VIRIDIANA RAMÍREZ
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En cada habitación, la bañera es un asiento de primera fila a una de las vistas más impresionantes del mundo y de todo Australia : el Uluru , ese descomunal monolito de arenisca que delimita el horizonte del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta, en la región Red Centre del Territorio Norte .
Mientras el cuerpo se sumerge en aguas tibias y nutridas con sales del desierto australiano, la vista no tiene impedimento para viajar por ese territorio sagrado que los aborígenes han resguardado por más de 30 mil años: dunas, matorrales, cielos limpios y un extenso mar de arena roja conforman este paisaje.
Para vivir el momento hay que reservar una de las 16 tiendas tipo safari del campamento Longitude 131 , cuyo lujo radica en las experiencias que ofrece para explorar uno de los monolitos más grandes del mundo, declarado Patrimonio de la Humanidad .
Mañanas, tardes y noches espectaculares
Cada mañana, los huéspedes tienen reservado un viaje en camello para recorrer los 10 kilómetros que mide la base del Uluru y observar cómo va cambiando la tonalidad de roca conforme el sol avanza al cenit.
El r ecorrido es guiado por un aborigen, quien enseña cómo los antepasados utilizaron el monte para trazar el mapa estelar de la noche australiana y lo memorizaron a través de canciones llamadas “songlines”.
L
a experiencia cultural va acompañada de una fogata y un almuerzo. Al finalizar, hay que emprender una caminata para internarse en las cuevas tapizadas con pinturas rupestres, hasta llegar a la garganta de Kantju, una grieta que casi corta por completo al monolito.
Las tardes son para disfrutar del campamento: una tienda fue adaptada como bar al aire libre con una piscina desde la que se puede observar el monte sagrado . El huésped se puede dejar consentir con una envoltura corporal de arcilla amarilla, mientras contempla el atardecer.
Otra opción, es disfrutar de una comida llamada Table 131 . La experiencia consiste en ver el ocaso durante la cena: un maridaje de varios tiempos con vinos australianos . Entrada la noche, el personal conduce al viajero a una duna para recostarse y dejar que un astrónomo lo guíe por las constelaciones del hemisferio sur.
Es posible elegir una joya gastronómica más: otra cena al aire libre, pero para contemplar la instalación de luces Field of Light , creada por el artista británico Bruce Munro, quien destaca por sus trabajos a gran escala.
La obra se encuentra en pleno desierto y se compone de 50 mil tallos iluminados de manera rítmica en diversos colores. El huésped también tiene el privilegio de contemplarla desde su habitación, con una fogata encendida y servicio de café gourmet.