Con una decena de Pueblos Mágicos , 14 áreas naturales protegidas y algunas de las cumbres más importantes de nuestro país, el Estado de México representa una enorme cantidad de maravillas por ver y experiencias turísticas por vivir. Como ventaja extra está su colindancia con CDMX , por lo que muchos destinos están a un par de horas, a lo mucho, de distancia.
Aquí enlistamos 18 de esas maravillas. Sabemos que nuestra selección no será suficiente, pero es un buen comienzo para explorar la entidad.
1. Cada año, millones de mariposas monarca viajan entre 2 mil y 4 mil 500 kilómetros, desde Canadá y Estados Unidos, hasta los bosques del Estado de México y Michoacán. Entre finales de noviembre y marzo, puedes partir desde el Pueblo Mágico de Valle de Bravo hacia el Santuario de Piedra Herrada, a 26 kilómetros.
En el santuario, al cual es necesario entrar con guía, puedes ver paisajes completamente llenos de mariposas. Son tantas que pueden doblar las ramas de los árboles cuando se posan al mismo tiempo.
Foto: iStock
2. Como su nombre indica, en el Parque Nacional Izta-Popo se encuentran la segunda y tercera cumbres más altas de México: el Popocatépetl (5 mil 500 metros sobre el nivel del mar) y el Iztaccíhuatl (5 mil 230 msnm). La reserva natural abarca alrededor de 40 mil hectáreas de bosques de pino, arroyos, cascadas y paisajes de ensueño. Desde el 2010 es catalogado como Reserva de la Biósfera por la Unesco. Es posible practicar senderismo en diferentes rutas, además de que en la zona hay ecoparques con sembradíos de árboles de Navidad.
3. El Cosmovitral de Toluca es un trabajo monumental, conformado por 65 toneladas de vidrio soplado de 28 tonalidades distintas, ocupando todos los ventanales de un edificio de estilo art nouveau que entre los años 1933 y 1975 fue un mercado. Se trata del vitral más grande del mundo en un contexto no religioso.
Es la obra cumbre del artista mexiquense Leopoldo Flores y representa la relación del hombre con el universo y su actividad a lo largo de la historia. Para ello plasma dualidades: día y noche, luz y oscuridad, bien y mal.
Alberga un jardín botánico que exhibe 169 especies de plantas. Está dividido por climas representados por vegetación tropical, desértica, aromática y acuática. Incluso tiene su propio jardín japonés.
Foto: Alan Carranza/ EL UNIVERSAL
4. La Hacienda Panoaya, en Amecameca, es una construcción del siglo XVII en la cual Sor Juana Inés de la Cruz pasó parte de su infancia. Tiene un museo dedicado a su vida y obra, además de un parque de aventura en los terrenos que rodean al casco antiguo. En el parque, destaca un laberinto de vegetación con mil 400 metros de caminos serpenteantes.
5. En el Pueblo Mágico de Tepotzotlán se encuentra el Museo Nacional del Virreinato, un recinto que alberga aproximadamente 34 mil objetos que sirven como testigo de la época colonial. Para empezar, su enorme valor puede notarse desde la estructura que lo aloja: el Colegio de San Francisco Javier, edificado entre los siglos XVII y XVIII y parte del Camino Real Tierra Adentro, que es Patrimonio de la Humanidad.
Su repertorio incluye obras maestras de arte colonial, además de objetos que muestran cómo era la vida en la Nueva España. Entre los imperdibles está el Camarín de la Virgen de Loreto, que posee 5 pinturas de caballete firmadas por Miguel Cabrera, uno de los artistas más importantes de la época novohispana.
6. Si hubiera que nombrar las 5 zonas arqueológicas más importantes de nuestro país, forzosamente Teotihuacán estaría en la selección. La “Ciudad de los dioses” fue el primer sitio mexicano en ser nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1987) y es el sitio más explorado de Mesoamérica, pues los primeros trabajos de investigación datan del siglo XVIII.
Se sabe que Teotihuacán fue una de las urbes más grandes del mundo antiguo y llegó a tener más de 100 mil habitantes. En sus 264 hectáreas de área abierta al público destacan sitios como la Calzada de los Muertos y las Pirámides del Sol y la Luna con sus 63 y 43 metros de altura, respectivamente.
Foto: Unsplash/ Jeison Higuita
7. A 10 kilómetros del Pueblo Mágico de Tonatico se ubican las Grutas de la Estrella: cavernas donde las sales minerales y la erosión han producido estalactitas y estalagmitas en una gran diversidad de siluetas, de manera que hay figuras bautizadas por los visitantes como “el mamut” o “los novios”.
Es necesario bajar 450 escalones para llegar a las grutas; el recorrido está señalizado e iluminado.
8. También llamado Xinantécatl y con 4 mil 680 metros sobre el nivel del mar, el Nevado de Toluca es la cuarta montaña más alta del país. Visitar su cima y tomarte fotos con sus dos lagunas de fondo es una experiencia que debes vivir al menos una vez.
La laguna “del Sol” es la más grande, con 400 metros de longitud y 200 de ancho, mientras la laguna “de la Luna” alcanza solo 200 metros de largo y 75 de ancho. En ninguna de ellas se permite nadar, además de que sus aguas son heladas.
Es durante el invierno que tu aventura de senderismo puede incluir paisajes cubiertos de nieve. Es posible llegar al cráter en camioneta de un touroperador o a pie (eso sí, son 10 kilómetros de ascenso).
9. El Centro Ceremonial Otomí, en el municipio de Temoaya, se inauguró a principios de los años ochenta para que la etnia otomí de la región pudiera mantener vivas sus tradiciones, como la Ceremonia del Quinto Sol cada 18 de marzo. El complejo es obra de Carlos Obregón e Iker Larrauri, arquitecto que participó en el proyecto del Museo Nacional de Antropología.
Se localiza en la cima de un cerro, con un frondoso bosque de fondo. El centro ceremonial posee 365 escalones y, hacia donde volteas, está lleno de simbolismos: por ejemplo, hay 52 columnas (como las semanas del año) con forma de dos serpientes entrelazadas viendo hacia el sol, representando la voluntad. También hay 12 estructuras cónicas simulando caracoles, símbolo del agua. Otro imperdible es el mural Dámishy, del artista Luis Aragón, donde se representa la cosmogonía otomí con piedras naturales.
Foto: Adriana Hernández/ EL UNIVERSAL
10. Observar el brillo de miles de luciérnagas volando al mismo tiempo, mientras estás inmerso en la oscuridad del bosque, es otra experiencia que debes vivir al menos una vez en la vida. Probablemente ya hayas escuchado acerca del famoso santuario que hay en Tlaxcala pero, ¿sabías que el Estado de México también tiene uno? Nos referimos a Bosque Encantado, un gran centro turístico que integra recorridos en la naturaleza, actividades de adrenalina y un conjunto de cabañas rústicas para una noche romántica o en familia.
Es un área natural que abarca casi 97 hectáreas, perteneciente al municipio de Amecameca, en el Estado de México. Puedes visitarla todo el año, pero la temporada de luciérnagas va de junio hasta agosto.
11. El cañonismo es una actividad de aventura que puede incluir retos como lanzarse al agua desde alturas intimidantes, hacer rappel, caminar entre paredes de roca y nadar. El Estado de México , y en específico el Pueblo Mágico de Malinalco, es uno de los destinos donde puedes practicarla.
En el cañón Garganta de la Iguana, por ejemplo, debes deslizarte por toboganes naturales de roca y hacer saltos al agua de hasta 15 metros, además de que te encuentras con paredes rocosas llenas de prismas basálticos. Maliemociones es una de las touroperadoras que te llevan.
12. El poblado de Acolman es conocido como la “cuna de la piñata”, pues se cree que este fue el primer lugar de México donde se elaboraron estas artesanías y también donde nació la tradición de las posadas previas a Navidad. Cada año, en el mes de diciembre se realiza una feria donde participan decenas de artesanos para vender sus piñatas; hay piezas decorativas que miden unos cuantos centímetros y otras que alcanzan dos metros de largo. Incluso se hacen talleres para que hagas tu propia piñata.
13. El Pueblo Mágico de Metepec es famoso por el árbol de la vida, una colorida artesanía de barro que inició como una representación de la escena bíblica del Génesis pero con el paso del tiempo ha permitido que sus creadores den rienda suelta a su creatividad en cuestión de colores, distribución, tamaño y narrativa.
14. A unos 20 minutos de Teotihuacán, en Otumba, se encuentra Burrolandia. Se trata de un santuario totalmente dedicado a la protección del burrito mexicano; comenzaron con 2 ejemplares y ahora tienen alrededor de 70, la mayoría han sido rescatados del maltrato y el abandono, aunque otros también han nacido aquí.
Para mantenerse, Burrolandia ofrece experiencias ecoturísticas. Puedes visitar a los burritos, conocer sus orígenes y la utilización que han tenido en nuestro país.
15. Si visitas el Pueblo Mágico de Valle de Bravo y el poblado cercano de Avándaro, estás casi obligado a visitar una de sus maravillas naturales: la cascada Velo de Novia, con sus múltiples caídas de agua que alcanzan una altura de 35 metros. En este lugar se cuenta la leyenda de una mujer que se quedó esperando en el altar y, por el dolor, se lanzó al despeñadero de la cascada.
En la ruta de cascadas también se encuentra El Molino Avándaro, a pie de carretera. Es una caída más pequeña, pero bella por la manera en que el agua se abre paso entre una multitud de grandes rocas.
Mucho menos conocida es Refugio del Salto, una cascada con 15 metros de altura. Puede apreciarse tras un recorrido a pie de unos 20 minutos o desde el restaurante del hotel Misión Grand Valle de Bravo, que cuenta con terraza y vista panorámica.
16. El Acueducto del Padre Tembleque, una maravilla compartida con el estado de Hidalgo, es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2015. Es algo que debes ver al menos una vez porque posee la arcada más grande que se ha visto en un acueducto, con 39 metros de altura; además su arquitectura es especial porque fue inspirada en los sistemas hidráulicos europeos, aunque fue elaborada con técnicas de construcción indígenas.
Se erigió en el siglo XVI. Su promotor, el Padre Francisco de Tembleque, tenía la intención de llevar agua a las comunidades de Zempoala y Otumba.
Aunque la sección más conocida del acueducto es su Arquería Monumental, que tiene 68 curvas, el sistema es mucho más complejo. Sus seis arquerías (con 138 arcos en total) no conforman ni cinco por ciento de la estructura original.
Foto: Wikimedia Commons/ Jay Galvin
17. Ixtapan de la Sal, Pueblo Mágico , es conocido como el destino de aguas termales en el Estado de México . Hay balnearios y parques acuáticos como el homónimo Ixtapan que, además del agua termal, tiene atracciones como toboganes extremos, alberca de olas y juegos infantiles.
18. La Presa Brockman, en el Pueblo Mágico de El Oro, es un bonito lago artificial rodeado de naturaleza; es posible recorrerla en lancha, hacer senderismo en sus alrededores o armar un picnic con tu familia a orillas del agua.
El Oro es un poblado de herencia minera, con estructuras que dan testimonio de su historia como el Tiro Norte, una estructura de madera que servía para extraer minerales y actualmente es un mirador con una pequeña sección transparente.