Para nadie es nuevo saber que Japón es un país completamente distinto al nuestro. De hecho, es una de las principales razones por las cuales muchos soñamos con visitarlo: ver los cerezos en plena floración, caminar por un bosque de bambú, admirar de cerca un torii (arco en la entrada de un templo sintoísta), dormir en un ryokan (alojamiento tradicional) o comer ramen de la manera más auténtica posible,
Sin embargo, más allá de todos esos atractivos que ya ubicamos, existen diversas cosas y situaciones que resultan "shockeantes" para un extranjero porque no se repiten en ningún otro lugar del mundo. Aquí en Destinos te platicamos 10 razones por las que Japón es un país único.
1. Una isla habitada por conejos
Foto: iStock
Así como lees. En Okunishima, una isla muy cercana a la costa de Hiroshima, los principales residentes son cientos de conejos de todos tamaños y colores. No se sabe exactamente cuántos ejemplares hay, pero la población continúa creciendo porque no tienen depredadores naturales y en la isla no hay perros o gatos.
A este lugar se llega en ferry desde el puerto de Tadanoumi. Los viajeros pueden convivir libremente con los conejos, quienes están acostumbrados al contacto humano y se encuentran bien cuidados. Incluso está la posibilidad de alimentarlos, dice la Oficina Nacional de Turismo de Japón.
Hay diferentes teorías que explican la población de conejos. Algunos dicen que todo comenzó cuando un grupo de niños soltó ocho ejemplares en la isla durante los años setenta, y otros afirman que fueron liberados tras ser objetos de experimentación en la Segunda Guerra Mundial; la mayoría de los historiadores descartan esta última teoría, de acuerdo con Smithsonian Magazine.
Sin embargo, la isla también posee un oscuro pasado. A finales de la Segunda Guerra en este lugar se produjeron seis kilotones de gas mostaza y lacrimógeno. En algún momento, la isla fue borrada de algunos mapas para ocultar las labores que ahí se realizaban.
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2. Máquinas expendedoras de todo tipo
Foto: Unsplash/ Aj Garcia
En México y muchos países más estamos acostumbrados al uso de máquinas expendedoras; es fácil comprar bebidas, botanas o café en máquinas instaladas en oficinas, por ejemplo. En Japón es una situación muy diferente: están en todos los edificios, en cada estación de transporte público y en la calle, incluso en zonas rurales, explica el sitio web Live Japan.
Esto puede deberse a diversos factores, como la seguridad en las calles, el nivel de practicidad en ciudades con un ritmo frenético y, según le contó la empresa Hachiyoh (dedicada a esta industria) a Live Japan, cualquiera puede poner su máquina expendedora teniendo permiso.
Pero más allá de la cantidad, destaca la impresionante diversidad de productos que se venden en máquinas. Puedes encontrar sopas calientes, juguetes, souvenirs, pizza, huevos, juegos de mesa y playeras (enlatadas, por cierto), según relatan sitios web como The Travel.
3. “Empujadores” del metro
Muy probablemente alguna vez has sido esa persona que, en plena hora pico del metro, hace la “buena acción” de empujar a otros usuarios para que puedan entrar a un vagón repleto y el tren pueda irse. En Japón esta práctica no solo existe, sino es un empleo remunerado.
A los empujadores del metro se les llama “oshiya”, y pueden hallarse en el área metropolitana de Tokio, que posee más de 38 millones de residentes de acuerdo con The Strait Times.
Un oshiya normalmente es un trabajador de medio tiempo, que bien puede ser estudiante o dedicarse a otras áreas de la estación el resto del día, cuenta The Culture Trip. Sin embargo, desde las últimas dos décadas se ha vuelto un empleo menos común debido a la alta puntualidad de los trenes japoneses. Habría que ver cómo cambia la situación para los empujadores tras la pandemia.
Hace unos años, una compañía ferroviaria se volvió noticia porque se disculpó públicamente por mandar un tren con 20 segundos de anticipación, cuenta la BBC. En ese país, si un tren se tarda cinco minutos o más los pasajeros reciben un certificado para justificar su retraso en el trabajo o la escuela.
4. Obras de arte en los arrozales
Foto: Wikimedia Commons
Los arrozales son un paisaje característico de Japón, aunque no exclusivo. No obstante, un pueblo nipón ha transformado ese panorama de una manera única en el mundo.
En el pueblo de Inakadate, perteneciente a la prefectura de Aomori, desde 1993 existe la tradición de usar los arrozales como lienzo para crear una “pintura” que se aprecia desde las alturas. Puede tratarse de un paisaje, la referencia a una leyenda local o una imagen sacada de la cultura popular.
Primero, los pobladores de Inakadate hacen un bosquejo sobre el campo de arroz. Cuando ya está diseñado, plantan semillas de diferentes colores que darán origen a la imagen. Se utilizan tanto semillas convencionales de arroz comestible como variedades ornamentales.
En el pueblo hay dos distritos que se encargan de esta labor. Uno de ellos tiene un lienzo que mide 143 metros de largo por 103 de ancho.
La mejor época para ver las obras va de julio hasta agosto.
5. Pantuflas para baño
Al visitar una casa privada, una casa de huéspedes o un alojamiento tipo ryokan, es común hallar pantuflas de uso exclusivo en el baño, explica Japan-Guide. Debes cambiarte el calzado al entrar y repetir el proceso al salir.
6. Celebrar Navidad con KFC
Foto: iStock
No es que en México no puedas festejar con una cubeta de pollo frito pero, ¿es lo primero en lo que piensas para una cena navideña? Los japoneses sí.
De acuerdo con la BBC, en la temporada decembrina aproximadamente 3.6 millones de familias niponas compran pollo de Kentucky Fried Chicken para celebrar. La Navidad no es vista por mucha gente como una fiesta de connotación religiosa, y de hecho con frecuencia es vista de manera romántica, como San Valentín.
Hay familias que reservan su cena de Kentucky desde semanas antes de Navidad o, si deciden esperar al último momento, esperan en filas por horas.
La costumbre nació gracias a Takeshi Okabara, gerente del primer restaurante KFC en el país. En 1970, al escuchar a un par de extranjeros hablar sobre cuánto extrañaban el pavo navideño, se le ocurrió que el pollo podría ser un buen sustituto y comenzó una campaña de marketing que tiene resonancia hasta la actualidad.
7. Sandías cúbicas
Foto: Wikimedia Commons
No es que su sabor sea mejor y, de hecho, ni siquiera se comen. Pero las sandías en forma de cubo son una moda que ha permanecido en Japón desde finales de los años setenta, según el sitio web Mashed.
Estas frutas crecen dentro de un molde de acero, bajo un proceso complejo, explica Deutsche Welle. Pueden costar el equivalente a 150 dólares (o tres mil pesos mexicanos).
No son precisamente para comer, sino para decorar la casa. Pueden durar frescas hasta un mes y después es necesario reemplazarlas, si quieres continuar con tu adorno.
Por si fuera poco, ahora existen sandías con formas tan específicas como un corazón o una pirámide, por ejemplo.
8. El kotatsu
Foto: Wikimedia Commons/ Asturio Cantabrio
Esta es una tradición para el invierno que tal vez alguna vez quieras intentar en casa. Un kotatsu es una mesa baja con un calentador instalado por debajo y que está cubierta con una gruesa manta; debes meter tus pies por debajo para conservar calor y relajarte.
La historia de esta invención japonesa data del siglo XIV, según la Oficina Nacional de Turismo. En sus orígenes, el kotatsu consistía en un agujero en el piso donde debías meter tus pies. Fue hasta el siglo XVIII que surgió algo más parecido a la mesa que hoy en día se usa. Los calentadores eléctricos comenzaron a usarse en la década de los sesenta.
9. Los estudiantes limpian las aulas
En las escuelas tradicionales japonesas, existe la costumbre de que varias veces a la semana los estudiantes limpien sus aulas en grupo por sesiones de 20 minutos. Sí hay personal de limpieza en las instituciones, pero esta práctica tiene una razón de ser.
Recoger las cosas, barrer pisos y trapear es un proceso que fomenta el respeto al espacio que ocupas y abstenerte de ensuciar, pues tú eres la persona que limpia, explica el sitio web The Straits Times. Además, promueve la igualdad entre los alumnos sin importar su clase social.
10. Semáforos ¿azules?
Foto: Flickr/ redoxkun
Por culpa de una curiosidad lingüística, en Japón estos son los tres colores que pueden verse en los semáforos: rojo, amarillo y azul.
Para entenderlo, hay que saber que hasta el siglo VIII no existía una palabra para el color verde (o “midori”) en japonés, cuenta The Culture Trip. En cambio, en un principio se usaba el “rojo” para tonalidades cálidas y “azul” (“ao”) para frías. Para cuando el color “verde” apareció, ya se empleaba “ao” para describir tonalidades como el verde de las hojas.
Hoy en día debido a esta particularidad, los japoneses frecuentemente se refieren como “azul” a tonos que personas de otros lugares del mundo llamaríamos “verde”. Por eso los semáforos tienen el tono de verde más azulado posible.
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