La Ciudad de México tiene una gran historia. Es una fusión entre la cultura prehispánica, la Colonia y el México moderno. Por ello no es de extrañar que guarde cientos de leyendas que han trascendido el tiempo, como la de La Quemada.
Si vas al Centro Histórico de la Ciudad de México encontrarás una amplia oferta de museos y muchas opciones para pasar un buen rato. Pero si lo que te gusta son las historias de terror entonces tienes que darte una vuelta por la calle Jesús María.
Aunque hoy es una vialidad llena de comercios por la que todos los días pasan miles de personas, encierra una historia de amor que no todos conocen.
Imagen: Freepik
Cuenta la leyenda que, en lo que hoy es la calle de Jesús María, vivió una hermosa mujer llamada Beatriz de Espinosa, quien llegó a la Nueva España en el año de 1550 acompañada de su padre, un comerciante español de nombre Gonzalo de Espinosa y Guevara.
Cuando llegó a lo que hoy es la Ciudad de México, tenía solo 20 años de edad, y de inmediato dejó cautivados a todos por su extraordinaria belleza que, además, se veía enaltecida por sus buenos modales y su carácter amable pues procuraba ayudar a los más necesitados.
Por supuesto, pretendientes no le faltaron, pero fue en una reunión organizada por el virrey, don Luis de Velasco, cuando conoció a un joven italiano de origen noble llamado Martín de Scúpoli, quien ostentaba el título de marqués de Pinamonte y Franteschelo.
Aunque ambos se enamoraron, su historia juntos terminó siendo siniestra a causa de los celos.
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Martín de Scúpoli era un hombre encantador, pero tenía un lado oscuro. Su obsesión por Beatriz lo llevó a cometer múltiples asesinatos .
Y es que la belleza de la joven atraía a muchos pretendientes quienes no dudaban en cortejar a Beatriz con regalos y palabras de amor despertando los celos del marqués que decidió detener, sin importar cómo, a cualquiera que quisiera robarle su amor.
Se dice que Scúpoli se batió en duelo con varios hombres que buscaban ganarse el corazón de Beatriz , pero siempre salía triunfante.
Cuando la joven se enteró de lo sucedido, decidió cometer un acto insólito, lo que nadie nunca haría en su sano juicio: quemó su rostro con carbón ardiente con la intención de dejar de llamar la atención de los hombres y terminar con los asesinatos .
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Pero cuando el marqués se enteró de lo sucedido, lejos de horrorizarse por el rostro desfigurado de Beatriz , le hizo saber que la amaba no solo por su belleza física sino interior, y le propuso matrimonio
La boda se celebró en el Templo de La Profesa, una iglesia que se ubica en la esquina de las calles Madero e Isabel la Católica, en el Centro Histórico de la CDMX.
Desde entonces Beatriz siempre acostumbró llevar un velo que le cubría todo el rostro. Por eso, la calle donde ella vivía se le conoció como Calle de La Quemada.
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