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Es verdad, el sismo del 7 de septiembre causó una fisura de 30 centímetros en el cauce de las cascadas de Agua Azul. Sin embargo, éste no es el motivo por el cual se haya secado uno de los principales atractivos de la selva chiapaneca: la deforestación que ha sufrido la reserva natural es el verdadero problema.
Adrián Méndez, director regional de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, expresó en entrevista para EL UNIVERSAL, que “cuando el cauce está por debajo de su máximo ordinario (60 centímetros), el agua se desvía de forma natural al margen izquierdo del río, contrario al de la zona turística, por lo tanto, esto ocasiona sequía en las cascadas”.
El miércoles 15 de noviembre, se dijo que los pobladores habían limpiado el lecho del río para que el agua pudiera regresar. Si bien la acción contribuyó, fueron las lluvias de días pasados las verdaderas responsables. Pero cuando llegue la temporada de sequía, las cascadas espectaculares volverán a desaparecer.
“El problema en Agua Azul viene de años atrás y se llama deforestación. La reserva se está quedando sin árboles (ceibas, caobas, cedros). Son sus raíces las que se encargan de filtrar el agua a los mantos freáticos; éstos funcionan como cápsulas donde se almacena el agua y, poco a poco, van alimentando los ríos” dijo el comisionado de la Conanp.
Al rescate de las cascadas
Agua Azul está en la mira de los especialistas ambientales de la Conanp, quienes tienen planeado presentar, en la primera semana de diciembre, un programa de manejo de paisaje para revertir el daño ecológico.
Entre las estrategias que se contemplan está el mejoramiento en prácticas de cultivo, pues la actividad se realiza en la parte alta de las montañas e impide la distribución del agua. “Una vez que entre en vigor el programa, calculamos un lapso de tres años para que los ecosistemas de la reserva natural se recuperen al 100%”, concluyó Adrián Méndez.