Las molas de Panamá son un arte textil tradicional elaborado por mujeres de la etnia guna que habita en pequeñas islas rodeadas por el mar cristalino del Caribe . Las molas no solo son un adorno, también expresan la cosmovisión de este pueblo.
Provienen de la comarca Guna Yala , una región autónoma repartida en una franja de tierra continental y en 365 pequeñas islas coralinas conocidas como el archipiélago de San Blas , en la frontera con Colombia.
Las auténticas molas cuentan una historia y plasman las costumbres y creencias del pueblo caribeño de los gunas o kunas. En cada pieza, las mujeres crean diseños con figuras geométricas y abstractas inspiradas en las olas, en los corales, en el sol, en el arcoíris, en las estrellas. Líneas rectas y curvas, que parecen laberintos de colores vibrantes, también revelan imágenes antropomorfas y de animales.
‘Ropa’ o ‘blusa’. En plural, se utiliza la palabra ‘molakana’.
De niñas o de adolescentes, las mujeres aprenden este arte, que es incluido como una pieza más de su vestimenta tradicional.
Las piezas se confeccionan colocando varias capas de tela de diferentes colores, una encima de la otra. Cada retazo se une con hilo y aguja, y después se corta con tijeras creando figuras que resaltan por el color de la capa anterior.
Según una de tantas versiones, las molas nacieron en el origen de los tiempos pero estuvieron escondidas en un lugar invisible llamado Kalu Tuipis, al que no podían entrar los hombres. Pab Tummat, creador del universo, regaló a su gente hermosas telas para hacer las molas. Pero fue la diosa Kabayaí quien enseñó a las mujeres de la comunidad el oficio de tejer sus vestidos. Otra historia cuenta que las molas son una derivación de los tatuajes.
La mola también es un escudo de protección contra los espíritus, y se le atribuyen propiedades curativas ante los desequilibrios cósmicos que enferman el cuerpo físico.
Para difundir la tradición del arte textil se fundó el Museo de la Mola de Panamá (MUMO). Durante el recorrido, las salas muestran la técnica, la evolución, el entorno de los gunas y su cosmovisión.
Desde la ciudad de Panamá , salpicada de rascacielos, se hace un viaje escénico de dos horas y media por carretera al puerto de Cartí, en la costa norte, para tomar una embarcación que te lleva a las islas en menos de 20 minutos. Hay otra manera de llegar: por avión, desde el aeropuerto internacional de Panamá. Se aterriza en la comunidad de El Porvenir, en San Blas .
No esperes lujos, ni buena señal de internet, ni encontrar cajeros automáticos. Las islas de San Blas son un paraíso rústico. Disfruta de unos cuantos días nadando en aguas transparentes, haciendo esnórquel para ver la fauna marina; ve de isla en isla descubriendo playas de arena blanca, arrecifes coralinos, bosques de palmeras nativas, bancos de arena blanca, lagunas de atolones, sin olvidar las costumbres y tradiciones de los gunas. Se pueden contratar tours de tres o de cuatro días, aunque existe la opción de ir y venir en un solo día. El turismo es administrado por ellos mismos.
Los números varían pero se dice que entre 50 y 80 de las 365 islas de San Blas , están habitadas.
Los gunas rentan cabañas sin agua caliente, tiendas de campaña y hamacas. También se ofrecen veleros para pasar la noche y, al día siguiente, recorrer varias islas.
Los turistas mexicanos deben presentar una prueba negativa, ya sea de antígenos o PCR, al llegar al aeropuerto de este país centroamericano. La prueba debe realizarse 48 horas antes del viaje como máximo. Entérate de más detalles sobre protocolos y el destino en visitpanama.com
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