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Se calcula que existen más de 2 mil cenotes tan solo en el estado de Yucatán y aproximadamente 10 mil en todo el sureste de nuestro país. Eran la principal fuente de agua dulce para el pueblo maya y, por eso, no es de sorprender que se hayan convertido en un elemento esencial para su cultura y existan incontables narraciones relacionadas con ellos: desde creencias relacionadas con la cosmogonía, hasta leyendas e historias que pasaron de una generación a otra.
Para los mayas antiguos, los cenotes se asociaban con la fertilidad y la vida, de acuerdo con el libro Cenotes y Grutas de Yucatán, editado por el gobierno del estado. Eran considerados portales de entrada al inframundo, lugares sagrados a los que había que cuidar y respetar.
Estas son 5 leyendas e historias relacionadas con los cenotes de Yucatán
1. El Cenote de los Sacrificios
El cenote de Chichén Itzá era conocido de esta manera desde el siglo XVI, asegura el libro Cenotes y Grutas de Yucatán.
Citando a la Relación de Valladolid, cuenta que se arrojaban mujeres al cuerpo de agua para que pidieran un buen año. El ritual se hacía justo al alba, y al mediodía se sacaba a la mujer del agua: mientras la sahumeaban de copal, ella contaba al pueblo que se le habían aparecido hombres y mujeres que le pedían que volteara hacia abajo para no verlos y le contaron si el año sería bueno o no. Si la mujer no salía, significaba que el demonio estaba enojado con alguno de ellos; entonces arrojaban grandes piedras al agua y huían de ahí.
No hay nada que confirme que este relato es totalmente veraz, aclara el libro. Pero no es la única leyenda relacionada con este lugar. El Chilam Balam cuenta la historia de Hunac Ceel, hombre que se arrojó voluntariamente al Cenote de los Sacrificios para luego “pronunciar la profecía y volverse ‘rey’ de Chichén Itzá”.
En el Cenote Sagrado de Chichén Itzá, desde el siglo pasado se han descubierto restos de 42 personas, entre hombres, mujeres y niños.
2. Los aluxes
El aluxe está presente en la cultura maya en general, no exclusivamente en Yucatán . Existen diferentes versiones sobre su origen, como que es un espíritu de la naturaleza, que habita en las selvas y cenotes . Es como un duende, con apariencia de anciano, estatura de niño y rasgos indígenas.
También se dice que los sacerdotes mayas creaban aluxes “por encargo” para proteger determinado lugar. El aluxe era creado a partir de barro virgen. Si un desconocido pisaba tierras custodiadas, uno de estos seres podía arrojarle piedras o hacer sonidos extraños para asustarlo; incluso era capaz de causarle diversos malestares físicos.
Se conoce como un ser travieso, que busca llamar la atención pero pocas veces se deja ver por su agilidad.
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3. Los cenotes conectados
En la fuente antes mencionada se cita otro libro llamado Leyendas de Yucatán , el cual recopila varias historias . Una de ellas cuenta que Ah Kinxoc, gran sacerdote de Chichén Itzá, tenía una hija llamada Oyamal, de la cual se enamoraron dos hermanos llamados Ac y Cay. Ella eligió a Cay pero Ac, en su ira, encerró a Oyamal en el “claustro” de Chichén Itzá y a su hermano en las grutas de Kauá. Para que te des una idea de la distancia, actualmente tardas 20 minutos en auto en trasladarte de Chichén Itzá al cenote Kaua. Sin embargo, al estar conectados los cenotes de la península, la pareja se volvió a encontrar y se escondió para siempre de Ac. Se dice que en las noches de enero se oye una voz gritando “¡Yacumá!”, lo cual significa “Te amo”.
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4. Rito de amor
Según el mismo libro, Leyendas de Yucatán, existía la creencia de que la mujer maya que no era correspondida por el hombre que amaba, debía cumplir un ritual en el pozo de su casa. Primero debía comprar un cántaro de barro de Izamal y después, inclinándose sobre el pozo, contar nueve veces sus penas en la boca del cántaro; como el agua corre bajo tierra por todas partes, llegaría pronto al hombre y lo haría “entrar en razón”. Pero si anteriormente la mujer había desperdiciado el agua o se había quejado de ella, no funcionaría.
5. Los cenotes y los rayos
También existía la creencia de que los cenotes se formaban a partir de la caída de un rayo. Como ejemplo está la leyenda del cenote Xlacah de Dzibilchaltún, que nació como un castigo divino para un hombre que no quiso darle un pedazo de pan a su padre, un hombre viejo y cansado; en su casa cayó un rayo, se hundió el suelo y se formó el cenote.