San Carlos es uno de los pueblos mágicos más ‘nuevos’ de Sonora y de México, pues se incluyó en este programa apenas en 2023, debido a su belleza natural y riqueza biológica.
Ubicado frente al mar de Cortés, a hora y media de Hermosillo y a media hora de Guaymas, descubre todo lo que este semidesértico destino ofrece.
Esta imponente elevación natural es el ícono de San Carlos, con más de 400 metros de altura sobre el nivel del mar y un nombre curioso, pues tiene varias teorías: hay quienes dicen que significa 'tetas de cabra'; que viene del yaqui takále con 2 acepciones: la primera, ‘cerro partido’, por la formación rocosa abierta en su punta, y la segunda, como 'cerro de piedra'.
Se puede llegar hasta uno de sus picos más altos a través deuna caminata en una ruta corta (de unos 2-3 kilómetros ida y vuelta), pero un poco difícil, pues el terreno es muy rocoso y en muchas partes empinado.
La mejor temporada para ‘conquistar’ este gigante es entre octubre y marzo, cuando hace menos calor.
La vista es impresionante, con la bahía de San Carlos y el pueblo mágico a tus pies y aún más cuando el hiking se realiza desde muy temprano, para ver el amanecer.
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Si bien el entorno de San Carlos es desértico, cuenta con un par de paraísos verdes. El primero es este estero a unos 10 minutos en auto desde el centro. Es una área natural protegida con una laguna que, desde 2011, fue declarada como sitio Ramsar debido a su importancia en la conservación de la naturaleza.
Se extiende por más de 322 hectáreas, siendo un refugio de 425 especies de flora y fauna, destacando el venado de cola blanca, el zorro del desierto, jabalí, coyote y manglares rojos, negros y blancos.
En este exuberante espacio puedes remar en kayak, explorar sus islas y remar a través de serpenteantes canales naturales. En algunos puntos, se puede apreciar, a lo lejos, el Cerro Tetakawi.
El segundo oasis de San Carlos está a unos 20 minutos al norte del pueblo. En medio de una serranía de tonalidades ocre, se encuentra el Cañón del Nacapule, que forma parte de la Reserva Especial de la Biósfera Cajón del Diablo.
Las paredes de piedra son porosas, de origen volcánico y rebasan los 300 metros en algunos puntos. Hay un sendero rocoso, estrecho y caprichoso, de unos 2 kilómetros de largo, en el cual habitan palmeras (algunas en peligro de extinción como la palma del taco), arbustos, cactáceas y varias tinajas que se nutren de un río subterráneo, manantiales y otras de las lluvias.
Ahí se instaló un circuito de 5 tirolesas a 30 metros de altura y un puente colgante con panorámicas muy bonitas.
Las costas de San Carlos son bañadas por el mar de Cortés, una región con una inmensa biodiversidad marina, llamada el ‘acuario del mundo’ por el oceanógrafo francés Jacques Cousteau.
Playa El Acuario justo hace honor a ese sobrenombre. Se llega haciendo un trekking muy tranquilo por senderos desérticos y montañosos de unos 4 kilómetros (redondo), desde la Bahía de San Carlos hasta una especie de bahía pequeñita con una playita rocosa y aguas cristalinas de color azul turquesa.
Puedes bajar a nivel del mar. Otra opción es recorrer las montañas que rodean este idílico lugar, desde donde tendrás vistas muy instagrameables.
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A unos 15 minutos en auto al oeste de San Carlos, al filo de un acantilado y con una plataforma triangular suspendida en el aire, se encuentra el Mirador Escénico, un spot perfecto para contemplar la naturaleza, amaneceres y atardeceres.
En 2011, el libro Secret Journeys of a Lifetime, publicado por National Geographic, lo nombró la mejor vista oceánica del mundo, pues se puede apreciar el emblemático cerro Tetakawi, calas de arena como la Playa Piedras Pintas, aves y animales marinos como delfines y ballenas.
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