Hacer pequeños montículos de piedras , llamados "apachetas" o "inukshuk" en áreas montañosas o de playa se ha convertido en una moda muy inusual alrededor del mundo entre los viajeros . Ya sea porque busques un rato de esparcimiento, porque estés aburrido o quieres tomar esa gran foto como si estuvieras jugando Jenga.
No obstante, aunque a nosotros nos parezcan simples piedras en medio de millones de ellas, el hacerlo puede acarrear graves problemáticas para los ecosistemas locales. Sí, por muy pocas que tomes, como sea estás alterando la naturalidad del sitio.
No importa que te quieras sentir un gran arquitecto, que quieras dejar tu huella en algún lugar o si leíste que para muchas culturas significa algo más allá. Lo importante es dejar de hacerlo para no alterar los ecosistemas .
Las apachetas tienen un profundo significado para los pueblos indígenas de la región andina en Sudamérica y para los pueblos originarios del Círculo Polar Ártico, donde se le conocen como inukshuk por los inuit. Ambos casos pueden verse claramente en el Desierto de Atacama, en Chile y en regiones muy cercanas al Polo Norte canadiense.
Para los nativos sudamericanos se tratan de ofrendas para sus deidades y a la Pachamama en cuestas difíciles de transitar. Para los inuit es un poco más "sencillo", ya que su traducción es literalmente "vas por buen camino" y su uso es para guiar a los viajeros, marcar puntos específicos e indicar rutas en las difíciles tierras del norte de América.
Ahora bien, los turistas contemporáneos han querido seguir con este par de significados aunque, muchas veces, se desvirtúa únicamente para conseguir una foto muy instagrameable.
El fenómeno mundial llegó hasta conocimiento de diversos científicos que han alzado la voz. Especialmente, desde España se ha hablado mucho del tema por la proliferación de estas “torres” en zonas como las costas de Barcelona, las Islas Baleares y las Islas Canarias.
Ante ello, se ha documentado que el mover este tipo de piedras es nocivo para la naturaleza local, pues además de que estas sirven como sombra, retienen la humedad del suelo, germinan semillas y favorecen el enraizamiento de plantas, con especial importancia en zonas de climas extremos .
Adicionalmente, estas piedras son el hogar de numerosos invertebrados que también usan esos espacios para proteger a sus pequeñas crías. Quitarlas provoca un desorden natural, eliminación de fuentes de sombra y pérdida de hábitats .
Para abril de 2020, diversos científicos provenientes de las universidades de Porto, Lisboa, las Azores, Tasmania, Helsinki e incluso miembros del Parque Nacional del Teide (España) se reunieron para hablar del tema en un documento titulado “El apilamiento de piedras como una amenaza inminente para la biodiversidad que habita en rocas”.
Además, Carles Castell Puig, doctor en ecología por la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales resalta que “Cuando llegamos nosotros y tenemos la ocurrencia de arramblar con las piedras y apilarlas artísticamente no ayudamos precisamente a la conservación del espacio, ya que transformamos totalmente el hábitat natural”.
A la vez, exhorta a los turistas a no dejar huellas de su paso por los lugares donde encuentren rocas, pues es una moda absurda y que no aporta nada, sino lo contrario, provoca una alteración ecológica.
Toni Muñoz, biólogo y portavoz del Grupo Balear de Ornitología y Defensa de la Naturaleza, además recalca que muchas de esas especies son endémicas y únicas en el mundo, por lo que la problemática se torna aún más grave.
Finalmente, diversas agencias de gobierno españolas han hecho hincapié en el asunto, instando a los visitantes a disfrutar, gozar y pasear por los lugares pero dejando los litorales (y sitios donde hay rocas) limpios , tal como están.
Aunque Castells bromea con que hay que “tirar a patadas las pilas de piedras que vayas encontrando e intentar dejar luego las piedrecitas bien distribuidas por el suelo”, lo mejor es no hacerlo de forma tan violenta.
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En caso de ver un agrupado de piedritas, lo mejor es desmontarlo poco a poco , intentando siempre colocarlas en lugares donde hagan falta y que puedan servir para las pequeñas especies que ahí habitan.
Ahora ya lo sabes. Para la próxima que pienses que la playa es un escenario de armado y desarmado de piedritas, lo mejor es que te aguantes esas ganas de dejar tu firma arquitectónica o tomarle una foto para Instagram. ¡Piensa en las plantitas y animalitos que ahí se quedarán!
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