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“Padre nuestro que estás en las pencas, clarificado sea tu jugo y hállese un tinacal aquí en la tierra como en el cielo...” Dicen que el primer domingo de febrero el rezo completo puede escucharse dentro de la Basílica de Guadalupe . Cada año, el gremio pulquero visita a su protectora, la “Morenita del Tepeyac”, para agradecerle sus favores.
(Foto: Istock)
Todavía faltan meses para ser testigos de la peregrinación. Mientras, los integrantes del Colectivo El Tinal organizan recorridos para compartir su conocimiento sobre la cultura del pulque y narrar las historias de algunas “pulcatas” tradicionales que aún sobreviven en los alrededores de la Basílica y la colonia Peralvillo .
Primera parada: La Victoria
Las tortillas y el molcajete lleno de salsa no pueden faltar en ninguna pulquería y menos en La Victoria que, según su jicarero, tiene más de 70 años (y se puede creer por los azulejos desgastados que decoran la fachada y la barra).
El proceso de elaboración del pulque es narrado entre música de arrabal y sorbos de un curado de avena, jitomate u ostión (la especialidad de la casa). Aquí se confirma que, años atrás, las mujeres y los hombres no podían estar juntos en estos locales, pues uno de los accesos es el antiguo “departamento de damas”.
Segunda parada: La Tlaxcalteca
El declive de las pulquerías se narra en La Tlaxcalteca, sobre la Calzada de los Misterios. Mientras prueban un curado de xoconostle o piña, los visitantes se enteran de que los asaltos a los ferrocarriles durante la Revolución, la campaña en contra de las bebidas alcohólicas en el gobierno de Lázaro Cárdenas y el descuido de la limpieza y seguridad de las pulquerías por parte de los propietarios, fueron factores para que estos locales casi desaparecieran.
Tercera parada: La Bonita
Se llega a pie a la colonia Nicolás Bravo, muy cerca de Tepito, para atestiguar que La Bonita, además de pulquería es un museo. En sus paredes hay recortes de periódico con noticias de hace 100 años, también está la muerte del torero Manolete en caricatura, el zapato colgado, que, según esto, Gloria Trevi olvidó, y el respectivo altar a la Virgen de Guadalupe.
El suelo todavía está cubierto con aserrín para absorber cualquier líquido.
(Foto: Hermes Quetzalcoatl)
Cuarta parada: Mi Museo Indígena
El tour termina en la Antigua Aduana de Peralvillo. Aquí se recibía gran parte del pulque de Tlaxcala e Hidalgo. Ahora es un museo de arte indígena. La entrada es libre.
Cuánto cuesta el recorrido:
478 pesos por persona. Se puede organizar para uno y hasta para 10 integrantes. La próxima salida será el 9 de septiembre. Solo incluye un tarro de pulque o curado, el resto corre por tu cuenta, así como tu pasaje para trasladarte de la primera pulquería a La Tlaxcalteca. Duración: cinco horas.
Reservaciones:
a través de The Welcomers , plataforma que ofrece experiencias únicas en México. Son guiadas por expertos en diferentes temas o por los propios habitantes de una comunidad. www.thewelcomers.com