¿Qué tienen en común el zar Nicolás II, la actriz Ingrid Bergman, la autora de misterio Agatha Christie, el personaje de James Bond, Sigmund Freud y Albert Einstein? Todos abordaron alguna vez el Orient Express, posiblemente el tren más legendario del mundo y que revolucionó los viajes de lujo entre finales del siglo XIX y principios del XX. Su trascendencia fue tan grande que se vio lejanamente relacionado con las Guerras Mundiales. Te contamos brevemente su historia.
Por si no lo recuerdas bien: el Orient Express fue un tren que unía la ciudad de París con Constantinopla (ahora Estambul, Turquía), en un servicio que asombró por su comodidad y velocidad. Operó entre 1883 y 1977, casi un siglo de existencia.
Foto: Wagon-Lits Diffusion
Un hotel de lujo convertido en tren
Todo comenzó en 1867 cuando, durante un viaje a Estados Unidos, el ingeniero belga Georges Nagelmackers conoció los trenes que incluían dormitorios y comedores, los cuales habían sido inventados por George Mortimer Pullman. Se le ocurrió que podría dedicarse a diseñar trenes de lujo que operarían en Europa, como una puerta de entrada hacia el Oriente.
Antes de que el Orient Express fuera creado, los viajes a través del Viejo Continente implicaban diversas incomodidades como tener que encontrar alojamiento cada noche, además de largos periodos de tiempo.
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Para crear su tren, Nagelmackers fundó una compañía llamada Compagnie Internationale des Wagons-Lits (CIWL).
Tuvo su primer viaje formal por primera vez en 1883. En París, muchos periodistas estaban ahí para ser testigos del acontecimiento y como escenario la CIWL había instalado algunos vagones viejos de la empresa Pullman para que contrastaran con el Orient Express, cuenta la revista Smithsonian.
Aun sin esa comparación, los vagones del nuevo tren tenían todo para asombrar: intrincados paneles de madera, baños de mármol, copas de cristal, cubiertos de plata, sábanas de seda y mantas de lana para las camas. Durante el día, 20 cabinas para dormir se transformaban en salas y comedores para socializar. Aunque en Estados Unidos había trenes más avanzados tecnológicamente, aquí la novedad era la comodidad para viajar.
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Georges Boyer, un periodista de la época, escribió sobre el viaje inicial que hicieron 76 horas de Constantinopla a París “en lugar de las 111 horas usuales, en perfecta comodidad y sin la más mínima fatiga”, de acuerdo con la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses.
No se trataba de un trayecto 100% directo, pues en Bulgaria era necesario subirse a un ferry para cruzar el Danubio y llegar al otro tren. Fue hasta 1889 que las líneas ferroviarias estuvieron completas, dice Wagon-Lits Diffusion (compañía creada para preservar la memoria histórica de CIWL).
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El vagón de la paz y la venganza
Durante la Primera Guerra Mundial, los trenes de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits (CIWL) fueron de uso estratégico para la Triple Entente. En ellos se transportaban servicios de hospitalidad y a diversas personalidades militares y civiles.
En 1918, cuando se aproximaba el final de la Gran Guerra, en un vagón restaurante de la CIWL el Imperio alemán firmó su derrota. Para evitar la humillación de Alemania, la reunión se llevó a cabo en un bosque a las afueras de París, según el Museo del Armisticio. Después de ese acontecimiento al carro 2419D se le llamó Vagón del Armisticio.
Sin embargo, la derrota en la Primera Guerra Mundial se resintió profundamente en diversos aspectos de la sociedad alemana y, años después, formaría parte del discurso nacionalista extremo de Adolf Hitler.
Mientras la Segunda Guerra Mundial comenzaba en 1940, Hitler firmó otro armisticio en ese mismo vagón 2419D y en el mismo bosque, como si fuera una especie de venganza. Esta vez se trataba de la rendición francesa hacia los alemanes, explica la agencia AP.
Finalmente el vagón fue destruido en 1945, el mismo año en que finalizó la guerra. No se sabe exactamente cuáles fueron las circunstancias, aunque existe la creencia de que Hitler lo mandó destruir para evitarse la humillación de que la paz debiera ser firmada ahí.
Actualmente, en el Museo del Armisticio, en Francia, se exhibe un coche idéntico al original, construido al mismo tiempo. Mide 20 metros de largo y cuatro de alto.
A menudo se dice que el Vagón del Armisticio pertenecía al Orient Express, en realidad únicamente era parte de la misma compañía, CIWL.
Armistice Museum
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La edad de oro
La década de los años veinte representó la mejor época para el Orient Express. Para empezar, en 1922 todos los vagones con exterior de madera fueron reemplazados por otros pintados de azul, que se convertiría en el tono icónico del tren.
Para estos años ya existían suites mucho más amplias y ostentosas dentro del ferrocarril.
Foto: Wagon-Lits Diffusion
Era un tren frecuentado por la realeza, los millonarios y hasta los espías. Se sabe que era un medio de transporte preferido para agentes secretos por hacer su trabajo más fácil y cómodo, explica la revista Smithsonian.
Foto: Wagon-Lits Diffusion
A lo largo de su historia (no solo en sus años de gloria), el tren transportó a una larga lista de personajes célebres. Desde el rey Ferdinand de Bulgaria y el zar Nicolás II, hasta el novelista ruso León Tolstói y Ernest Hemingway. También llevó a Lawrence de Arabia y la espía Mata Hari.
Todavía en 1974, los actores Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery y Anthony Perkins viajaron en el Orient Express para vivir la experiencia e inspirarse para la adaptación que el director Sidney Lumet hizo de la novela más famosa de Agatha Christie, "Asesinato en el Orient Express"..
Foto: Wagon-Lits Diffusion
Problemas en el camino
Aunque el Orient Express se caracterizó por el lujo y la opulencia también tuvo sus anécdotas turbias, incluso en los años de gloria.
En 1892 el tren fue asaltado en la península de los Balcanes, donde se robaron 120 mil libras esterlinas e incluso hubo un rescate de cinco rehenes. Tan solo al año siguiente, el tren fue puesto en cuarentena por una epidemia de cólera a bordo.
En 1929, la vía del tren quedó bloqueada por una tormenta de nieve cerca de Estambul. Los viajeros pasaron cinco días en el frío y, al final, tuvieron que matar lobos para conseguir comida. La anécdota y las peculiares situaciones que provocó, inspiró a la autora Agatha Christie para su novela “Asesinato en el Orient Express”.
En 1931, terroristas hicieron explotar un viaducto en Hungría, lo cual provocó la muerte de más de 20 personas. La cantante y bailarina Joséphine Baker, considerada la primera vedette, estaba entre los pasajeros y ayudó a atender heridos.
Foto: Wagon-Lits Diffusion
La caída
Después de la Segunda Guerra Mundial ocurrió el florecimiento de los viajes en avión. Esto causó, poco a poco, que los trenes pasaran a segundo plano y la industria decayera.
El último viaje completo entre París y Estambul se hizo en 1977.
El legado del Orient Express persiste en numerosas películas, desde las adaptaciones de Christie hasta “Desde Rusia con amor”, de la saga James Bond.
Foto: Wagon-Lits Diffusion
Actualmente se conservan siete vagones originales del Orient Express, utilizados esporádicamente para eventos privados.
La cadena hotelera Accor tiene planes para desarrollar una marca de alojamientos inspirada en el estilo y glamour del Orient Express, con un primer hotel que abrirá sus puertas en 2021 en Bangkok, Tailandia.
Foto: Wikimedia Commons. Murdockcrc