Además de la CDMX, hay varios destinos en el país donde las jacarandas florecen en primavera. Uno de ellos está al oriente del país: Jiquilpan, un pequeño pueblo mágico que se adjudica el título de ser la “ciudad de las jacarandas”.
¿Por qué se llama así y qué atractivos tiene este lugar? Aquí te contamos.
Su primer nombre se lo otorgaron los purépechas: Huanimban, que se traduce como “lugar de huanitas”, árboles con flores en forma de maíz tostado. No obstante, su denominación actual proviene del náhuatl xiuquilpan, que puede tener 2 significados: “lugar de plantas tintóreas” o “lugar del añil”, una pista de la razón de su sobrenombre actual.
El pueblo está asentado a 1,540 metros sobre el nivel del mar, siendo parte de la Sierra de Tarecuato. El río Jiquilpan atraviesa la demarcación, que también cuenta con varios arroyos. Su clima suele ser agradable, templado semi húmedo, promediando unos 20° centígrados al año gracias a su altitud y cercanía al lago más grande de México, Chapala.
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Se le da el nombre de la “ciudad de las jacarandas” debido a la gran cantidad de estos árboles en sus calles, plazas, frondosos jardines y avenidas, que colorean este pueblito durante la primavera con el característico color de sus flores.
Las jacarandas no son el único atractivo de Jiquilpan. Entre sus "encantos" imperdibles hay parques urbanos con exuberante naturaleza, joyas del arte contemporáneo, de la arquitectura y artesanías. Te contamos.
El reconocido pintor José Clemente Orozco dejó su huella en el pueblo, particularmente en 10 murales que realizó en la Biblioteca Pública Lic. Gabino Ortiz. Por otra parte, el también muralista poblano Roberto Cueva del Río hizo lo propio en la Primaria Francisco I. Madero. Las obras datan de los años 40.
En Jiquilpan nació Lázaro Cárdenas, militar y presidente de México en el periodo 1934-1940. Para conocer más del jiquilpense más reconocido, visita el Museo Vida y Obra de Lázaro Cárdenas del Río, una casa de la primera mitad del siglo XX donde se exponen imágenes, objetos personales y documentos que relatan su historia.
En un callejón frente a la biblioteca antes mencionada, se levanta una casona colonial que fuera hogar de Feliciano Béjar, escultor y pintor nacido en la localidad. Hoy es un museo dedicado a este artista, autodidacta en varias disciplinas (como dibujo, escultura y pintura) y creador de los magiscopios, esculturas hechas de acero con lentes encapsulados.
Conecta con la naturaleza en los senderos de sus parques urbanos, rodeados de una gran diversidad de árboles florales. Ejemplos de estos espacios son: el Jardín Colón, el Parque Juárez y el Bosque Cuauhtémoc, donde se encuentra la Casa de Piedra, que antiguamente fue una finca de Lázaro Cárdenas y que hoy es el Centro Turístico de Capacitación Sericícola y Rebocería, donde se fomenta la elaboración artesanal de rebozos de seda, uno de las artesanías típicas del pueblo.
Frente a la plaza principal de Jiquilpan podrás encontrar otros dos atractivos: la Fuente de la Aguadora, en honor a las mujeres indígenas que transportan agua en cántaros, y la Parroquia de San Francisco de Asís, que data del siglo XVII. Su fachada es barroca, aunque la decoración de su interior está influenciada por los estilos art nouveau y gótico.
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A un par de calles, se levanta otra joya arquitectónica religiosa: el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús. De estilo neoclásico, fue construido en el siglo XIX. En tiempos de la Guerra Cristera, funcionó como cuartel general y, al término del conflicto, se utilizó como cine y teatro.
Jiquilpan cuenta con varios hostales y hotelitos pequeños. Hotel Palmira es uno de ellos, ubicado un par de calles del centro, en una casona colonial con arcos, amplios jardines y un bonito patio central con una fuente en piedra labrada.
La decoración de sus habitaciones es sencilla, con muebles de madera y algunos candelabros que le dan un toque antiguo. Ofrece habitaciones para 2 o hasta para 7 personas. Desde $830 pesos por noche para 2 personas.
Para comer, no te pierdas sus platos típicos, como el caldo cosechero, charales, los burritos estilo zalate, las chorreadas (pan tradicional), corundas, uchepos y carnitas michoacanas. Además, Jiquilpan presume su mezcal de olla, llamado así porque es destilado en recipientes de barro.
En los alrededores del Jardín Colón podrás encontrar opciones variadas de restaurantes y cafeterías. Por ejemplo: Azul Portal, de especialidad mexicana/regional y con mesas exteriores sobre un paseo peatonal o Caffè di Venezia que sirve gastronomía italiana (principalmente pizzas al horno).
Un poco más lejos puedes probar el sushi, snacks y café de La Terraza, restaurante en un edificio de estilo villa española con balcón al aire libre.
Este no es un fenómeno que sucede en Jiquilpan, pero sí muy cerca. A menos de una hora al norte, en las orillas del Lago de Chapala, se encuentra la localidad de Petatán, donde cada año sucede una migración similar a la de las mariposas monarcas. En este caso, los protagonistas "viajeros" son los pelícanos borregones.
Ambos casos comparten un par de características: provienen de Canadá y suceden aproximadamente en la misma temporada: en invierno, de octubre/noviembre a marzo.
Se dice que cerca de 3,500 ejemplares llegan hasta este asentamiento con 900 habitantes.
Jiquilpan está al noroeste del estado de Michoacán, en la zona de montañas occidentales y la región conocida como la Ciénega, cercana a la ciudad de Zamora, el pueblo mágico de Cotija y el Lago de Chapala.
Dos horas separan en auto separan a la ciudad de Guadalajara de este pueblo mágico; poco más de 3 de Morelia y unas 6 horas de la CDMX.
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