El lago de Las Lágrimas se encuentra en un parque protegido, pero es muy visitado por turistas, quiene se maravillan de su belleza natural. Es un paisaje que impone por sus enormes árboles y sus raíces que emergen del agua y parecen cobrar vida.
Sí o sí merece estar dentro de tu lista de próximos lugares para explorar. Parte de su encanto se debe a la leyenda purépecha que encierra y aquí te la contamos.
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Nuestro país es rico en leyendas desde tiempos prehispánicos. Muchas de estas han dado nombre y origen a destinos populares, por ejemplo, la Isla de las Muñecas, en Xochimilco, y el Callejón del Beso, en Guanajuato.
Estas historias dotan de identidad, memoria y sentido de pertenencia a los mexicanos. Tienen su toque de fantasía, lo cual nos hace querer conocerlas y también demuestran la cultura y las tradiciones de un territorio.
Los purépechas son una etnia de Michoacán, una cultura en la que han nacido muchas leyendas. Ellos consideran a sus cuerpos de agua sitios sagrados, como lo pueden ser los lagos de Cuitzeo, Pátzcuaro, Zirahuén, Chapala y Camécuaro.
Este último, Camécuaro, en el municipio de Tangancícuaro, es conocido como el Lago de las lágrimas.
Cuenta la historia que la princesa Huanita se había enamorado de Tangáxhuan (fundador del imperio purépecha), pero fue secuestrada.
Candó, el raptor, la mantuvo oculta en una yácata, es decir, una “antigua construcción en forma de pirámide, como parte de las culturas prehispánicas de Michoacán”, indica el Gobierno de México.
La princesa lloró sin parar hasta que con sus lágrimas formaron un lago. Tangáxhuan, al enterarse, fue a rescatarla y cuando llegó al sitio del rapto, disparó una flecha que atravesó a Candó, dejándolo clavado en un sabino.
Del sabino brotó un manantial que nunca podrá secarse, mientras que al fondo del lago Camécuaro se encuentra el espíritu de una mujer. Todo aquel que se bañe en sus aguas permanecerá con ella para siempre.
El lago tiene una extensión de 1.6 hectáreas y una profundidad de 6 metros, por lo que no se recomienda nadar en él. En sus alrededores abunda fauna que migra de varias regiones del continente.
Aunque es pequeño, lo habitan patos reales, azores, gavilanes de Cooper, patos de collar mexicano, serpientes de cascabel, coralillos, cangrejos, chapulines, ranas, mariposas y muchos animales más.
El Parque Nacional Lago Camécuaro es un área protegida, ello no impide que el mundo pueda observar sus aguas cristalinas. El costo aproximado para ingresar es de tan solo $20 pesos.
Hay diferentes actividades: paseos en lancha, senderismo, camping, caminatas entre fresnos, sabinos, coníferas y ahuehuetes, los cuales se proyectan en el agua como si fueran un espejo.
Abre todos los días del año y se encuentra a 175 kilómetros de Morelia. Desde la Ciudad de México el viaje te tomará 5 horas y media, pero vale la pena el traslado para explorar el “lugar de la amargura oculta".
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