícola enfatizada en tintos. San Juan reúne prometedores recorridos enoturísticos, galerías y museos, además atrae a quienes persiguen el turismo de aventura. De San Juan sobresale el valle de Tulum por su amplia elaboración. En Mendoza, la cordillera alcanza mayor altitud y la vitivinicultura destaca como actividad, lo que se transpira como esencia del lugar otorgando visitas de alto valor histórico y natural. Es ideal para combinar vino y esquí. Mi recomendación en esta zona es Cavas Wine Lodge , un encantador Relais & Chateaux de tintes románticos que combina perfectamente lujo y naturaleza.
(Foto: Cortesía Cavas Winery Lodge)