En la habitación de una casona ubicada en pleno Centro Histórico, cuelgan esferas de cristal rellenas de flores. Parecen peceras al revés, con una apertura hacia abajo por donde cabe perfectamente mi cabeza. Y es justo eso lo que me piden los guías: “entrar” a cada una para percibir sus aromas y sentir la suavidad de los pétalos. Después, ya con la cara embarrada de polen, el reto consistirá en identificar la fragancia y cómo se relaciona con nuestro entorno.
Esta actividad es parte de la exposición “Sinestesia Olfativa” que presenta el nuevo Museo del Perfume (MUPE) en la Ciudad de México. Inició en julio y cerrará hasta el 9 de febrero de 2020.
El MUPE todavía no inaugura su colección oficial, pero se sabe que está conformada por alrededor de tres mil piezas; una de ellas data del siglo XIX.
Su objetivo será ilustrar las transformaciones que las fragancias, diseños de envases y marcas han tenido con el tiempo. La casona que lo aloja se encuentra en el número 12 de Tacuba, calle que desde el Porfiriato ha estado ligada al comercio de perfumes.
Foto: Sergio Tapia. EL UNIVERSAL
Cuando dos de tus sentidos reaccionan ante un mismo estímulo, aunque aparentemente operen de maneras muy distintas, ocurre una sinestesia: hay personas que “ven” colores a partir de un sonido o sienten texturas a partir de un olor. La exposición del Museo del Perfume busca combinar este concepto con el arte.
Las esferas rellenas de flores integran la instalación Mina, de Jerónimo Hagerman. Él es uno de los 10 artistas que crearon obras para “Sinestesia Olfativa”.
Foto: Sergio Tapia. EL UNIVERSAL
Lo que hace especial a la muestra es la oportunidad de interactuar con las obras para hallar su significado. Por eso, todos los recorridos se hacen en grupos reducidos y acompañados de al menos un guía, quien te orienta y explica el contexto de las piezas que están frente a ti.
En La Falta, de Carolina Van Waeyenberge, hay cuatro estructuras de cartón con forma de campana. En su interior, cada una tiene una fragancia que busca disparar recuerdos y sensaciones. Cuando los guías me preguntan qué sentí, al igual que mis compañeros siento un poco de temor a equivocarme. Pero aquí no hay respuestas erróneas: si bien la autora busca dar un mensaje, todo depende de la percepción individual.
Foto: Sergio Tapia. EL UNIVERSAL
No creas que el recorrido es aburrido o complicado. Los guías se encargan de que la experiencia sea amena, interesante y personalizada. En poco más de una hora, conozco el origen del toloache y el primer sentido que desarrollamos al nacer.
En una parte del tour, descubro que la ciencia no está en lo absoluto peleada con el arte. Interspecifics es un colectivo que mezcla ambos conceptos, y desarrolló una instalación para el Museo del Perfume: Memoria esférica. En un pequeño laboratorio, por medio de una destilación, se obtiene una sustancia misteriosa. Me la entregan en forma de bolitas transparentes, que parecen un ingrediente de la cocina molecular. Nuevamente, el misterio debe resolverse con la memoria y los sentidos.
Foto: Sergio Tapia. EL UNIVERSAL
No todas las instalaciones están abiertas al público, pero lo harán en los próximos meses. Ahora hay seis. Además de las piezas mencionadas, está Can Brutal, de Juan José Rivas; Leche, de Andrea Martínez; y El eco de la impermanencia o el murmullo de lo inasequible es una indispensable evanescencia, de César Martínez.
Foto: Sergio Tapia. EL UNIVERSAL
Costos.
Los mayores de seis años pagan una entrada de 50 pesos. Si eres estudiante, profesor o adulto mayor, el costo se reduce a 25 pesos.
Reservaciones. Envía un correo a la siguiente dirección: reservaciones@museodelperfume.com.mx
Foto: Sergio Tapia. EL UNIVERSAL