En la Península de Yucatán existen miles de cenotes de diversos tamaños y estructuras. Algunos se vuelven conocidos por sus aguas cristalinas, por su mundo submarino irresistible para los buzos o por lo accesibles que resultan para los turistas. Pero solo Kantemó ha ganado fama por un fenómeno natural que podría ser considerado muy interesante por algunos y un poquito tétrico por otros: las serpientes que viven en su interior y se alimentan de murciélagos ante los ojos de cualquier visitante.
A este lugar le llaman “la cueva de las serpientes colgantes”, aunque en realidad es considerado un cenote de caverna, casi completamente cerrado. Se encuentra en el municipio de José María Morelos, en Quintana Roo, muy cerca del límite con el estado de Yucatán; son dos horas y media en auto, aproximadamente, desde Tulum. Desde hace varios años, los miembros de las comunidades cercanas ofrecen recorridos turísticos en la cueva y sus alrededores.
Si visitas la cueva de Kantemó, su entrada no te parecería especialmente atractiva. Es un agujero a nivel de piso, que abarca 20 metros como máximo y queda bastante cubierto por la vegetación. De aquí pueden salir varios miles de murciélagos (pertenecientes a siete distintas especies) al anochecer, en cuestión de un par de horas.
La cueva tiene la forma de una gran bóveda con unos 60 metros de ancho, y cuya parte más profunda alcanza 20 metros, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Es necesario llevar lámparas de mano, pues el interior se encuentra en total oscuridad.
Foto: Cortesía Cueva de las Serpientes Colgantes de Kantemó
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Cuando el guía te conduce a uno de los sitios con mayor concentración de murciélagos, comienza el extraño espectáculo de la naturaleza. Como si fuera un enorme queso Gruyère, el techo de la cueva revela poco a poco una gran cantidad de agujeros en la piedra caliza, desde donde las serpientes se descuelgan en silencio para buscar su alimento. Pertenecen a una especie conocida como “ratonera manchada” que, aunque es común en Quintana Roo, dentro de la cueva representa un fenómeno excepcional de adaptación, según Conabio.
Las serpientes se deslizan hasta quedar totalmente suspendidas de la cola. Se balancean en espera de que un murciélago pase cerca y, en un instante, lo atrapan para después asfixiarlo y comerlo.
Pero las serpientes colgantes no son el único atractivo de Kantemó. En algunas paredes es posible notar muchísimos fósiles marinos que se quedaron incrustados en la roca: son corales, caracoles y otros caparazones cuyo papel es demostrar que en la antigüedad este cenote formó parte del lecho marino.
En los canales inundados por aguas cristalinas existe una variedad de especies fuera de lo común, que en su evolución han prescindido de pigmentación u ojos, pero también desarrollaron otros órganos sensoriales que facilitan su búsqueda de alimento o proceso reproductivo; estos animales dependen de la comida que los murciélagos acarrean hacia la gruta. Está, por ejemplo, la anguila ciega, la cochinilla acuática o el camarón ciego.
Foto: Cortesía Cueva de las Serpientes Colgantes de Kantemó
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Puedes ponerte en contacto directamente con las comunidades que organizan los recorridos. Por ejemplo, en Facebook está la página “Cueva de las Serpientes Colgantes de Kantemó” y responden vía Messenger.
Se puede llegar a la cueva mediante un sendero interpretativo de aproximadamente tres kilómetros, que se recorre a pie o en bicicleta. Hay otras actividades, como el tour en canoa por la Laguna de Chichancanab, donde es posible avistar diferentes aves y cocodrilos.
La comunidad tiene zona para acampar, restaurante y cabañas.