En 1978, trabajadores de Luz y Fuerza localizaron, muy cerca del Zócalo de Ciudad de México , el monolito de la Coyolxauhqui, diosa mexica de la luna. El descubrimiento, que marcó para siempre la arqueología en México, sirvió de guía para hallar el Templo Mayor , centro de la vida religiosa en la antigua Tenochtitlan.
Conoce 11 datos curiosos sobre la historia, significado y características de este sitio arqueológico, uno de los más importantes de nuestro país.
Es el edificio religioso más importante de Tenochtitlan. Medía 45 metros de altura, casi como el Coliseo romano. En la cima había dos capillas: una para Huitzilopochtli, dios del sol, y otra para Tláloc, dios de la lluvia. Cada una tenía una escalinata.
Coyolxauhqui. Foto: Wikimedia Commons. Flickr miguelao
Cuando hablamos del Recinto Sagrado del Templo Mayor nos referimos al edificio principal y al complejo arquitectónico al cual pertenecía, junto con otras 77 estructuras como el Calmécac (escuela para la élite), la Casa de las Águilas y el Templo de Ehécatl.
De las 78 estructuras, se han identificado arqueológicamente 36.
En el Templo Mayor están representados dos grandes conceptos en la cultura mexica: la guerra (Huitzilopochtli) y la producción agrícola (relacionada con Tláloc).
El investigador y arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma dijo que los otros edificios del Recinto Sagrado estaban alineados con la dualidad de la estructura principal: el ‘eje de la vida’ y el ‘eje de la muerte’.
Foto: Wikimedia Commons
El Templo Mayor no podía cambiar de lugar porque era el centro del universo para los mexicas. Por eso, cada vez que deseaban agrandarlo construían sobre el edificio anterior sin derrumbarlo.
De esta manera, se han identificado 7 etapas constructivas; por supuesto, las partes internas son las que están mejor conservadas, explica el arqueólogo Leonardo López en un documental del INAH. Tiene varias capas como una cebolla.
Solamente los sacerdotes, guerreros, gobernantes y estudiantes del Calmécac tenían acceso permanente al Recinto Sagrado. La población entraba a la plaza principal durante celebraciones y ceremonias masivas.
Este es el monolito hallado en 1978, con el que inició el proyecto de investigación que continúa hasta la actualidad. Mide más de 3 metros de diámetro y pesa casi 8 toneladas.
En la piedra, la deidad lunar aparece desmembrada, luego de que su hermano, Huitzilopochtli, la decapitara y arrojara desde un cerro pues, según el mito, ella intentó matar a su madre, la diosa Coatlicue.
Hallada en 2006, es la escultura mexica más grande que se conoce. Mide 4.17 metros x 3.62 metros y pesa 12 toneladas.
Representa a la diosa de la tierra, vista como “devoradora de cadáveres”. Simboliza el ciclo de la vida y la muerte y la “renovación mediante el sacrificio”, de acuerdo con la doctora Diana Magaloni Kerpel.
Foto: Wikimedia Commons.
En el recinto del Templo Mayor se han localizado más de 400 especies de fauna exótica, entre ellas hay jaguares, lobos, cocodrilos y águilas, además de peces y moluscos.
Abrió en 1987 y su colección abarca 10 mil objetos, aproximadamente. La mayoría proviene de la zona arqueológica.
Recibe, en promedio, 650 mil visitantes al año; 80% son nacionales y el resto extranjeros.
Estas son 3 piezas que no debes dejar de admirar en el museo de la zona arqueológica del Templo Mayor.
Foto: Museo del Templo Mayor
-Mictlantecuhtli. Esta escultura del dios de la muerte con el rostro descarnado se encontró en la entrada norte de la Casa de las Águilas. Tiene orificios en la cabeza, para pelo natural, se cree.
-Guerrero Águila. Es una escultura de tamaño natural. Conserva restos de estuco, el cual simulaba plumaje.
-Águila Cuauhxicalli. La escultura pudo haber servido como recipiente para ofrendas; representa un águila real.
Foto: iStock
En el museo hay una sala dedicada a los ritos funerarios y el significado de los sacrificios para los mexicas. En la colección se encuentra la Ofrenda 17, que contiene objetos que probablemente fueron obtenidos como botín de guerras y cráneos de decapitados en rituales de consagración.
El recinto explica que a través del sacrificio humano se ofrendaba la sangre y la vida misma, considerado lo más preciado, para que de la muerte surgiera la vida. Se empleaban diversos objetos como el cuchillo de pedernal, la piedra de sacrificios y el cuauhxicalli (recipiente para ofrendar corazones).
También existía el autosacrificio, que consistía en perforarse partes del cuerpo con navajas de obsidiana, puntas de maguey o punzones de hueso.