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La mayoría de los hoteles, no todos (aclaramos), carecen de buena comida como parte del servicio al cuarto. El sueño de cenar en tu balcón o en la camita se desvanece cuando llegan a tu habitación unas papas a la francesa aguadas (seguramente precongeladas) y una carne de hamburguesa sobrecocida. En Condé Nast Traveler enlistaron una serie de razones por las que debes prescindir de este servicio .
Para aquellos que es impensable solicitar un platillo preparado en el hotel, puede que concuerden con este argumento: ¿por qué pedir algo del menú cuando hay un montón de lugares nuevos por conocer y explorar fuera de esos muros? Además, los precios son elevados y no concuerdan con la calidad de los alimentos.
Lo mejor para los viajeros curiosos es salir a caminar y experimentar sabores creativos o regionales y, recordar siempre, que no vas a París a comer una hamburguesa con queso.
En la otra esquina están quienes, a pesar de reconocer los elevados precios, no consideran que la comida sea un desperdicio de tiempo y dinero. Por ejemplo, hay hoteles como el Chiltern Firehouse, en Londres, donde la comida es exquisita y es lo único por lo que vale la pena estar ahí, según la opinión de varios huéspedes; o los huevos revueltos del Four Seasons que, dicen, son inigualables. En alojamientos con restaurantes de prestigio como The Lanesborough , también en Londres, llevan a tu habitación los mismos platillos que sirven en sus mesas.
Aseguran que comer en la comodidad de la cama con una hermosa vista de la ciudad es uno de los grandes placeres y, de cualquier manera, el servicio a la habitación es uno de los elementos que conforman las vacaciones.
Si estás de su lado, Conde Nast Traveler te advierte de algunos alimentos que es mejor no pedir.
Si estás en un piso alto, pide algo frío . Sin importar la dedicación que hayan puesto a tu platillo, seguramente llegará tibio y, la verdad, algunas preparaciones pierden su toque cuando dejan de estar calientitas. Este consejo tómalo en serio, sobre todo en destinos con bajas temperaturas.
Evita mariscos y pescados
. No solo son olorosos, también es probable que hayan sido preparados con horas de anticipación y no sabes si estarán frescos. Lo mismo con las cebollas o el queso, sus fuertes aromas que tardarán mucho en salir de tu cuarto.
Carnes.
Carnívoro de corazón, aquí va un consejo invaluable: cuando solicites un platillo y te pregunten por el término, pídelo un poco menos cocido de lo que normalmente acostumbras. Por ejemplo, si te gusta totalmente cocido, dile al cocinero que lo prepare un poco por encima del término medio. Así, mientras llega a tu cuarto en la caja caliente, se terminará de cocer y no llegará hecho un carbón o convertido en una suela.
Pizza.
Es muy probable que tu pequeña pizza no la preparen en el hotel, seguramente es una de esas que compran congeladas, lista para calentarse en unos minutos.
Pesto y aguacate
. Si alguno de los platillos tienen estos ingredientes, pasa a la siguiente página o, si es posible, pídelos sin ellos. Ambos productos se oxidan con facilidad y eso hará que se te vaya en apetito cuando los veas.
Cualquier cosa frita.
Son deliciosas las papas a la francesa, los aros de cebolla o un pollo empanizado, pero en lo que llegan a tu cuarto, se van aguadando por la humedad del vaporcito y ya no serán tan sabrosos. Si no te resistes a las papas, pregunta si están recién cortadas, puede ser que se conserven un poco mejor.
Café
. Se preparó hace horas y, aunque tengan cargas recién hechas, lo pueden combinar con el que sobró, para ahorrar.
Pregunta por los mejores platillos del hotel;
ten la certeza de que serán muy honestos en sus recomendaciones ya que saben que eso puede influir en las propinas.