A unos 15 minutos del Pueblo Mágico de Papantla, en Veracruz, y muy cerca de la zona arqueológica homónima, hay una escuela dedicada a preservar las tradiciones milenarias de la cultura totonaca: gastronomía, danza y bordado están entre sus actividades más importantes. En este lugar es posible aprender a elaborar un platillo típico y hasta presenciar una ceremonia ritual.
Es el Parque Takilhsukut, “el inicio" o "el comienzo”, según su significado, un complejo cultural de 45 hectáreas donde se construyeron pequeñas cabañas de paja las cuales funcionan como salones para las clases que imparten.
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Foto: cortesía Secretaría de Turismo y Cultura de Veracruz.
En Takilhsukut también existe una escuela fuera de lo común dirigida por el Centro de las Artes Indígenas (CAI). Justo aquí es donde se preparan a niños voladores de Papantla para mantener viva la ceremonia ritual más famosa de México, y que, por cierto, fue inscrita en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en 2009.
Estos niños se van preparando para convertirse en los voladores del futuro.
La Escuela de los Niños Voladores tiene aproximadamente 65 alumnos por año. Su preparación comienza a los nueve años, aunque también se entrenan a jóvenes de un poco más de 20 años para que desarrollen sus habilidades de volador que, en la comunidad, es considerada un don.
Además de la danza y de todo el trabajo físico que esto conlleva, los alumnos también aprenden la lengua totonaca, la cultura y el significado de los rituales que practican, además de los elementos del traje tradicional y su significado; los amarres de las cuerdas; y los pasos desde que suben al mástil y cuando están en el aire.
Foto: cortesía Secretaría de Turismo y Cultura de Veracruz.
La última fase de preparación es impartida por el caporal —la máxima autoridad del grupo que es una representación de un sacerdote—, quien controla el vuelo en la cima del poste, pues él marca el ritmo de la danza.
Además del aprendizaje, los voladores con experiencia tienen la misión de transmitir a los aprendices que esta es una hermosa tradición de la que deben sentirse orgullos por practicarla.
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El Parque Takilhsukut está abierto al público y es posible participar en muchas de sus actividades. Se divide en diferentes nichos y casas. En uno de los nichos, miembros de la escuela de niños voladores de Papantla presentan la ceremonica ritual.
Estos son algunos de los espacios que puedes visitar...
Nicho de aromas y sabores
Prueba la gastronomía típica del estado de Veracruz , sobre todo de la antigua cocina totonaca y sus sabores base que provienen del maíz, el frijol, el arroz combinados con jitomate, cebolla, chiles y hongos que crecen en la región. En este nicho es normal llamar a las cocineras "mujeres de humo", un sobrenombre que se les daba a quienes pasaron toda su vida cocinando con leña, y por eso su cabello olía a humo.
Nicho de la música
La música es muy importante dentro de las culturas madre, pues con el sonido de los instrumentos y al ritmo de sus sones, antiguamente eran invocadas deidades que proveían al pueblo de alimento y otras bendiciones. Con la música se adoraba, pero también se celebraba y se despedía. Es por ello que en este lugar se busca reconocer y valorar la importancia de la música para el pueblo totonaco .
Casa de algodón
Esta casa muestra cómo se crean artesanalmente algunas de las prendas típicas de la cultura totonaca. Además, ofrece talleres y demostraciones de telar de cintura. Los hilos se transforman en blusas con flores coloridas que adornan sus mangas o el pecho de la prenda.
Casa de la alfarería
Los totonacas son famosos por sus artesanías de cerámica. El propósito de esta casa es difundir este saber para que no se pierda este arte y su proceso, pues antes de la fabricación se hace un ritual que simboliza respeto, entre otros valores. Luego de esto ya puedes crear piezas sustentables que sirvan en la vida diaria como tu propio comal, taza u olla.
Casa de la sanación/ Escuela de medicina tradicional
Uno de los saberes más importantes de los pueblos originarios es la medicina tradicional, pues a través de métodos tradicionales que involucran hierbas y plantas se curaban enfermedades, desde un dolor de estómago hasta fiebre muy alta. Aquí te muestran cómo, a través limpias, rituales y algunas hierbas pueden purificar tu cuerpo. Una experiencia que requiere ir con la mente abierta y una actitud respetuosa.
Casa de los abuelos sabios
Los abuelos son sabios, pues con el paso de los años, la experiencia, la vida, entre otras vivencias, les ha hecho incrementar su conocimiento y la forma de relacionarse con su entorno. En el Parque Takilhsukut hay un espacio en donde los más grandes de la comunidad comparten sus historias, pero también su sabiduría ancestral a los más jóvenes.
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Foto: iStock.
Los voladores de Papantla u hombres pájaro son cinco hombres que realizan una danza ceremonial que transcurre tanto en tierra como en las alturas, atados con cuerdas a un mástil de madera que mide entre 25 metros y 37 metros de alto. Al ritmo del caporal, una melodía creada por los sonidos de flautas y tambores artesanales, dan giros sobre el eje del mástil.
Ver sus coloridas vestimentas y listones agitarse con gracia al ritmo de la música, mientras ellos giran en el aire es un espectáculo impresionante.
No hay una fecha exacta que diga cuándo se originó esta danza, sin embargo, se cree que fue en un momento en que la región del Totonacapan , estaba en una ola de sequía y los sabios de la comunidad, como tribut,o enviaron a cinco jóvenes a buscar un árbol de medidas colosales, el más alto que encontrarán, para realizar una ofrenda.
Se tenía la creencia que, entre más alto fuera el mástil de madera, las oraciones serían mejor escuchadas por los dioses. Fue así que, en este ritual, se pidieron tierras fértiles que se regaran de manera natural con la lluvia. Los dioses fueron bondadosos y otorgaron lo que pedían los jóvenes.
Desde ese momento y hasta la actualidad esta danza se hace año con año para honrar el milagro que fue cumplido convirtiéndose en un símbolo de la cultura totonaca y de todo su pueblo. Tal es la importancia de este baile que hasta una escuela hay en honor a esta, donde se enseña esta tradición de generación en generación.
Foto: iStock.
Todos los detalles que componen la danza son sumamente cuidados. El ritual comienza desde que se busca el denominado palo volador. La figura que designa cual poste utilizar es el caporal. El material del poste más tradicional es de madera, pero por cuestiones de seguridad para los danzantes ahora se permite el uso de un mástil de metal.
Cuando se derribaba un árbol de madera para convertirlo en palo volador, se hacía una reverencia “del perdón” por haberlo derribado. En esta reverencia se señalaba al norte, sur, este y oeste. Luego se limpiaban las ramas quitándole las hojas para llevar el tronco al lugar de la ceremonia.
En la punta del tronco se colocaba el tecomate: el cuadro giratorio de apoyo de los danzantes donde se amarran las cuerdas y cables que sostienen a los bailarines. Una vez con todo esto bien asegurado, los voladores de Papantla comienzan a subir para iniciar el vuelo.
El número de voladores tiene que ser de 5 personas, pues el músico que se queda en el centro del tecomate, es quien define los puntos cardinales. Cada danzante representa uno de ellos. Siempre se inicia desde el oriente, pues es el punto donde se cree que inicia la vida.
Al arrojarse al vacío, los danzantes giran un total de 13 veces cada uno; en conjunto tienen que sumar 52 vueltas que representan los 52 años que tiene el ciclo solar en el calendario prehispánico. Como ves todos los detalles están relacionados y tienen un significado que los totonacos atribuyeron a esta milenaria danza.
Este ritual también se realiza en Puebla y hasta en Centroamérica, aunque Veracruz es el lugar más representativo.