Yair Olvera es oriundo de Chignahuapan y artesano del taller Esferas Campanita. Alguna vez comentó que esta localidad y su gente crea para los viajeros dos experiencias: la visita al pueblo mágico y la experiencia de la Navidad.
“Lo que vendemos es arte, no un producto desechable”, dijo también Leticia Hernández Aguilar, regidora de turismo y cultura de Chignahuapan. Así, que este pueblo de la Sierra Norte de Puebla es arte, magia, Navidad…
No solo en Chignahuapan se producen esferas artesanales con calidad de exportación durante todo el año. Hay otro destino en el país con la misma vocación: Tlalpujahua, uno de los nueve pueblos mágicos de Michoacán. Al igual que aquella localidad poblana, Tlalpujahua organiza una feria dedicada a la esfera.
Ambos sitios, rodeados por bosques y con mucha cultura son llamados los pueblos de la ‘eterna Navidad’. Poco más de cuatro horas en auto separan a ambas localidades. Desde Ciudad de México, son unas tres horas de camino (a veces un poco más) a cualquiera de estas.
¿Qué hacer en los pueblos mágicos de la 'eterna Navidad'?
El ambiente navideño en Chignahuapan
Chignahuapan también tiene su propio evento navideño: la Feria Nacional del Árbol y la Esfera. Este año fue su edición número 27 y, aunque la feria terminó el 3 de diciembre, el espíritu navideño prevalece en el pueblo mágico.
La feria reunió a más de 20 productores de esferas, de madera tallada y barro. Hubo conciertos (en uno de ellos se presentó Fuerza Regida) y exhibición y venta de varias especies de árboles de Navidad. Además, se levantó un árbol monumental de 62 metros de altura.
Los talleres artesanales están abiertos durante todo el año, por lo que puedes irte de shopping navideño. Los productos elaborados con la técnica de vidrio soplado no solo se limitan a las esferas, también se elaboran otros adornos de la temporada.
En el mero centro del pueblo se instalaron dos atractivos que han roto récords nacionales por su tamaño monumental: el árbol de Navidad —que ya mencionamos— y la esfera iluminada más grande del país. Son spots únicos que acaparan la atención de los visitantes para tomar fotografías. Se exhibirán hasta el 6 de enero.
Qué ver en Chignahuapan
Además de recorrer los talleres de esferas y adornos navideños, no dejes de ir a la plaza central de Chignahuapan. Su punto focal es el colorido quiosco de madera, construido en 1871, de estilo mudéjar.
Date una vuelta por la Basílica de la Inmaculada Concepción edificada en 1972. En su interior resguarda la escultura religiosa bajo techo más grande de Latinoamérica: una virgen tallada en madera de cedro de 12 metros de altura.
‘Retrocedemos’ al siglo XVI, en pleno centro del pueblo. Es inevitable voltear hacia la Parroquia de Santiago Apóstol, ricamente decorada por fuera en un estilo ‘barroco indígena’ (también se le conoce como tequitqui), con querubines morenos y referencias a Tláloc y Quetzalcóatl, sin perder de vista sus detalles de color. Posee un altar neoclásico y un par de retablos igualmente barrocos.
Aventura y relax en Chignahuapan
Por supuesto, lo imperdible son sus atractivos naturales. Los alrededores de Chignahuapan están bañado por cascadas. La más grande es la del Salto de Quetzalapan, de poco más de 100 metros de altura. Ahí mismo, hay un parque ecoturístico con una tirolesa y un puente colgante.
Para aquellos que no son tan aventureros, también hay otras opciones. Claro, con el frío de diciembre, seguramente querrás algo calientito. Y, para eso, no dejes de ir a sus aguas termales. En el Hotel & Balneario Aguas Termales de Chignahuapan, enclavado en la montaña, podrás sumergirte en sus albercas con aguas a 38 °C.
Solicita la aromaterapia en su spa o una sesión de temazcal. El mismo hotel tiene un restaurante con servicio de comida buffet.
Cada una de sus 65 habitaciones y suites están equipadas con tina de agua termal. Puedes acceder al balneario sin ser huésped. Las tarifas comienzan en los tres mil 99 pesos por noche para dos personas. La entrada al balneario cuesta 130 pesos.
Aprovecha tu estancia y visita el pueblo mágico de Zacatlán de las Manzanas, a unos 15 o 20 minutos de distancia en auto.
Por cierto, no te vayas de Zacatlán sin haber pisado el puente de cristal, un mirador volado en forma de media luna a 400 metros de altura sobre la Barranca de los Jilgueros.
La barranca es un parque natural con varias actividades ecoturísticas y de aventura. Para muchos, la más atractiva es la tirolesa que, de acuerdo con los creadores de este centro ecoturístico, es la más alta y rápida de México. Con 500 metros de altura y a una velocidad de 100 kilómetros por hora experimentarás alrededor de un minuto y medio de pura adrenalina.
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El espíritu navideño en Tlalpujahua
Entre los bosques húmedos y fríos de Michoacán, cerca de la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca, se encuentra el pueblito mágico de Tlalpujahua de Rayón, en donde se celebra, hasta el 17 de diciembre, la tradicional Feria de la Esfera.
Las sedes principales son el auditorio municipal y las plazuelas principales. Hay más de 450 stands en los que se venden esferas y adornos para todos los gustos y presupuestos, además de un desfile navideño con carros alegóricos todos los sábados por la noche, shows de luces y nieve, de jueves a domingo. Los talleres abren sus puertas para que aprendas a hacer una esfera de vidrio soplado.
Sus callecitas empedradas se convierten en una fiesta de luces. Algunos andadores se transforman en un villa de Santa Claus, con casitas alpinas que parecen de jengibre. Dentro se instalaron artesanos para mostrar al público el proceso de elaboración de esferas y otros artículos en cantera, cerámica, madera, popotillo, plata y arte plumario. Después de esta experiencia, los visitantes pueden subirse al carrusel y al trenecito.
En esta temporada, las placitas están repletas de puestos con decoraciones navideñas y muestras gastronómicas de la región.
Si quieres más spots para tomar fotos, frente al Museo Hermanos Rayón se instalaron tres esferas gigantes y el árbol navideño.
Calles antiguas, una mina y naturaleza
Su centro histórico es pequeño, pero pintoresco, de estilo colonial, conformado por casitas de adobe, callejones y templos antiguos. El más importante es el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, del siglo XVIII. Su fachada es de estilo barroco y el interior fue decorado en un estilo ecléctico, obra del artista local Joaquín Orta.
En las noches se transforma en el escenario de un espectáculo de luces.
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Tlalpujahua fue un pueblo de vocación minera y, para muestra de ello, aparta un día para visitar la Mina Dos Estrellas, una de las principales productoras de oro y plata del país a inicios del siglo pasado. Ahora, aloja el Museo Tecnológico Minero del Siglo XX. Sus 18 salas exhiben fotografías, planos, herramientas y talleres originales.
Colócate el casco y entra a la mina a través de un túnel que utilizaban los trabajadores. La entrada del mismo está embellecida por el enorme mural del artista Gustavo Bernal, oriundo del pueblo.
En Tlalpujahua también se encuentra el Parque Nacional Rayón, aunque comúnmente se le conoce como el Campo del Gallo.
Sus 25 hectáreas están cubiertas por un frondoso bosque de pinos, hogar de halcones, ciervos y más de 40 especies de flora y fauna.
Un must en tu agenda viajera es la Presa Brockman. Es un paraje perfecto para conectar con la naturaleza. Hay paseos en cuatrimoto o a bordo de una lancha a pedales.
Es temporada de mariposas monarca, así que tienes que disfrutar este fenómeno (pero de manera responsable). El santuario más cercano es Sierra Chincua, a solo 50 minutos.
Guía del viajero
- ¿Cómo llegar desde CDMX? A Chignahuapan: desde la central de autobuses TAPO hay salidas cada hora con la línea ATAH. El boleto sencillo cuesta $313 pesos para adultos; $156 para menores de edad y personas mayores. A Tlalpujahua: desde la terminal de autobuses Poniente (Observatorio) con destino a Maravatío, autobuses Pegasso hacen algunas paradas. Boletos a partir de $230 pesos por persona.
- ¿Cómo es el clima? Considera que ambos pueblos mágicos están en una región montañosa, por lo que las bajas temperaturas son comunes, sobre todo durante la temporada de invierno. Se recomienda vestir en capas y llevar una prenda abrigadora.
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