Desafortunadamente, los sismos son un fenómeno bastante común en México, pues nuestro país está ubicado en una de las zonas sísmicas más activas del mundo. Imagínate: hay 5 placas tectónicas en el territorio nacional.
No obstante, alrededor del país hay lugares donde estos movimientos son mucho menos perceptibles, casi nulos. Aquí te decimos cuáles son y el por qué.
México forma parte del llamado ‘Cinturón de Fuego’, región caracterizada por una alta actividad sísmica. Se extiende desde las costas de Nueva Zelanda, subiendo por la parte oriental del Pacífico asiático, sur de Alaska, toda la costa oeste de Norteamérica, gran parte de México, Centroamérica y baja hasta Chile.
Esta gigantesca área es tan activa que registra el 90% de los terremotos del mundo y el 80% de los más potentes del planeta.
A eso, hay que agregar que, desde Colima hasta Quintana Roo, la parte sur y sureste de México está ‘dividida’ entre placas tectónicas que constantemente están en movimiento. Te damos un ejemplo: según datos del Servicio Sismológico Nacional (SSN), en el norte, las placas se mueven unos 3 centímetros por año, mientras que en el sur unos 7.
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En un día normal, el SSN reporta que en México pueden llegar a ocurrir hasta 4 sismos de más de 3 puntos de magnitud. En promedio, esta es la relación:
Sismos de magnitud mayor o igual a la magnitud de 7.5 grados: 1 cada 10 años.
Sismos de magnitud mayor o igual a 6.5: 5 cada 4 años.
Sismos de magnitud menor o igual a 4.5: 100 cada año.
Prácticamente todo México se encuentra dentro de la Placa de Norteamérica, a excepción de la península de Baja California, ubicada en la Placa del Pacífico.
Existen otras tres placas más que interactúan en el país: la pequeña Placa de Rivera (frente a las costas de Jalisco, Nayarit y Sinaloa), la de Cocos (desde Michoacán hasta Oaxaca) y la del Caribe (desde Chiapas hasta Quintana Roo).
Los expertos del SSN han ‘dividido’ al país en cuatro zonas: A, B, C y D, las cuales indican la peligrosidad, intensidad y vulnerabilidad de los estados ante eventuales movimientos telúricos.
Con la mayor actividad sísmica del país, los estados de la zona D han sufrido grandes sismos históricos y son frecuentes. Se comprende por Baja California, Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, sobre todo por estar más cerca de fallas geológicas y límites entre placas. Aquí se suelen generar los epicentros.
Las zonas B y C son de carácter intermedio. Ya sea que no registren sismos constantemente o son lugares afectados ‘secundariamente’ por los mismos. Aquí se encuentran los estados de Baja California Sur, Sonora, Nayarit, Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y Tabasco.
Eso sí, aunque la Ciudad de México se encuentra en este sitio, lo cierto es que, debido a las condiciones del subsuelo del Valle de México, el efecto puede ser mayor, especialmente en aquellas partes que ocupaban los antiguos lagos (alcaldías Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Tláhuac, Iztacalco y Gustavo A. Madero, principalmente).
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La zona A es la más ‘segura’ de todas, pues no se tienen registros históricos de grandes sismos y están relativamente lejos de fronteras entre placas tectónicas. Esta zona se comprende por los estados de: Chihuahua, Sinaloa, Durango, Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas, San Luis Potosí, Querétaro, Aguascalientes, Hidalgo, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
Cabe aclarar que ningún sismo es detectable ni predecible; tampoco los estados y lugares ‘seguros’ no están exentos de percibirlos.
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