Cada vez que ocurre una catástrofe , lo primero que se piensa recuperar (además de las vidas humanas) son las cajas negras , ese aparato con el que se pueden explicar las causas del accidente aéreo .
Sin embargo, es poco lo que sabemos sobre este aparato que no es ni caja ni tampoco es negra.
La caja negra fue inventada por un ingeniero australiano llamado David Warren. En 1953, diseñó un sistema de dos partes. Así, fue evolucionando hasta convertirse en lo que es en el presente.
A finales de los años cincuenta del siglo XX. Aunque, su uso en aviones comerciales no se extendió hasta la década de los sesenta.
Los aviones comerciales están equipados con dos cajas negras. La Cockpit Voice Recorder (CVR) es una grabadora de audio y la Flight Data Recorder (FDR) es una especie de ‘disco duro’ que guarda datos vitales del vuelo .
La CVR graba el audio por medio de un sistema de micrófonos distribuidos en la cabina. También guarda las comunicaciones de los pilotos con la torre de control y entre ellos. La FDR graba toda una gama de datos que depende de la aeronave .
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En Estados Unidos, por ejemplo, la ley obliga a dejar registro de al menos 88 parámetros, entre los que se cuentan la hora, la altitud, la velocidad, la dirección, la aceleración vertical y la posición con respecto al horizonte.
Un súper avión como el Boeing 787 puede llevar un control de 146,000 parámetros, que quedan almacenados en la grabadora de datos. El piloto no puede apagar las grabadoras de vuelo .
La grabación se hace en discos de estado sólido, con capacidad para almacenar terabytes de información. Sin embargo, la costumbre es grabar solo las últimas dos horas del audio a bordo y las últimas 24 de información de vuelo.
Tanto la grabadora de vuelo como el FDR están almacenados en una unidad especial denominada Crash-Survivable Memory Unit (CSMU). Debajo de capas de aluminio, acero y, en ocasiones, titanio, hay una capa de 2.5 centímetros de un material que es resistente al calor.
Una caja negra común resiste temperaturas de más de 1,000 ºC y colisiones a velocidades de 750 km/h. Pueden sumergirse hasta 6,000 metros.
La CSMU está cubierta con una pintura brillante y cinta reflectiva, además está provista de un faro localizador ultrasónico. En caso de que la unidad se sumerja en el agua, emite cada 30 segundos un pulso o ‘ping’ que puede ser detectado a más de 4 kilómetros de distancia del accidente aéreo .
La principal razón es el volumen de datos. Los dispositivos actuales registran varios terabytes de información por vuelo y almacenar los datos de miles de vuelos implica una infraestructura compleja y un costo prohibitivamente alto. Sin embargo, se está poniendo a prueba en Estados Unidos un sistema que transmitiría 30 parámetros básicos (como la posición, dirección y velocidad) a una red de satélites, que a su vez crearía un soporte en ‘nube’ para la información más importante.
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Depende del modelo, pero, por lo general, el costo de cada uno de los dos dispositivos a bordo está entre los 12,000 y los 15,000 dólares.
Hay varias versiones. Lo cierto es que nunca han sido negras, sino naranjas. Una de las teorías explica que ese término hace alusión, lejos de su color, al hecho de que la información que rescata no puede ser alterada de ninguna manera, excepto por equipos especializados de las agencias de seguridad aérea.
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