Este destino es el paraíso de quienes amamos con locura el chocolate . También podría ser nuestra perdición. Qué más da, mientras esa textura cremosa se vaya deshaciendo en nuestra boca seremos felices.
Hace unos días, sí, en plena pandemia, abrió un museo dedicado al chocolate, un santuario al que hay que entrar con respeto y fervor: el Lindt Home Museum . Sí, sí: aquí te contarán la historia de esta dulce delicia y de su proceso de elaboración pero, seamos sinceros, lo que todos quieren ver y saborear con la mirada es la fuente de chocolate más grande del mundo , de nueve metros de altura. De ahí emanan 1,500 litros de cremoso chocolate. Con tres toneladas de peso, la consideran una escultura monumental.
Foto: Cortesía Lindt & Sprüngli
El museo de la famosa marca se inauguró hace unos cuantos días en la ciudad de suiza de Kilchberg , a muy corta distancia de Zúrich . Por cierto, en la apertura estuvo, ni más ni menos, el tenista Roger Federer , embajador de la firma.
Ah, sí. Además de la fuente y de extasiarte con el aroma y sabor de la golosina, hay mucho más que ver y hacer. La historia para conocer los orígenes del cacao y de todo su proceso de transformación, para convertirse en una dulce bebida o en una barra de chocolate amargo, semiamargo o blanco, y su legado cultural, te los cuentan por medio de exposiciones interactivas .
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Hay tours privados o en pequeños grupos para guardar el distanciamiento social . Este paseo te lleva virtualmente a los tiempos de Hernán Cortés –quien llevó los granos de cacao a Europa desde América– y a Ghana, para observar el trabajo de los productores de cacao, entre otros pasajes más. En el Lindt Home Museum se imparten cursos de 40 minutos para elaborar chocolates y se ofrecen degustaciones.
Foto: Cortesía Lindt & Sprüngli
Hay espacio suficiente para un laboratorio de investigación, una zona abierta para observar la producción de chocolates y una tienda, que es la más grande de la compañía.
Se nos olvidaba incluir la chocolatería-cafetería, la única en el mundo de la marca.
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Suiza
tiene una larga tradición en la elaboración de chocolate de altísima calidad. En el país alpino comenzó la fabricación mecanizada en 1819, a cargo de François-Louis.