Había escuchado hablar mucho sobre Cuatro Ciénegas en Coahuila, y confieso que cuando llegó la oportunidad de visitarlo, me invadió una emoción enorme.
Ya estaba escrito. Me dispuse a empacar para ir a descubrir las maravillas de ese desierto único en el mundo, tanto por sus características geográficas, como por su biodiversidad.
Después del trayecto carretero de unas cuantas horas desde Monterrey, finalmente divisé una colina con una imponente estatua en la cima de Venustiano Carranza, primer presidente constitucionalista de México. Parece vigilar impávido la llegada de cada visitante al lugar que lo vio nacer allá por mediados del siglo XIX.
A un costado se levanta el icónico monte de la localidad de Cuatro Ciénegas de Carranza, el Cerro del Muerto, por su silueta que define la imagen perfilada de un cadáver boca arriba.
A través de las calles del tranquilo pueblo mágico fundado en 1800 y donde existieron asentamientos de las etnias originarias N’dees apaches, tobosos, cuauiltecas y borrados, llegué al Hotel Hacienda 1800. Ahí me esperaba Fernando Pérez Cano, su propietario.
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El empresario regiomontano a la cabeza del Grupo Fox, al que pertenece el grupo hotelero y la operadora de experiencias 4C, es también el desarrollador de un programa de rescate de especies y del Área Natural Protegida de Cuatro Ciénegas.
Hacienda 1800 es un oasis en un agreste desierto que, sin embargo, resguarda una de las reservas acuíferas subterráneas más importantes del mundo.
Pérez Cano me explicó que su primer contacto con Cuatro Ciénegas fue producto de la casualidad, debido a la curiosidad que siempre tuvo por conocer los paisajes de los que tanto hablaba la gente de la cercana Monclova.
Le ofrecieron, en pago de una deuda, un inmueble a medio construir. Ahora es Hacienda 1800. Y, mientras se terminaba la remodelación, se dio el tiempo para conocer el destino, convirtiéndose en una de sus pasiones.
Observó las condiciones sobresaturadas y de poca conservación en las que se encontraban algunos de los atractivos abiertos al público y se dio a la tarea de rescatarlos, dando apoyo e implementando medidas de seguridad y protección al ecosistema de manera sostenible.
Desde 2017, uno de sus tres pilares ha sido proteger la biodiversidad despertando el interés de otros similares que han hecho posible el despegue del proyecto más sustentable que se está haciendo en el norte del país. Delegaciones científicas de la NASA han fincado investigaciones que se suman al mismo objetivo.
Otro pilar contempla la creación de un plan maestro de infraestructura para generar un turismo enfocado en la sustentabilidad y la mejor convivencia con el medio ambiente. El tercero es la capacitación del personal para alcanzar el nivel de servicio, conciencia del respeto de la naturaleza y el cuidado ambiental.
El Hotel Hacienda 1800 es mi punto de partida para explorar Cuatro Ciénegas. Su concepto boutique con altos estándares de calidad y buen gusto están presentes en sus 36 habitaciones de lujo contemporáneo, decoradas de acuerdo con la fisonomía del entorno.
Las áreas comunes incluyen dos albercas (una familiar con velaria, hamacas y tumbonas) y otra para adultos, con jacuzzi y wet bar.
La gastronomía es un elemento de especial interés, a cargo del chef Daniel Peña, quien creó un estilo culinario plural, conservando las raíces y tradición de la cocina norestense en su esencia, y adaptándola mediante fusión al gusto de visitantes de otras latitudes.
Sigo saboreándome el desayuno norteño con el mejor machacado con frijoles puercos que he comido, al igual que el cortadillo, el queso con chile, los tacos de chamorro o los sopes de pulpo enchilado que estuvieron de aplauso.
También le pongo palomita a sus pastas, ensaladas, sushi y varios antojos snack: esos boneless de pollo están muy bien logrados con sus salsas barbecue y de mango con habanero.
El chef Peña, además, es responsable de las creaciones gourmet para el picnic y las cenas de experiencias que ofrece la operadora 4C.
Mi gran aventura comenzó con la visita al río San Marcos en el Parque Natural Aruna, a unos minutos del hotel, en transporte particular con aire acondicionado a full, debido a la hora un poco arriesgada. A estas alturas del verano, la temperatura asciende regularmente a poco más de 40 °C.
En mi caso, había una inesperada ola de calor que llegó hasta los 46 °C, con sensación térmica de 49 °C. Te recomiendo que jamás cambies repentinamente de un estado de temperatura extrema de calor a un ambiente frío de clima artificial, ya que podrías experimentar un golpe de calor, una especie de malestar, ansiedad y mareo o hasta de posible desmayo. Hay que cubrirse bajo una sombra para ir aclimatando el cuerpo y no exponerlo a un frío súbito.
Este parque acuático, totalmente ecológico, con aguas en azul verdoso transparente y llenas de vida, es el hogar de múltiples peces endémicos, como la mojarra Menckley; de las tortugas bisagra y de concha suave o de nariz de cerdo, especies cuya existencia es insólita y única en el mundo. Estas últimas parecen posar para la foto con tranquilidad, aunque no hay que tratar de tocarlas.
Allí mismo puedes nadar y alquilar equipo para remar en kayak o hacer paddle board.
Se rentan, por $350 pesos, palapas individuales, si deseas un almuerzo con menú de snacks preparados por el equipo de cocina del Hotel Hacienda 1800.
Por las noches la atmósfera se llena de romance bajo el firmamento, ofreciendo cenas para parejas con un menú de cuatro tiempos que incluye una botella de vino, agua natural, palapa, decoración e iluminación.
También hay una experiencia de avistamiento de estrellas y constelaciones con telescopios profesionales. Su duración es de una hora. Incluye una cena de cuatro tiempos.
A unos ocho kilómetros del pueblo mágico de Cuatro Ciénegas encontramos peces, tortugas y reptiles que conservan su fisonomía desde hace millones de años, siendo su presencia de tal importancia que hoy forman parte de esta Área Natural Protegida, estudiada actualmente por científicos de todo el mundo, interesados en conocer los antecedentes de la flora y fauna de la región y sus fenómenos ecológicos.
Fuente: WWF Y CONABIO
La Poza Azul es testimonio de ese pasado aún desconocido y del que ya no se tiene memoria. En ella conviven los grandiosos y frágiles estromatolitos, formaciones de bacterias que han sobrevivido por millones de años y datan desde antes de la formación de los continentes. De ahí que su presencia permitió la creación de oxígeno y evidencia la forma de vida más antigua sobre la faz terrestre.
La coloración de sus aguas, que va del azul marino al turquesa translúcido, se debe a esos microorganismos, por su alto contenido de minerales en contacto con residuos volcánicos.
Tal y como hicieron sus antecesores en la era Precámbrica, la primera y más larga etapa de la historia del planeta, sobreviven en un ambiente que carece de suficientes nutrientes y que casi es imposible encontrar en otros sitios.
Como si se tratara de un lecho marino de suaves y blanquísimas arenas, saltan a la vista las dunas de yeso, también a unos pocos kilómetros de distancia del poblado.
Me quedé atónito al ver su dimensiones. El entorno es testigo de la existencia, hace millones de años, del mar de Tetis, que dejó como rastro cristales hidratados de sulfato de calcio, mejor conocido como yeso puro. Me descalcé para sentir la inesperada frescura de esa blanca y resplandeciente textura que, más bien, pareciera harina. A pesar de la alta temperatura, jamás se sobrecalienta como la arena marina.
Eché un vistazo al horizonte, entre las blancas dunas y arbustos desérticos, me dispuse a meditar, mientras esperaba la caída del atardecer, y disfrutar un picnic vespertino con un montaje que me hizo recordar las dunas desérticas de Dubái, con tapete, almohadones de tapicería, mesitas bajas y lámparas de aceite.
El chef Peña se esmeró en el menú inspirado en las cocinas del Mediterráneo y de Italia, acompañado de un buen vino, todo servido en una caja de madera labrada: wraps de pollo, embutidos, ensalada caprese, pasta, guarniciones y el postre en una clásica mason jar.
El Valle de Cuatro Ciénegas es el humedal más importante del desierto coahuilense. A nivel global está clasificado entre los sitios RAMSAR, y también se incluye dentro de las Regiones Prioritarias para la Conservación, elaboradas por el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Su orografía, bordeada por las sierras La Madera y La Fragua, le confiere entrada a cañones y senderos, estrechos montañosos como el Puerto de la Virgen y El Cañón, donde se viven experiencias algo extremas, como el senderismo de montaña, el descenso a rapel y el cruce por una vía ferrata. Recomiendo hacer estas actividades muy temprano, casi después del amanecer, para evitar la insolación y la alta temperatura durante la época veraniega.
Si prefieres realizar una visita más general y en menor tiempo, toma algunos de los recorridos en los Safari Trucks de 4C que te llevarán a las atracciones emblemáticas de Cuatro Ciénegas por $550 pesos por adulto.
El recorrido por los cañones del desierto en vehículos Razor resulta todo un reto al espíritu inquieto que gusta de emociones fuertes.
Tuve menuda impresión al pararme frente a las grandes lajas de mármol travertino que simulan murallas de color arena, colocadas para flanquear el paso a una mina ya inactiva.
Destaca una gigantesca columna que sugiere la intervención en arte huichol de la réplica de una osamenta fósil de un T-Rex. Parece haber quedado petrificado dentro del bloque.
Aquí mismo se presenta el espectáculo inmersivo ‘Pandora Orígenes’, de jueves a domingo. A través de colorida iluminación y efectos de video mapping, logra introducirte a la historia de la creación de la vida en el planeta por los dioses de los cuatro elementos.
La puesta en escena es protagonizada por un elenco de danza moderna y acrobacia musicalizada. La concurrencia decide si ve únicamente el espectáculo o incluye una cena de cuatro tiempos con o sin maridaje con vinos.
Otro día me tomé con calma la visita al centro histórico de la ciudad pasando por su plaza de armas donde recorrí el kiosko, rendí honores ante otra efigie de Don Venustiano Carranza Garza y me asomé a la parroquia de San José con su peculiar torre de campanario hecha en madera. Aproveché también para conocer la Casa Museo Venustiano Carranza y por qué no, hasta probar nieves artesanales de pitaya y de higo y una que otra golosina dulce típica elaborada con leche quemada, nueces y otros elementos.
Pasé a visitar por supuesto, la bodega Ferriño la más antigua de la región fundada a mitad del siglo XIX, misma que produce el icónico vino de mesa dulce Sangre de Cristo y un oporto bastante generoso.
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