Se acerca el equinoccio de primavera y, con él, una oportunidad para explorar la relación que los antepasados tenían con los astros. En Campeche existen grandes ciudades de la cultura maya que fueron “tragadas” por la selva. Son mil 200 asentamientos prehispánicos en la región, pero solo 16 están abiertos al público, de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Te contamos curiosidades sobre algunas de las zonas arqueológicas más emblemáticas de Campeche .
1. Para los mayas, el movimiento de los astros era una forma en que se expresaba la voluntad divina. Según el arqueólogo Orlando Casares, los edificios piramidales servían como marcadores para las salidas y puestas del sol. De esta manera, se identificaban los tiempos para sembrar o cosechar. Sus fechas destacadas no corresponden necesariamente con las que la ciencia actual identifica. Por ejemplo, el arqueoastrónomo Jesús Galindo revela que, en lugares como Edzná, se proyectan juegos de luz y sombra el 29 de abril y el 13 de agosto.
Por esta razón sus ciudades eran planeadas no solo con base en el uso cotidiano de los edificios, sino con relación a conocimientos astronómicos.
2. De acuerdo con el INAH, para los mayas las escalinatas de los edificios formaban caminos entre el mundo profano de los hombres y el mundo sagrado. A éste último se podía acceder mediante espacios rituales como las acrópolis.
3. Un elemento común en las ciudades mayas es el juego de pelota, que representaba el encuentro entre dos fuerzas contrarias: el día y la noche.
4. La observación de los movimientos del sol podía hacerse desde diversos lugares, como la entrada a un templo, en muros, escalinatas o caminos, por mencionar ejemplos.
5. Se cree que solo la élite tenía acceso a los observatorios. Gobernantes y sacerdotes servían como intermediarios, interpretaban el movimiento de los astros y llevaban la cuenta de las fechas.
6. Aunque la observación de los astros era un aspecto sumamente importante para las culturas mesoamericanas como la maya, investigadores como Pedro Francisco Sánchez Nava e Ivan Šprajc han apuntado que los equinoccios no son fenómenos directamente observables que pudieran ser registrados como los solsticios. Según los expertos, “no hay evidencias contundentes de que los edificios mesoamericanos fueran orientados hacia las posiciones del sol en los equinoccios astronómicos”.
7. La Reserva de la Biósfera de Calakmul, donde se ocultan muchas zonas arqueológicas de Campeche, está catalogada como Patrimonio de la Humanidad tanto por su biodiversidad como importancia cultural. Abarca un millón de hectáreas. Entre sus habitantes más icónicos están cinco de los seis grandes felinos que se hallan en México, como el puma, el tigrillo, el ocelote y el jaguar. También está el mono aullador, el tapir, aproximadamente 282 especies de aves y 50 de reptiles.
Foto: iStock
Calakmul
8. Fue una de las tres ciudades más importantes del periodo maya Clásico, y fue determinante en esta región por 12 siglos; se cree que su poderío se extendió hasta el Petén guatemalteco y Belice. Además, la urbe se extendió físicamente por 25 kilómetros cuadrados. Su nombre significa “Dos montículos adyacentes”, por la manera en que sus formaciones sobresalían entre la espesa jungla.
9. Se han encontrado 123 estelas y altares, más que en todo el mundo maya. También aquí se halló una obra maestra del arte maya: la Máscara de Calakmul, una pieza de jade que formó parte del ajuar funerario de un gobernante, pues se creía que estos objetos acompañaban a los grandes señores al inframundo.
Edzná
10. Se dice que en esta ciudad —que abarcó 6 km cuadrados— se hacían observaciones lunares desde tiempos remotos. Alguna vez fue capital del occidente de la península de Yucatán pero para 1450, antes de la Conquista, ya había sido abandonada.
11. El nombre de la urbe significa “Casa de los itzaes”. Se cree que “itzaes” es un apellido maya chontal que probablemente provenga de una dinastía que gobernó aproximadamente en el siglo X.
12. Una de sus estructuras más impresionantes es el Edificio de los Cinco Pisos, que alcanza más de 30 metros de altura; en la década de los noventa se descubrió que en realidad posee nueve niveles, aunque una parte no es visible para el público.
13. La orientación de su plaza, en relación con los puntos cardinales, señala los equinoccios de primavera y otoño, según el INAH.
14. El Templo de los Mascarones conserva figuras de estuco pintadas en rojo que representan la deidad solar, Kinich Ahau, al amanecer y en el ocaso. El astro humanizado tiene mutilación dentaria y estrabismo, símbolos de estatus y belleza.
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Becán
15. Un gran foso, que sugiere una densa actividad bélica, rodea a esta ciudad localizada en la Región del Río Bec, en la base de la península. Las poblaciones que se encontraban en esta zona tenían imponentes torres flanqueando sus templos principales.
16. Becán también posee un enorme laberinto de galerías, pasadizos y escaleras cubiertos con bóvedas mayas (grandes lozas superpuestas en forma de triángulo).
17. No se sabe mucho sobre la historia de esta ciudad o sus gobernantes pues, aunque su arquitectura es rica, no contiene inscripciones que señalen fechas o datos precisos.
Foto: Wikimedia Commons. PhilippN
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Chicanná
18. El nombre de esta ciudad significa “casa de la boca de la serpiente” porque la fachada de su Estructura II está conformada por un enorme mascarón que representa a Itzamná, señor del cielo, con serpientes estilizadas y una boca de filosos colmillos como entrada principal. Se cree que la urbe era parte de una ruta comercial entre el golfo de México y la península.
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Xpuhil
19. Todos los edificios ceremoniales de esta ciudad están distribuidos en línea recta, de oriente a poniente, y la fachada, en la mayoría de ellos, da hacia la salida del sol. Como buen representante de la Región del Río Bec, dispone de torres con falsas escalinatas o santuarios sin acceso.
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