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1. Cañón del Sumidero, Chiapas
Desde el mirador El Roblar, a más de mil metros de altura, se aprecia perfectamente cómo el río Grijalva serpentea a través del Cañón del Sumidero. Resulta apenas una franja de tono verdoso, apretujada entre colosales paredes de piedra. Frente a ti hay un paisaje que ha tardado unos 70 millones de años en formarse. Y ni siquiera ha terminado, pues por cada año que pasa, se vuelve dos centímetros más amplio.
El cañón integra un parque nacional. Si quieres llegar a pie hasta El Roblar, el más alto de los miradores, debes internarte por un sendero de tres kilómetros, aproximadamente; no requiere demasiado esfuerzo. También puedes llegar en auto o contratar un tour en bicicleta.
Foto: Sectur Chiapas
En total, el camino abarca cinco plataformas de observación. El Tepehuaje, enclavado a 900 metros, destaca por su perspectiva directa de la apertura del cañón. Este ángulo es tan icónico que aparece en el escudo de Chiapas.
La experiencia es muy distinta si recorres el río Grijalva a bordo de una lancha. Los muros adquieren siluetas bastante peculiares; en una de las paredes aparece un “árbol de Navidad” formado por una cascada. Camuflados entre la vegetación, se distinguen monos araña y pericos. A orillas del río hay cocodrilos, observando pacientemente.
Cómo llegar.
El parque nacional se ubica a las afueras de Tuxtla Gutiérrez; en auto, se avanzan cuatro kilómetros para llegar a los senderos turísticos. También puedes llegar desde Chiapa de Corzo, a media hora de distancia.
Ambos destinos cuentan con embarcaderos, desde donde inician los tours en lancha; el precio ronda 200 pesos. La touroperadora Ecoexperiencias ( www.ecoexperiencias.com ) hace las excursiones en bicicleta hacia los miradores, desde mil 335 pesos por persona.
Foto: iStock
2. Cuatro Palos, Querétaro
Parece imposible que en un mismo territorio exista un semidesierto poblado por cactáceas y un bosque frondoso y repleto de pinos. Así es la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda. Justo ese extraño encuentro entre ecosistemas, es visible desde el mirador Cuatro Palos.
Un sendero desde la comunidad homónima, te conduce hasta la plataforma de observación. En menos de media hora, subes 90 metros entre las profundidades del bosque. Cuando completas la misión, estás a dos mil 700 metros sobre el nivel del mar. Frente a ti hay una formación que parece tener dos cuernos, es el Cerro de la Media Luna. Este es solo una muestra de la inmensidad de la reserva que abarca un tercio del estado de Querétaro.
Foto: Sierra Gorda Ecotours. Roberto Pedraza
Cómo llegar.
El punto de partida queda a 12 kilómetros del pueblo de Pinal de Amoles. Los recorridos, campings y cabañas
en el bosque, son administrados por una cooperativa de mujeres locales. Puedes emprender una aventura de tres días por la región para visitar lugares como el Sótano de las Golondrinas (en la Huasteca Potosina). Un paquete “todo incluido” cuesta seis mil 250 pesos por persona. sierragordaecotours.com
Foto: Sierra Gorda Ecotours. Roberto Pedraza
3. Parque La Huasteca, Nuevo León
Aquí no existe un mirador como tal, sino una ruta que te invita a desafiar la gravedad y reunir todo tu valor para voltear hacia abajo. Se realiza en el Parque La Huasteca, una reserva perteneciente al Parque Nacional Cumbres de Monterrey. La locación se distingue por sus formaciones escarpadas de roca caliza. Una de ellas se alza a 700 metros del suelo, y la misión de esta experiencia es escalarla.
Asciendes poco a poco con ayuda de una vía ferrata; es un sistema nacido en la Primera Guerra Mundial, que consiste en escalar paredes de roca natural usando escalones de acero.
Foto: Cortesía Corporación para el Desarrollo Turístico de Nuevo León
En el camino, debes vencer varios obstáculos: puentes colgantes que hacen temblar tus pies, escalones de aluminio que parecen suspendidos en el aire y hasta una tirolesa de 200 metros. Como recompensa por tu valor, obtienes una vista privilegiada de la Sierra Madre Oriental y la zona metropolitana de Monterrey.
Cómo llegar.
La reserva se sitúa a 15 minutos de la ciudad. La experiencia se llama Ruta Vértigo y con la agencia Geoaventura ( geoaventura.com ) cuesta mil 150 pesos por persona.
Foto: Cortesía Corporación para el Desarrollo Turístico de Nuevo León
4. San Sebastián del Oeste, Jalisco
Este escenario no posee una sola sección plana: está lleno de elevaciones, grietas y formaciones rocosas forradas de vegetación. Es tan preciso, que parece una maqueta. Se trata de una pequeña sección de la Sierra Madre Occidental, vista desde el borde del mirador La Bufa, a dos mil 411 metros sobre el nivel del mar.
La cereza del pastel es que, si eres suertudo y llegas al amanecer, la Bahía de Banderas forma parte del espectáculo; se ve cómo sus olas de color azul profundo bañan Puerto Vallarta. Sin embargo, en cuestión de minutos un “mar” de nubes cubre el panorama por completo. La neblina también tiene su encanto, te sientes como si estuvieras flotando en medio de la nada.
Foto: Sectur Jalisco
Solo es posible llegar a la Bufa en una camioneta o cuatrimoto. Es casi indispensable ir con un guía, pues el camino es sinuoso y un poco confuso una vez que se adentra en la sierra.
Cómo llegar.
La Bufa se localiza a 40 minutos desde el Pueblo Mágico de San Sebastián del Oeste. Malibrí Turismo ( malibrturismo.wordpress.com ) te lleva en camioneta, desde 200 pesos por persona. Rentar una cuatrimoto te cuesta 600 pesos, con guía.
En el pueblo, visita la Quinta Mary, donde se cosecha café de altura. No olvides pasar por El Fortín, un restaurante que sirve pizzas a la leña y raicilla, un destilado de agave.
Foto: Sectur Jalisco
5. Hierve el Agua, Oaxaca
Cuando tomas una fotografía en el Anfiteatro, parece que estás sumergido en una alberca de borde infinito a la orilla de un barranco. Pero en realidad te encuentras en la cima de una cascada petrificada de 30 metros de altura.
Hace unos dos mil 500 años, por aquí corría un poderoso torrente, el cual se “congeló” por la acción de minerales como el calcio.
Foto: iStock
Desde las pozas naturales del Anfiteatro, famosas por adoptar tonalidades esmeralda con la luz del sol, se aprecia otra cascada petrificada que alcanza 12 metros. A la distancia luce como un tobogán gigantesco.
Si desciendes a pie por uno de los costados del Anfiteatro es posible acercarte a los chorros de agua que se volvieron piedra hasta sentir su textura. El camino es rocoso, con tramos empinados y resbalosos.
Antes de irte, fíjate en las pozas naturales más pequeñas: brotan burbujitas hacia la superficie, como si el agua estuviera en ebullición. Así surge el nombre de Hierve el Agua.
Cómo llegar.
Está a una hora con 20 minutos desde la ciudad de Oaxaca. En el sitio web Viator encuentras tours desde 21 dólares (403 pesos) por persona.
Foto: Mi Escape
6. La Rumorosa, Baja California
Ninguna carretera en México goza el mismo nivel de fama que La Rumorosa. Puede deberse a las “voces” que se escuchan cuando el viento se desplaza entre sus formaciones o al extraño aspecto de éstas, como si un gigante hubiera amontonado miles de piedras después de deshacer una montaña. Incluso tiene un aire perturbador cuando pones atención a los coches que alguna vez se quedaron atrapados entre las rocas, tras caer por un barranco.
Mientras conduces por ella, varios miradores te permiten detenerte para tomarte fotos con la carretera de fondo. El más famoso es Ojo de Águila, que cuenta con visores panorámicos.
Foto: Secture Baja California
Cerca de la Casa de Piedra, una construcción del siglo pasado cuyo propósito es un misterio, hay tours de rappel y bici de montaña.
Cómo llegar
. La Rumorosa conecta a Mexicali con el Pueblo Mágico de Tecate. El descenso a rappel cuesta 600 pesos, con Geo Parque Casa de Piedra. Tel. 045 (646) 179 5074.
Foto: Sectur Baja California
7. Cascada de Basaseachi, Chihuahua
La segunda cascada más alta de México se ve diminuta entre los barrancos de la Sierra Tarahumara. Su potente chorro de agua cae a 265 metros de altura y se pierde en el cañón Candameña, una de las Barrancas del Cobre. La postal es inolvidable y fácil de alcanzar: el mirador se aloja a unos pasos de la carretera.
La verdadera aventura es descender hacia el “vaso” de la cascada. La ruta es muy empinada; el dolor de piernas vale la pena, pues a mitad del camino encuentras otra perspectiva digna de foto. Es posible acercarte hasta que la brisa te salpica y subir por el otro lado para descubrir el punto de vista de la cascada.
Foto: Sectur Chihuahua
A tres kilómetros de Basaseachi está su rival, la cascada de Piedra Volada; es la más alta del país, con 456 metros. Resulta apenas un “hilito” de agua aprisionado en el cañón, y solo se forma en temporada de lluvias.
Cómo llegar.
La localidad Las Estrellas, el punto de partida, está a tres horas de Creel. Puedes rentar un auto desde Chihuahua (en tres horas llegas a Creel) o contratar un paquete turístico que incluya visita a la cascada.
Piedra Volada. Foto: Sectur Chihuahua